Generic selectors
Sólo coincidencias exactas
Buscar en el título
Buscar en el contenido
Post Type Selectors
Filtrar por categoría
+57 Conexión Colombia
Actualidad Industrial
Agro
Apunte Económico
Bernardo Useche
Blog
Boletín del sector agropecuario
Boletín Mensual
Boletines
Cartilla
Cedetrabajo en las regiones
Ciencia
Comercio exterior
Comunicados de prensa
Enrique Daza
Eventos
Género
Helen Rojas
Helen Rojas
Industria
Informe SIA
Internacional
Investigaciones
Justicia Tributaria
Leonardo Jiménez
Libro
Medio Ambiente
Mercado Laboral
Miguel Ángel Rodríguez
Nuestros análisis
Problemática Social
Publicaciones
Salud
TLC

Ciencia y Filosofía

Ago 3, 2009

Por: admin
Guillermo Guevara Pardo De una u otra forma los seres humanos nos hacemos preguntas acerca del mundo en el que vivimos, no solamente del natural, sino también del social. Una de esas preguntas tiene que ver con la relación entre el ser y el pensar, o de manera más amplia, entre materia y mente: ¿es […]

Guillermo Guevara Pardo

De una u otra forma los seres humanos nos hacemos preguntas acerca del mundo en el que vivimos, no solamente del natural, sino también del social. Una de esas preguntas tiene que ver con la relación entre el ser y el pensar, o de manera más amplia, entre materia y mente: ¿es la mente un atributo de la materia, o por el contrario, la mente precede a la materia? La respuesta a esta inquietud tiene que ver con el problema de si la realidad existe de manera independiente de nuestra consciencia o si (…)

De una u otra forma los seres humanos nos hacemos preguntas acerca del mundo en el que vivimos, no solamente del natural, sino también del social. Una de esas preguntas tiene que ver con la relación entre el ser y el pensar, o de manera más amplia, entre materia y mente: ¿es la mente un atributo de la materia, o por el contrario, la mente precede a la materia? La respuesta a esta inquietud tiene que ver con el problema de si la realidad existe de manera independiente de nuestra consciencia o si el mundo exterior es una construcción de la mente.

La posición (conciente o inconciente) que se adopte ante esta disyuntiva es lo que diferencia a las dos principales corrientes filosóficas de la historia de la humanidad: el materialismo y el idealismo. Para el pensamiento filosófico materialista primero está la materia, después la mente; el mundo material existe de manera independiente de nuestra consciencia (siendo ésta también un fenómeno material). Por el contrario, la filosofía idealista considera que la mente tiene primacía sobre la materia, que la realidad externa es un reflejo de nuestra consciencia. Científicos de renombre han sentado posición frente a este tema. Por ejemplo, Erwin Schrödinger, uno de los fundadores de la mecánica cuántica, afirmaba idealistamente que “…la materia es una imagen de nuestra mente- por lo tanto la mente es anterior a la materia”, mientras que, con aire materialista, el padre de la teoría de la relatividad, Albert Einstein, sostenía: “La creencia en un mundo exterior, independiente del sujeto receptor, es la base de toda la ciencia natural”.

El avance científico no ha sido ajeno a la contradicción irreconciliable entre materialismo e idealismo. La ciencia siempre ha sido una aliada del pensamiento materialista, pues éste se nutre de los avances de aquélla, mientras que toda forma del idealismo termina aliada con el pensamiento religioso.

La práctica pedagógica en la enseñanza de las ciencias no escapa tampoco al debate entre idealismo y materialismo. Es así que las tesis constructivistas, al sostener que la realidad es una construcción social, se colocan claramente al lado de la filosofía idealista, con consecuencias prácticas sumamente nocivas para la educación colombiana. No es en vano entonces, que los defensores del constructivismo nieguen el papel fundamental del maestro como transmisor del conocimiento y lo reduzcan a cumplir el papel de un individuo que no enseñe, sino que ‘facilite’ el aprendizaje, alguien que diseñe estrategias didácticas (léase bien) “para facilitar, no el entendimiento y la comprensión de las ciencias” sino para planear las actividades que le permitan al alumno construir el conocimiento, como lo sostiene Giovanni Iafrancesco. Estas son las bases filosóficas que sustentan el esperpento del estatuto docente uribista, el 1278, donde profesionales de otras áreas pueden ejercer como docentes, negándoles de paso a ellos la posibilidad de laborar en sus propios campos de acción.

