La discusión sobre las condiciones laborales de los trabajadores de la industria petrolera suele estar descrita a partir de las características físicas y económicas de la producción de hidrocarburos. No obstante, aunque esto explica buena parte del régimen salarial y contractual , la explicación de los denominados “privilegios o beneficios” tienen una argumentación de carácter histórico que es central, ya que desde sus orígenes a nivel internacional, los trabajadores petroleros sufrieron condiciones de sobreexplotación, bajos salarios, largas jornadas y otra serie de injusticias laborales que gracias a su organización pudieron reversar y conducir a la adquisición de beneficios acordes con sus labores.
Cada una de las singularidades de las relaciones laborales de los trabajadores petroleros conocidas hasta hoy, están estrechamente ligadas al desarrollo del proceso de industrialización, que por las características de esa industria específica se configuró como uno de los primeros sectores con gran concentración de trabajadores y un núcleo básico de organización sindical en todo el mundo. Así, a cada etapa de transformación de los Estados le correspondieron también cambios en las formas organizativas, de movilización y, en definitiva, de las modalidades reivindicativas por alcanzar derechos sociales, económicos, políticos, laborales, ambientales, etc. Además, su desarrollo propio condujo a la existencia de grandes empresas trasnacionales creando la posibilidad de lazos internacionales, intercambio de experiencias y solidaridad internacional.
En ese proceso surgieron los sindicatos como una instancia de organización de la sociedad que tiene sus raíces históricas en la revolución industrial, pasando por las protestas obreras hasta la conformación de las primeras organizaciones sindicales del mundo. Conforme a la manera en que la sociedad avanzaba hacía nuevas formas de producción más industrializadas, con un incremento demográfico de la población y con mayor tecnificación, las relaciones en términos del trabajo también se modificaron. La defensa de la soberanía a lo largo del siglo XX creó un ambiente favorable para que la lucha sindical se asociara a la defensa de los recursos naturales y encontrara una amplia aceptación de la opinión pública, porque la lucha reivindicativa de los trabajadores está relacionada con los intereses nacionales.
La industria textil, siderúrgica, del metal y la del transporte fueron determinantes para el avance de los países y sus relaciones en el mundo, en cuyo caso los trabajadores de esas industrias junto a los del petróleo compartieron tal experiencia adquiriendo beneficios derivados de las actividades que realizan, pero sobretodo de sus procesos de reivindicación de mejores condiciones laborales. Así las cosas, las nuevas dinámicas acaecidas por la revolución industrial impactaron las formas de producción, consiguiendo establecer nuevas relaciones entre los asalariados y los propietarios de las industrias. Por esto, los beneficios para los trabajadores petroleros comparten su origen con las reivindicaciones de los demás obreros de puertos, del acero, entre otros.
Por otra parte, la dinámica de las relaciones laborales del sector petrolero cambió con la oleada neoliberal que implantó la flexibilización, deslaboralización, tercerización a la que ha estado en contraposición el movimiento obrero de los últimos 30 años en cuya resistencia jugaron un papel relevante los sindicatos petroleros para defender las conquistas de derechos laborales logradas en el periodo anterior.
Por ende, es debido a la organización de los trabajadores de esa industria que la posibilidad de mantener esos beneficios aún existe. Sin embargo, esos beneficios se han ido debilitando por la tercerización laboral y la tendencia acelerada a la privatización y fragmentación de las empresas petroleras en todo el mundo, que busca siempre transferir su capital social al sector privado. De ahí que la posibilidad de revertir esos procesos se debe principalmente a la lucha de los trabajadores.
En segundo lugar, además de su importancia en el desarrollo de los países y la capacidad productiva de los mismos, la industria petrolera es una significativa generadora de empleo porque tiene múltiples actividades derivadas de procesos globales que se fundamentan en tres fases Upstream (exploración, explotación, producción), Midstream (transporte, procesos, almacenamiento), y Downstream (refinación, comercialización). En ese sentido, dicha industria goza de beneficios laborales especiales que no existen en otras debido a: 1 la complejidad de las labores que se realizan y 2. la existencia de fuertes sindicatos que negocian convenciones colectivas del trabajo.
Finalmente, se debe mencionar que los hidrocarburos tienen una relevancia estratégica, son recursos naturales –no renovables- con una distribución geográfica heterogénea. Su producción se concentra en pocos países, pero la necesidad de obtención es global. Tan sólo en 2016 la producción diaria de crudo llegó a 75,5 millones de barriles diarios, por lo que su papel en la geopolítica es significativo. En la actualidad, ante la inminente realidad de escases de reservas naturales, sumado a la agudización de las tensiones internacionales y la incertidumbre frente a las decisiones de los gobiernos de las potencias el tema energético es central. En medio de las disputas comerciales fundamentadas en el intento del gobierno de Estados Unidos de reducir su déficit comercial con el mundo y de forma particular con China, las tensiones energéticas también se hacen evidentes[1].
Por un lado, China planea la comercialización de petróleo mediante la emisión de contratos futuros que se coticen en yuanes, en confrontación abierta con el dólar. Además, se plantea la posibilidad de incluir medidas en relación al petróleo estadounidense e incluso el gas licuado, producto en el que EE.UU. tiene excedentes y para el que China representaría un mercado de millones de consumidores, todo esto en el marco de la estrategia de seguridad nacional que propuso Trump donde establece nuevas disposiciones que incluyen de manera enfática el área energética. Para mencionar algunas: 1. El aprovechamiento de su “dominio global”; 2. La reducción de barreras regulatorias que gravan la producción de energía, por ejemplo las barreras ambientales; 3. La promoción de exportaciones con la que se pretende que este país promueva sus recursos energéticos, tecnologías y servicios, bajo la idea de que a sus aliados y socios esto les permitirá diversificar sus fuentes de energía y traer ganancias económicas a sus países de origen; 4. Cooperación para la protección de la infraestructura energética global de amenazas “físicas y cibernéticas” con los países considerados “aliados y socios”; y 5. La creación de un “borde tecnológico de América” donde Estados Unidos mejore su ventaja tecnológica, entre otros.
No obstante, Rusia sigue siendo el principal proveedor de petróleo para China y el principal productor mundial con un promedio de 10,582 barriles diarios en 2017.
[1] Para ampliar ver: http://expert.ru/2018/08/16/spg-kitaj-ssha/
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[gview file=»http://cedetrabajo.org/wp-content/uploads/2018/08/analicelu-9.pdf»]