Carolina Salazar Leal
Luego de 500 años de exclusión social y marginalidad en el país más pobre de América Latina, el 18 de diciembre de 2005 asumió la presidencia de Bolivia el dirigente aymará Evo Morales Ayma, apoyado por un movimiento cansado de los desastres de la política neoliberal que había predominado en los últimos lustros y particularmente indignado por el saqueo de sus recursos naturales por parte de las empresas extranjeras.
Con la elección de Morales se amplió el espectro de gobiernos suramericanos que se esfuerzan por imprimir un rumbo diferente al impuesto por las orientaciones estadounidenses, apartando definitivamente a Bolivia de la negociación de un TLC con Estados Unidos. Una vez posesionado, Morales procedió a citar una Asamblea Constituyente, nacionalizar los hidrocarburos y decretar la reforma agraria. Posteriormente propuso a los demás países formas alternativas de integración económica y –a diferencia de Chávez– mantuvo su presencia en la Comunidad Andina de Naciones (CAN), se acercó a Mercosur y formuló una propuesta para reglamentar el comercio con Europa muy distinta al esquema de los Tratados de Libre Comercio. Lógicamente la política de Morales suscitó la inconformidad de la oligarquía boliviana, la cual ha intentado desde fraccionar el país hasta derribar al gobierno.
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