Es por eso que los maestros que enseñan ciencias naturales deben acercarse al conocimiento de las tesis del materialismo dialéctico. Digamos primero que la dialéctica es la ciencia que trata de las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Que sus orígenes se hunden en los antiguos filósofos materialistas griegos, como Heráclito, y que también se encuentran en el idealismo de Platón. El filósofo que más tuvo que ver con el desarrollo de una dialéctica idealista fue Hegel, en quien por vez primera se concibe todo el mundo de la naturaleza, de la historia y del espíritu como un proceso, es decir, en constante movimiento, cambio, transformación y desarrollo, intentando además poner de relieve la conexión interna de este movimiento y desarrollo. Según Hegel la dialéctica es “el alma motriz de todo desarrollo científico del pensar y constituye el único principio que introduce en el contenido de la ciencia una conexión inmanente y la necesidad”.

Pero fueron Carlos Marx y Federico Engels quienes crearon la concepción científica de la dialéctica. A propósito de esto Engels dice: “Marx y yo fuimos, por cierto, casi los únicos que salvamos la dialéctica consciente de la filosofía idealista alemana para traerla a la concepción materialista de la naturaleza y de la historia”.

Hay dos textos fundamentales cuya lectura permite entender la dialéctica materialista; ellos son Dialéctica de la Naturaleza, escrito por Engels y Materialismo y Empiriocriticismo, de Lenin. Marx y Engels fueron unos cuidadosos seguidores del desarrollo de la ciencia de su tiempo y sus avances los analizaban desde la óptica del materialismo dialéctico. Como producto de este trabajo Engels esbozó una serie de escritos que constituyen el texto de Dialéctica de la Naturaleza editado por primera vez en 1925, donde hace una sesuda crítica al materialismo mecanicista, al método metafísico así como a las concepciones idealistas en las ciencias naturales, lo cual le permitió concluir que “la dialéctica despojada de todo misticismo se convierte en una necesidad absoluta para las ciencias naturales”.

El texto de Lenin, escrito en 1908, demuestra que el materialismo es la única forma filosófica de acercarse al pensamiento científico. En este libro el dirigente bolchevique hace un análisis de la ciencia en el límite de los siglos XIX y XX, lucha contra el idealismo que pretendía imponerse en la física, de la mano de Ernst Mach y de Richard Avenarius, cuando se demostró que las leyes de la venerable mecánica clásica, newtoniana, no explicaban adecuadamente los hechos que iba descubriendo la nueva física (mecánica cuántica y teoría de la relatividad). En palabras de Lenin la crisis causada por la nueva física consiste en que ésta “niega la existencia de la realidad objetiva, independiente de nuestra conciencia y reflejada por ésta…la teoría materialista del conocimiento, adoptada espontáneamente por la antigua física, ha sido sustituida por una teoría idealista y agnóstica, de lo que se ha aprovechado el fideísmo…”, es decir, se pone la fe por encima del conocimiento. El texto de Lenin permite orientarse en los avances científicos de nuestro tiempo y desenmascarar el idealismo que impregna todo el pensamiento constructivista.

Invitamos a todos los maestros a acercarse a la lectura de estos dos libros pensándolos desde los avances de la ciencia de nuestros días. Que sus páginas les permitan adoptar el método materialista dialéctico como guía para conducir a sus alumnos hacia la maravilla del conocimiento científico.

Comparte esta publicación

Publicaciones Relacionadas

Traducir »