Por: José Roberto Acosta / El Espectador 31 JUL 2015
Con la nueva era de austeridad fiscal inteligente, anunciada esta semana por el ministro de Hacienda, éste reconoce que se cierra una larga etapa de “derroche fiscal no inteligente”, desnudando las muchas equivocaciones que pagarán los colombianos de a pie.
Por el lado del ingreso fiscal, según el propio Gobierno, la renta petrolera se desplomará desde los $23 billones recibidos en el año 2013 a sólo $3 billones el próximo año, con lo que está asumiendo que Ecopetrol tendrá mayores pérdidas. Sí, respetado accionista: pérdidas. Pero tan grave resultado de la empresa más importante del país no se debe exclusivamente al derrumbe de la cotización del barril de crudo, sino también a un manejo irresponsable de la caja de la petrolera, que ha sido utilizada como una sucursal del Ministerio de Hacienda, ordeñándole hasta el último centavo, a tal punto de ponerla en riesgo de un deterioro en su calificación crediticia
Por el lado del gasto, el presupuesto para el año 2016, presentado al Congreso esta semana, propone reducción en el rubro de inversión mientras incrementa el de funcionamiento, algo nada inteligente, siendo el sector agropecuario el mayor sacrificado, en momentos que la fuerte devaluación del peso amenaza con encarecer los precios del pollo, huevos y carne.
Y aunque es válido apoyar la inversión del sector privado para que llene el vacío que el Estado tendrá en ese frente, lo que no es aceptable es que dicho apoyo se fundamente en medidas que relajan el manejo financiero, como sucede con el decreto 1385, que autoriza los autopréstamos con el ahorro pensional. Tampoco es aceptable la utilización exagerada de vigencias futuras, tanto a nivel nacional como a nivel regional, que disfrazan un peligroso nivel de endeudamiento y terminan empeñando el presupuesto de las próximas generaciones, provocando mayores rigideces de gasto que ya en Colombia desembocaron en dolorosos desequilibrios fiscales e insolvencia de muchas administraciones locales.
Y esta “nueva austeridad fiscal inteligente” será manejada por los mismos que aplicaron el “ciclo de estupidez derrochona”, por los mismos que inventan semejante “desescalamiento del lenguaje económico”, para disimular el fracaso de una política fiscal improvisada, que infló el gasto para apaciguar protestas civiles y cautivar votos, al tiempo que aplicó reformas tributarias miopes con la actividad productiva y regresivas con el trabajador.
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