La semana pasada entregaron los últimos $ 201 millones de la venta de maquinaria como chatarra.
Después de cuatro años en ‘estado de coma’, acaban de declararle la muerte a la Fábrica Nacional de Muñecos (FNM), que fue la mayor insignia de la industria de juguetes en el país.
La semana pasada el liquidador, Luis Alberto Camargo, repartió los últimos 201 millones de pesos que se obtuvieron por la venta de los vestigios de la maquinaria que les dio la existencia al famoso ‘Agelino’ dormilón, al ‘Daniel’ y al ‘Ricardo’, entre otros muñecos que alegraron la vida a los niños colombianos por cerca de seis décadas.
Con el pago de los últimos activos se dio por terminado un proceso de liquidación judicial que fue ordenado por la Superintendencia de Sociedades en el 2010, después de que la familia Bernal –los propietarios– incumpliera el plan de pagos al que se había comprometido.
En ese momento las mayores deudas eran por concepto de servicios públicos e impuestos, pero al final el saldo rojo incluyó a los exempleados, a los dueños de bodegas y hasta al propio liquidador, que no se pudo pagar lo que le correspondía por su labor.
Las acreencias que no se van a poder saldar ascienden a más de 8.000 millones de pesos, según Camargo.
Ahora, varios de los extrabajadores planean demandar al Estado por permitir que los herederos de Jorge Humberto Bernal Valero, el fundador, vendieran varios terrenos para pagarles a los bancos, cuando la Constitución ordena darles prioridad a los trabajadores y pensionados.
También, les llama la atención que de los 201 millones de pesos que repartieron recientemente, 163 millones hayan sido para Bernal Valero, hoy de 93 años, y a que otros cuatro extrabajadores solo les haya correspondido de a 9 millones de los 24 que les adeudaban.
“Él les había cedido la empresa a los hijos y figuraba como pensionado, con la máxima mesada”, dijo Camargo.
No se supo adaptar
El liquidador explicó que tras ser una empresa próspera, la FNM se fue desactualizando en tecnología y no pudo competir con los juguetes que llegaban desde el exterior de contrabando y con la apertura económica.
Cuando comenzó el declive, se fueron retrasando los sueldos de las 27 personas que figuraban en nómina, hasta que cesaron completamente en diciembre del 2009.
Entonces, se alquiló parte del montaje para fabricar tubos de pvc, pero posteriormente la firma contratante compró su propia maquinaria. En tiempos de esplendor, la compañía llegó a emplear a cien personas e inundaba con publicidad los medios de comunicación en las vísperas de la Navidad.
Néstor Alonso López