Por: Carlos Francisco Fernández*
El Tiempo, Bogotá D.C., 3 de septiembre de 2018
Richard Roberts, premio nobel de medicina, compartirá sus experiencias con científicos colombianos.
“Mi principal objeción a la investigación que hacen las farmacéuticas es que, generalmente, se centran en medicamentos que alivian los síntomas y, por lo tanto, serán necesarios a lo largo de la vida. La cura los deja por fuera del negocio porque limita el tiempo de uso de sus productos”.
Así, con franqueza, habla Richard John Roberts, bioquímico inglés, que en 1993, junto a Phillip Sharp, fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina por sus descubrimientos sobre la estructura de los genes.
Roberts, que visita el país invitado por la Universidad Nacional para dictar la cátedra de Sede José Celestino Mutis, es el responsable de que el mundo sepa que los genes son segmentos bien diferenciados de ADN y no cadenas continuas como se creía, al punto de que entre ellos se intercalan fragmentos de ácido nucleico que no forman parte de la información del gen y que ahora se conocen como intrones.
En medicina, este hallazgo se ha considerado como el mecanismo para ayudar a comprender las más de 5.000 enfermedades relacionadas con la herencia y que pueden ser consecuencia de errores en el proceso de unión de estos genes discontinuos, entre ellas el mismo cáncer.
Defensor de la modificación genética cuando esta beneficia a la humanidad y uno de los investigadores más prolíficos de la llamada biotecnología, ha sido también un activista visible a favor de los organismos genéticamente modificados (OGM), bajo la premisa de que los debates deben estar soportados en la ciencia y “no solo en doctrinas religiosas o posiciones extremistas”.
“Todo empezó cuando mi padre, mecánico, me regaló un juego de química, y que aún me divierte jugar”, dice Roberts en diálogo con EL TIEMPO.
¿Qué hizo que un fanático del billar se convirtiera en ganador del Premio Nobel?
La suerte.
¿Cómo es eso de que los dogmas y el conocimiento popular lo retan?
El dogma a menudo está equivocado y el conocimiento popular, que casi siempre se basa en el dogma, también puede ser incorrecto. Yo creo en el escepticismo: no creas todo lo que oyes a menos que esté respaldado por un buen soporte experimental.
De manera sencilla, explíquenos qué fue lo que descubrió.
Encontramos que los genes no eran continuos, sino que estaban divididos y con eso tuvimos que cambiar la visión de cómo se replicaban los mensajeros (ARN) que le llevan las órdenes a las células.
Fue un descubrimiento esencial para interpretar la secuencia del genoma humano y otros genomas de organismos superiores. Eventualmente, será vital si realmente queremos entender cómo funciona todo el organismo humano.
Ese nivel de conocimiento de los genes permite hacer cosas impensables, antes ligadas a la ficción. Se dice que se juega a ser Dios…
Como ateo, no creo en Dios, entonces no puedo jugar a ser Dios. Sin embargo, podremos entender la importancia de las mutaciones perjudiciales y pronto podremos solucionarlas en muchos casos. Esto beneficiará a la humanidad de maneras diferentes.
¿Cuál debería ser el límite de la modificación genética?
Personalmente estoy a favor de la modificación genética cuando puede beneficiar a la humanidad. Por lo tanto, proporcionar mejores cultivos para la producción de alimentos, curar enfermedades genéticas y aliviar el sufrimiento son objetivos aceptables por esta vía. Sin embargo, creo que debe existir un debate razonable con la sociedad para buscar consensos sobre lo que es aceptable, con argumentos basados en la ciencia y no solo en doctrinas religiosas o posiciones extremistas.
Usted ha manifestado que la ONG Greenpeace comete un acto de lesa humanidad con su oposición a los transgénicos, ¿a qué viene esa afirmación?
Debido a que Greenpeace y en general el movimiento anti-OGM se oponen al uso de técnicas de modificación genética (OGM), que mejoran cultivos agrícolas, con eso condenan a las personas a morir, especialmente, en el mundo en desarrollo. Los ciudadanos de estos países no han tenido acceso a las espectaculares mejoras agrícolas surgidas en el mundo desarrollado. Sin ese acceso, estarán condenados a morir de hambre y seguir cultivando cosechas con una nutrición deficiente. Muchos ya han muerto y más lo harán. La oposición al arroz dorado, que podría ayudar a prevenir la ceguera infantil, es apenas un ejemplo de la falta de lógica en esta oposición.
