La producción industrial de Colombia pasó de participar con el 25% del PIB hace 30 años a contribuir con solo el 13% de dicho PIB en la actualidad.
No pocos países como Estados Unidos también acusan tendencias como la descrita para Colombia. Pero ellos emigraron a sectores de más alta tecnología y a los servicios. Nosotros, en cambio, hemos retrocedido hacia el subempleo y hacia la informalidad.
La causa de dicho proceso es la reducción en el lucro industrial y agropecuario como resultado de la innovación tecnológica o de las competencias desleales. La tecnología compite en forma admirable con medios más eficientes de producción, como la maquinaria, los avances científicos… Pero las competencias desleales destruyen con sus monedas devaluadas, como la China o con emisiones para reactivar su economía, como los Estados Unidos. Y en Colombia complementamos lo anterior con lavado de dinero en todas sus formas: contrabando, subfacturaciones, las sospechosas inversiones extranjeras directas y la ineficacia de las autoridades monetarias y aduaneras para atenuar la apreciación del peso.
En relación con lo anterior, sostiene el exministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, que “la causa básica es la combinación de una tasa de cambio sobrevaluada con una “indigestión de TLC”. La tasa de cambio ha estado sobrevaluada en ocasiones anteriores, pero por períodos más cortos y en los cuales se tomaron acciones más firmes para frenarla”.
Y continúa Ocampo, “el mayor mito es que los TLC ofrecen grandes oportunidades para crecer. Esto puede ser cierto cuando se tiene capacidad productiva, pero esa capacidad no se construye por el mero hecho de tener oportunidades para exportar”. “México en los 20 años transcurridos desde cuando firmó su TLC con los Estados Unidos tan solo ha crecido un promedio del 2,6% anual”.
Anif propone tres pilares para la reindustrialización, a saber: 1. Canalizar recursos a ciertos sectores del agro, transportes, maquinaria y telecomunicaciones. 2. Agrupar industrias por sectores productivos, juntar los textileros, los confeccionistas… 3. Trasladar industrias del centro del país hacia las costas. Acertadas propuestas; pero mientras en Colombia no se vislumbren posibilidades de lucro con seguridad, nada de esto nos funcionará.
En esta columna hemos insistido en la necesidad de contar con una tasa de cambio competitiva. Se argumenta que el Emisor tan solo puede comprar exiguos, insuficientes 20 millones de dólares por día. Nos atemorizamos con el anuncio del gerente del Emisor, según el cual en 2013 perderá el Emisor 1,6 billones de pesos en sus ganancias operacionales, por culpa de la devaluación frente al dólar de las monedas en que se encuentran invertidas nuestras reservas internacionales, ya que esta pérdida deberá pagarse con dinero del Presupuesto Nacional, con nuestros impuestos.
Pero se celebran soluciones engañosas, fuente de precedentes nefastos, como los cerca de 4 billones de pesos –el impuesto del 4 por mil- que el Minhacienda ha destinado para comprar café, papas… en lugar de haberlos canalizado previamente a comprar dólares en beneficio de todos los sectores productivos. ¿Miopía de Minhacienda y del Emisor? Con una tasa de cambio cercana a los $2.200 por dólar, quizá, se habrían evitado todas las protestas recientes. ¿Acaso no merece el Emisor apoyo para que invierta en forma mesurada nuestros impuestos en defensa de la producción y los empleos domésticos ante los abusos de las monedas manipuladas en provecho de los poderosos?
Hernán González Rodríguez, Opinión El Espectador.