Lo que parece ser pero no es
La mayoría de los colombianos suele asistir al acostumbrado rito de ilusiones cada vez que se cambia el Presidente, rito que dura desde el día en que gana las elecciones hasta una fecha más o menos lejana al momento de posesionarse, y durante el cual no puede saberse –dicen– si el nuevo jefe de Estado resolverá o no los graves problemas de la nación. Lo que podría llamarse una tendencia natural a la confusión que facilita el engaño se agrava cuando el mandatario, como ocurre con Santos, decide como política diferenciarse de su antecesor, no porque tenga con él discrepancias de fondo sino porque entiende que debe lograr los mismos objetivos pero con sus propias maneras. Si rápido se concluye que Santos I es Uribe III, Juan Manuel Santos habrá fracasado.
En esta maniobra de venderle al comensal gato por liebre juega un rol importante centrar los comentarios en las formas de los nuevos funcionarios y en temas secundarios, y no en las principales políticas que aplicarán y que dicta Juan Manuel Santos y no sus colaboradores. Cuando se sucede a un gobierno de maneras tan cuestionables como el de Álvaro Uribe, resulta más fácil utilizar aspectos no fundamentales para presentarse como de verdad diferente. Para hablar sobre la política de gobierno del actual presidente de la República nos acompañará una vez más el Senador por el PDA Jorge Enrique Robledo, quién presentará su mirada crítica sobre lo que parece ser un buen plan para dirigir el país, pero en realidad no lo es.
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