¿De qué otra manera se puede describir esta oposición irracional y no científica que no sea un crimen contra la humanidad?
Pero la gente todavía cree que los transgénicos pueden causar cáncer, ¿qué dice al respecto?
No hay evidencia científica sólida que indique que las plantas desarrolladas por transgénesis sean peligrosas. Desde su primera presentación, hace casi 30 años, no ha habido estudios creíbles que indiquen que sean peligrosas. No se puede decir lo mismo de los cultivos producidos por métodos tradicionales. La transgénesis y los OGM son muy seguros.
En Colombia existe la preocupación generalizada de que los transgénicos pueden acabar con las semillas nativas o criollas, ¿hay razón en esto?
Deben darse cuenta de que los cultivos nativos probablemente puedan mejorarse usando métodos de modificación genética (OGM). Esto lo pueden hacer sus científicos locales y pueden reclamar los derechos de propiedad intelectual para eso. Si se pueden mejorar sus propios cultivos y hacerlos mejores, ¿por qué no hacerlo?
¿Y por qué no seguir sembrando lo que sembraron los abuelos, no es que el tiempo pasado fue mejor?
Eso no es cierto, solo recuerde el momento en que los antibióticos no estaban disponibles. La vida es mucho mejor ahora.
Lo escucho y creo que la voz de los científicos es menos escuchada que la de los activistas, ¿me equivoco?
Los activistas han sido muy buenos recaudando dinero para su activismo y pueden permitirse gastar mucho en publicidad. Los científicos, por otro lado, no tienen fondos designados para promulgar su experiencia y comienzan con una gran desventaja. No hay dinero en subvenciones que pagarían por publicidad positiva sobre algunos hallazgos. Fíjese en el tema de los OGM, que ha permitido el desarrollo de fármacos, hormonas y vacunas y, sin embargo, estos no se atacan, pero sí las semillas y otros avances agrícolas.
Cambiando de tema, ¿quién debería financiar la investigación en un país?
La investigación para el bien público, que generalmente significa investigación básica, debe ser respaldada principalmente por el Gobierno. Por otro lado, cuando los productos comerciales están a la vista, tiene sentido que las compañías comerciales financien los desarrollos necesarios. En muchos casos tiene sentido que las empresas privadas y el Gobierno unan fuerzas para impulsar ciertas áreas de investigación.
¿Qué opina de la investigación realizada por algunas compañías farmacéuticas?
La investigación es generalmente muy buena. Mi objeción es que se orienta generalmente a encontrar medicamentos que alivien síntomas para que sean necesarios a lo largo de la vida del paciente en lugar de buscar la cura, y eso me parece poco sincero. La cura los deja fuera del negocio porque limita el tiempo de uso de los medicamentos.
Esa es una de las razones por las que algunas compañías farmacéuticas son reacias a buscar nuevos antibióticos. Un buen antibiótico cura la enfermedad, pero eso hace que no haya más ventas.
¿Cree en la investigación en salud que se hace regida por las leyes del mercado?
A menudo, las leyes son inadecuadas y siguen los avances de la investigación, en lugar de precederlas. Como no hay anticipación a los adelantos de la medicina, no elaboran reglas de juego (leyes) para controlar el uso de nuevos avances médicos, que terminan por presionar los mercados a su favor.
Entonces, ¿hay que estar prevenidos ante la rápida evolución de la ciencia?
No, debemos aprovecharla, pero asegúrese de que haya suficientes personas conscientes de lo que se está haciendo para que cualquier problema potencial pueda abordarse rápidamente.
Por último, algo más prosaico: ¿qué es lo que más le divierte de la ciencia?
Hacer descubrimientos, ya sean grandes o pequeños. Me encanta ver cosas por primera vez. El simple hecho de saber que nadie más ha visto algo antes es muy emocionante.
*ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO@SaludET