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Admirado señor Rivera, querido doctor Einstein

Dic 9, 2013

Mari Luz Peinado El País de España, diciembre 6 de 2013 La Feria Internacional del Libro de Guadalajara muestra la relación entre el pintor y el científico con dos cartas de 1934 nunca antes expuestas El hombre de ciencias escribió su carta el 13 de febrero de 1934 desde su oficina en la Universidad de […]

Mari Luz Peinado

El País de España, diciembre 6 de 2013

La Feria Internacional del Libro de Guadalajara muestra la relación entre el pintor y el científico con dos cartas de 1934 nunca antes expuestas

El hombre de ciencias escribió su carta el 13 de febrero de 1934 desde su oficina en la Universidad de Princeton, a máquina, en alemán y sin ningún tachón. El artista contestó tres semanas más tarde, a mano, en francés y desde su casa en el barrio mexicano de Coyoacán, después de realizar un borrador que guardó entre sus papeles. El científico – Albert Einstein – quería decirle al artista – Diego Rivera – que una de sus obras le había conmovido y que lo admiraba. Rivera expresó en su texto su fascinación por el trabajo del científico de origen judío. Las cartas, que hasta ahora no habían sido expuestas, pueden verse estos días en la Feria del libro de Guadalajara, donde Israel es el país invitado.

La breve relación entre estos dos personajes parecía estar condenada al olvido. “Nunca supe que habían tenido contacto, solo que mi padre lo admiraba mucho. Que creía que era una de las figuras más importantes de la historia”, explica Guadalupe Rivera Marín, hija del muralista y su segunda esposa. Fue al abrir el baño de la Casa Azul, donde Rivera vivió con la pintora Frida Kalho, cuando comenzó a arrojarse un poco de luz. La estancia se mantuvo cerrada durante 50 años por deseo de Diego Rivera, que en su testamento pidió que nadie entrara durante los 15 años posteriores a su muerte. Su albacea, la coleccionista de arte Dolores Olmedo, mantuvo el veto hasta que murió. En 2007 se abrió esa habitación y, entre los miles de vestidos, fotografías, cuadros y cartas, apareció el borrador de la misiva que Rivera le dirigiría a Einstein como respuesta a una anterior.

“Con ayuda del archivo Einstein de Israel se pudo reconstruir esta correspondencia entre ambos intelectuales”, declaró entonces la investigadora Ingrid Suckaer. Tras descubrir el borrador, los guardianes del archivo del científico, que se encuentra en el Centro Einstein – en la Universidad Hebrea de Jerusalén -, se sumergieron entre los más de 30.000 documentos que pertenecieron al personaje y que donó a su muerte. “Einstein guardó una copia de su carta [de la que envió al pintor], como hizo con muchas otras, en su archivo privado”, explica Lior Haiat, portavoz de la delegación israelí en la FIL. Entre todos aquellos papeles también localizaron la carta original de Rivera, la que finalmente envió después de hacer el borrador que apareció en la Casa Azul.

Los facsímiles de las dos cartas que se exhiben en Guadalajara reflejan una gran admiración entre dos de los personajes más importantes del siglo XX. “No podría nombrar a cualquier otro artista contemporáneo cuyo trabajo haya sido capaz de ejercer sobre mí un poderoso efecto similar. Espero que el mundo se dé cuenta cada vez más de lo que posee en usted”, tecleó Albert Einstein. “Es una exposición pequeña pero significativa, además de inédita. Se trata del intercambio misivo de dos de los personajes más importantes de su época”, explica el profesor Hanoch Gutfreund, director del Centro Einstein y antiguo presidente de la Universidad Hebrea en Jerusalén”.

Einstein alababa el talento de Rivera como muralista pero fue una obra en concreto la que hizo que se decidiera a escribirle. Se trató de una serie de 21 paneles portátiles que el mexicano pintó para la New Worker’s School de Nueva York en 1933 llamada Retrato de América. Esa serie de murales al fresco de Rivera era la continuación de la obra inacabada del mexicano para la recepción del Rockefeller Center. Una obra que finalmente fue destruida porque el muralista incluyó un retrato de Lenin, algo que los miembros de una dinastía que es símbolo del capitalismo no vieron con muy buenos ojos, por lo que decidieron tapar el mural, primero, y mandarlo destruir, después. Rivera se resarció reproduciendo partes de aquella obra en la New Worker’s School y también en el Museo de Bellas Artes de la Ciudad de México, donde se puede encontrar El hombre en cruce de caminos.

En esa serie de paneles, que representaban la historia de EE UU, Rivera retrató a Albert Einstein. Cuando se desvelaron los secretos que Diego y Frida escondían en su casa, se encontraron dos libros del científico entre las pertenencias del artista, otro dato más que muestra la admiración que Rivera profesaba hacia la figura de Einstein, como también le hizo saber en su carta: “Le agradezco a usted que de una manera tan valiente ha tomado partido por las minorías expoliadas y por los hombres perseguidos, y contra la actual profusión sobre la tierra de las fuerzas oscuras, que amenazan con hacer caer el mundo en los fondos más bajos de la barbarie”.

No hay constancia de que estos dos personajes tuvieran más contacto en sus vidas más allá de esas dos cartas que durante décadas estuvieron perdidas entre miles de documentos. Incluso el fuego borró el retrato de Einstein en un incendio que consumió los murales para la New Worker’s School en 1969.

 

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