Mario Alejandro Valencia, analista del Centro de Estudios del Trabajo, Cedetrabajo. @mariovalencia01
No existe un analista económico serio, que considere a la economía colombiana yendo por buen camino. Los hechos demuestran que el país avanza vertiginosamente por el despeñadero, conducido por un gobierno que poco o nada le importa el futuro de la nación.
Durante 2012 el Producto Interno Bruto creció 4%, casi 2 puntos menos que el año anterior. Sin embargo, lo más grave no es el mediocre desempeño. Más preocupante es que dicho crecimiento se soporta en los sectores que menos aportan al desarrollo del país y -por el contrario- son la materialización de la ruina.
El sector minero-energético creció 5.9%, reforzando la condición de país exportador de materias primas, sin valor agregado. Además, por cuenta de la revaluación, resultado -entre otras cosas- del crecimiento del sector, empresas como Ecopetrol están ganando menos. Sus utilidades bajaron 650.000 millones de pesos en 2012 ¡Entre más produce más pierde! Al mismo tiempo, la locomotora minero-energética sigue atrayendo dólares dañinos, acabando con actividades productivas en la industria y el agro. Paradójicamente, la quiebra de la producción obliga a seguir extrayendo materias primas para evitar el colapso definitivo. Es un típico comportamiento de adicto: la droga que consume lo mata, pero si deja de consumirla se muere.
El otro sector que ganó en 2012 fue el financiero, con un crecimiento de 5.5%. Una actividad que colma con especulación lo que le falta en producción. Durante enero de este año, en tan solo 5 días el sector financiero obtuvo ganancias por 1 billón de pesos, igual a lo que 500.000 familias cafeteras perdieron en todo un año.
Más que celebrar, el gobierno de Santos debería sentirse avergonzado con los resultados del PIB. La industria manufacturera se contrajo 0.7%, la agricultura creció 2.6% y las importaciones crecieron 8% mientras las exportaciones lo hicieron en 6%. Se configura el peor de los escenarios posibles: la incapacidad del aparato productivo nacional para abastecer con mercancías y alimentos al mercado interno, aumenta las importaciones, reemplazando producción y trabajo nacional por extranjero. Ante la ausencia de nuevas industrias, agricultura y empleo de calidad, los colombianos sobreviven a préstamo. En el último año la cartera de crédito aumentó 15%, 3.75 veces más que el crecimiento económico, llegando a 248 billones de pesos; es decir, más ganancias para el sector financiero. Mientras la cartera vencida aumentó 27%, llegando a 7.5 billones de pesos, el incremento más alto desde 2009.
En resumen, la colombiana es una economía que se sostiene sobre dos palitos de helado: la extracción descontrolada de recursos naturales no renovables y la ‘prosperidad’ al debe. Tristemente para la mayoría de los colombianos, la caída será dolorosa. La única esperanza que tenemos es apostarle a un modelo económico diferente al neoliberal, y para ello se requiere una clase dirigente diferente.
Bogotá, 22 de marzo de 2013