A propósito de la conmemoración del día internacional de la mujer trabajadora, además de seguir insistiendo en la igualdad salarial y la reducción de brechas, se debe resaltar la importancia de exigir políticas que apunten a mejorar la situación laboral de las colombianas y no perder de vista que, la política económica, laboral, fiscal y el sistema tributario además de no tener neutralidad con el género actúan como desencadenantes de la violencia económica que padecen las mujeres colombianas.
Los problemas del mercado laboral colombiano se profundizan para la población en general y en particular para las mujeres, esto sucede tanto por los estereotipos de género existentes en la sociedad que se reflejan en políticas excluyentes en el mercado laboral (en los trabajos remunerados como en los no remunerados como el trabajo doméstico), y también porque persiste la discriminación salarial, la precariedad y la pobreza femenina. El 2019 fue el cuarto año consecutivo con aumento de desempleo, ubicándose en 10,5%. Las deficiencias estructurales están a la orden del día y se acompañan de informalidad, baja remuneración y problemas para la cotización en pensiones.
Las políticas que los gobiernos han implementado se han concentrado en favorecer la precariedad y en ese marco la reducción de brechas entre hombres y mujeres tiene un lado gris que tiene múltiples lecturas, puesto que, aunque las brechas puedan estrecharse lo que las cifras permiten analizar es que esto no sucede por la creación de nuevos empleos a los que las mujeres accedan, sino porque las condiciones del mercado laboral desmejoran en general. Por ejemplo, tan sólo en 2019 se destruyeron 170.000 puestos de trabajo en el país donde de cada 10 puestos 6 fueron los ocupaban mujeres, una brecha de 49,4%.
De acuerdo con las estadísticas del Dane, para 2019 las mujeres en Colombia son el 51% del total de la población. No obstante, las mujeres tienen una brecha salarial de 18,1% con respecto de los hombres, su tasa de desempleo es superior ubicándose en 14% para 2019 y 23% para las mujeres jóvenes. Adicionalmente, para 2019 su participación laboral continuó concentrándose en actividades de baja calidad y mayor informalidad como comercio, hoteles, restaurantes (33,4%) y servicios sociales, comunales y personales (31,7%).
Asimismo, según las cifras del Ministerio del Trabajo para el año 2019, las mujeres en Colombia tienen un mayor nivel educativo, pero tienen menor participación en la ocupación, el promedio de años de educación de las mujeres ocupadas es de 10 años, mientras que el de los hombres es de 8,8 años.
Las reivindicaciones por retribución y absorción de fuerza de trabajo femenina siguen vigentes. De cada 10 personas que están en edad de trabajar 5 son mujeres, de cada 10 personas que están disponibles para trabajar 4 son mujeres y de cada 10 desocupados 6 son mujeres. Como hecho a resaltar, uno de los aspectos más ligados a la exclusión de las mujeres en el mercado laboral es la cuestión de la inactividad, las colombianas representan el 65,1% de los inactivos del país dentro de los cuales 5.544.000 de ellas están en oficios del hogar, actividades que no son remuneradas, ni reconocidas por el Estado, lo que quiere decir que de cada 10 personas inactivas 7 son mujeres y de cada 10 mujeres que están inactivas 6 están dedicadas a los oficios del hogar.
En cuanto a los tiempos de trabajo y la paridad tanto en los tiempos productivos como reproductivos se observa que, las colombianas siguen estando cargadas con los trabajos del cuidado. Para 2019 en el país se trabajó un promedio de 58,2 horas a la semana, de las cuales el trabajo remunerado ascendió a 44,3 horas y los oficios del hogar y actividades del cuidado en 18,2 horas. Para los hombres, las horas semanales de trabajo promedio son de 54,4 horas, de las cuales el trabajo remunerado asciende a 47,7 horas y los oficios del hogar y actividades del cuidado llegan a 10,4 horas. Por su parte las mujeres en Colombia trabajan 63,6 horas, 9,2 horas más que los hombres, de las cuales el trabajo remunerado llegó a 39,5 horas (8,2 horas menos que los hombres) y las actividades del cuidado a 25,7 horas a la semana (15 horas más que los hombres).
Finalmente es importante mencionar que, las discriminaciones y desigualdades que se van produciendo y agudizando durante la vida laboral de las mujeres también se ven reflejadas en las pensiones, por eso mientras 58,3% de los cotizantes a pensión son hombres tan solo 41,7% son mujeres, y según la CEPAL, solo el 20,5% de las mujeres mayores a 57 años acceden a una pensión.
La desprotección de los derechos económicos de las mujeres es un asunto que se debe atender para avanzar como sociedad, pues significa la subvaloración de sus capacidades, la incapacidad de absorción de su mano de obra, el no reconocimiento del trabajo del cuidado y su aporte a la productividad, cuyo peso se calcula en 20% del PIB. Sin duda, las mujeres en Colombia necesitan políticas que les permitan sobrevivir y frenar las causas de las desigualdades.
Equipo de investigación: Daniela Mora Saavedra y Sneyder Rivera Sánchez.