Por: Santiago Vargas*
El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 2016
Se sigue estudiando si el fulereno transportó el carbono esencial para nuestra vida.
El hallazgo hace tres décadas de una molécula con apariencia de balón de fútbol, pero con una circunferencia mil millones de veces más pequeña, fue una sorpresa pese a que desde finales de la década de 1960 se había predicho la existencia de “compuestos no planos” del carbono.
A uno de sus descubridores, el británico Harry Kroto, la forma de la molécula le recordaba los diseños futuristas de Richard Buckminster ‘Bucky’ Fuller, y en particular la cúpula geodésica que este inventor patentó en 1954. ‘Bucky’ se había convertido a mediados del siglo XX en un famoso diseñador de estas estructuras y su trabajo resonó con fuerza desde la Exposición Universal de Montreal, de 1963, donde instaló su cúpula más conocida.
Para Kroto fue casi inminente denominar buckminsterfullereno (o buckybola) a la recién descubierta molécula, que también fue llamada futboleno (justamente por el parecido con el balón de fútbol), aunque por la poca afición futbolística de sus descubridores este último apelativo no tuvo tanta repercusión.
El término genérico fullereno (también escrito como fulereno) incluye otras configuraciones tridimensionales que se encontraron para el carbono, como el de 70 átomos (C70), que también tiene forma de pelota, pero en este de rugby. Los fullerenos pueden verse como jaulas cerradas de carbono y en la década de 1990 revolucionaron el campo de la investigación química cuando se comenzaron a desentrañar algunas de sus propiedades.
Su estable estructura de jaula permite, por ejemplo, usarlo para ‘empaquetar’ átomos de diferentes elementos. Abrieron un campo de estudio en ciencia, como lo es el que desarrolla nanoformas de carbono (nanotubos, nanodiamantes o cebollas de carbono). También se encontró que cambia sus propiedades al exponerse a luz ultravioleta y que son superconductores de la electricidad a bajas temperaturas (entre -263 y -233 grados centígrados).
Más sorpresas vendrían en este milenio cuando los fullerenos C60 y C70, que ahora se producen en cantidades de kilos en el laboratorio a partir de hollín como el que sale de los carros y fábricas, fueron encontrados en el espacio exterior. El descubrimiento se dio alrededor de estrellas como nuestro Sol, cuando son viejas (lo que se conoce como nebulosas planetarias). Algunos mantienen que si existen estructuras tan complejas en el universo, puede ser un aliciente para sugerir que los procesos físicos para originar vida podrían ser más comunes de lo que se creía.
Kroto pronosticó que su descubrimiento se encontraría en todo el Universo, y que estas ‘bellas’ moléculas podrían haber transportado el carbono, esencial para nuestra supervivencia, y sustancias que pueden impulsar el comienzo de la vida a los sitios donde luego se forman planetas. Esto último sigue siendo fuente de investigación en la astrofísica.
*Profesor investigador del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional.
@astrosvd