Por: Carlos F. Fernández y Ronny Suárez
El Tiempo, Bogotá D.C., 23 de marzo de 2018
Pasará a la historia como el padre de la genética en América Latina. Una mente brillante.
“Tengo una diplomacia de camionero”, solía decir el profesor Emilio Yunis para justificar las frases tan directas, tan sinceras, sin atajos, con las que siempre dejaba ver que no tragaba entero. Con ese acento sincelejano que nunca lo abandonó y que se impuso al estilo de vida bogotano que llevaba hace varias décadas, siempre dejó ver un inconformismo irredimible.
Yunis era un luchador, un apasionado en todo lo que hacía, dice su hijo Juan José, que lo recuerda como el trabajador incansable que nunca tuvo vacaciones y para quien, a pesar del disgusto de sus hijos, los días domingos y feriados también eran para trabajar.
Juan José fue quien confirmó la noticia de su muerte. El padre de la genética en América Latina falleció en la madrugada de este viernes en Bogotá, a los 80 años. Un paro cardiorrespiratorio súbito fue el desenlace de algunas complicaciones recientes derivadas de una caída que había sufrido hace algún tiempo.
Sin embargo, la capacidad académica del genetista se mantuvo hasta el último instante. Juan José afirma que, si bien el profesor se había retirado de la actividad profesional como directivo de su laboratorio de genética, su producción desde el plano intelectual nunca cesó.
Le era difícil desprenderse, así no más, de la vida académica que lo convirtió en un referente mundial de la genética en todos sus campos. Su trayectoria científica y su disciplina lo demuestran. Fue pionero de la genética humana, investigador de todas las horas y creador del programa de genética de la Universidad Nacional y de la primera maestría investigativa en ese mismo claustro, con un fuerte componente de formación en genética clínica.
En su haber quedan los preceptos de la genética en todos los campos, el descubrimiento de tres enfermedades nuevas descritas por él, una de las cuales lleva su nombre (síndrome de Yunis-varón, enfermedad genética de carácter autosómico recesivo poco frecuente que afecta el sistema esquelético, el tejido ectodérmico, el corazón y las vías respiratorias del ser humano).
Fue merecedor del premio de ciencia nacional Alejandro Ángel Escobar en 1979 por su trabajo y en varias oportunidades fue reconocido con el Premio Nacional de Medicina a la investigación.
Hace 25 años fue el creador del Instituto de Genética de la Universidad Nacional, pionero en el país de la introducción de las pruebas de ADN en materia forense y, por extensión, en el continente. También fue un adelantado en la introducción de las pruebas de inmunogenética para trasplantes y en los estudios de genética poblacional.
Pero hablar de su legado solo desde el plano científico sería desconocer la complejidad de su obra. Escritor e investigador, deja ocho libros publicados, incluidas dos novelas. En dos de ellos mostró un terco desliz hacia la sociobiología, o el comportamiento social a partir de la condición biológica. El primero ¿Por qué somos así?, en el que trataba de explicar la actitud de los colombianos a partir de la biología y de la genética, y el segundo: Somos así, en el que consolida drásticamente su teoría.
Los genes de Yunis
Aunque vivía por y para la genética, Emilio Yunis cedía ante un partido de béisbol de los Red Sox. Siempre que ese equipo de Boston jugaba, él se pegaba a la pantalla y vivía el encuentro como si estuviera en el diamante.
Lo mismo le ocurría con sus orquídeas, que las plantaba de manera religiosa en el jardín de su casa en Chía. A ellas les dedicaba horas en medio de sus pensamientos.
De igual forma, la música clásica y el porro que, como decía, lo transportaba a sus años de infancia en su tierra: el departamento de Sucre. Y, cómo no, la lectura. Se ufanaba de leer hasta cinco libros al tiempo y estos mismos le servían para alimentar siempre sus argumentos en esa diplomacia de camionero que ostentaba.
Era un pensador, una mente brillante a la que le envidio la capacidad de enlazar todos los temas, sintetizarlos y a partir de ellos plantear propuestas
Pero su familia, sin duda, fue su gen dominante. Se casó con Luz Londoño, una paisa profesora de ballet, artista y ceramista, con la que tuvo cuatro hijos varones: Carlos Emilio (ya fallecido), Juan José, que sigue sus pasos como genetista; Pedro, administrador de empresas, y Daniel Andrés, empresario; cuatro vástagos que, para equilibrar desde el plano biológico que tanto estudió el profesor, le dejaron nueve nietas, las mujeres ante las cuales siempre agachó la cabeza.
“No por tratarse de mi papá, pero tengo que decir que era un pensador, una mente brillante a la que le envidio la capacidad de enlazar todos los temas, sintetizarlos y a partir de ellos plantear propuestas siempre geniales. Creo que me hará falta no solo a mí”, comenta Juan José.
Yunis, el profesor
Después de haberse graduado como médico en la Universidad de Antioquia en 1959, se vinculó dos años después a la Universidad Nacional, donde rondó sus aulas durante 37 años, todos ellos dedicados a la formación de varias generaciones de médicos e investigadores. En el 2012, este centro educativo le otorgó el doctorado honoris causa por su labor de docencia, investigación y servicio a la comunidad.
El doctor Yunis fue el promotor de que los programas de medicina tuvieran asignaturas de genética y que los estudiantes de las universidades médicas y biológicas se formaran en el área.
Su sola presencia infundía un imponente respeto y credibilidad, recuerdan sus alumnos. “Lo que más me marcó fue su claridad y certeza en el discurso científico. También la generosidad y capacidad que tenía para transmitir a sus alumnos todo su conocimiento. Nunca como profesor evidenció un atisbo de egoísmo”, dice Gonzalo Guevara, genetista, quien no duda en asegurar que escogió esa disciplina por influencia directa de Yunis.
Y a pesar de ser un investigador nato, su olfato clínico único en el campo de la genética fue trascendental. Yunis podía concluir un diagnóstico exacto con solo mirar los rasgos de las personas. Pero no solo lo recuerdan en las aulas como un investigador, sino como un filósofo y pensador claro de la cotidianidad, con marcadas posturas políticas que, incluso, en algunas ocasiones le generaron problemas.
“Hoy se ubicaría en el centro izquierda de la política, pero en sus inicios tal vez tuvo un pensamiento más de extremo que no estuvo exento de debate”, asegura su hijo Juan José.
Se fue Emilio José Yunis, un científico a carta cabal, pero por encima de todo, un humanista y un pensador que deja una herencia vital en momentos en que el país más la necesita.