Guillermo Guevara Pardo, Tribuna Magisterial, Bogotá, junio 6 de 2010.
La noticia científica de estos últimos días ha sido sin duda la producida por J. Kraig Venter y su grupo de investigación, quienes anunciaron en la revista Science la creación de la primera célula dotada con un genoma completamente artificial, una especie de frankenstein bacteriano. Este logro científico fue alcanzado tras 15 años de investigación en el J. Craig Venter Institute en Maryland y California y, una inversión de 40 millones de dólares. Es de anotar que el doctor Venter fue uno de los artífices del desciframiento del genoma humano y que en el año 2003 ya había logrado la fabricación de un virus completamente artificial, técnica que le ha permitido dar un paso adelante, hacia un organismo de mayor complejidad: una bacteria.
¿Pero cómo se ha logrado tal hazaña? Grosso modo, a partir de una bacteria denominada Mycoplasma mycoides se copió artificialmente toda su información genética la cual se almacena en la molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN); posteriormente el ADN artificial fue introducido en otra bacteria huésped (Mycoplasma capricolum) la cual aportó únicamente su citoplasma. La nueva bacteria así manipulada se reprodujo millones de veces y su funcionamiento quedó totalmente bajo la dirección del ADN sintético. Por primera vez se había logrado que un organismo entero quedara controlado por una información genética que de manera completa fue construida en el laboratorio; pero todavía no se puede decir que se ha creado un organismo vivo enteramente artificial. Seguramente los siguientes pasos se darán hacia la construcción de genomas de células de mayor complejidad, como pueden ser las levaduras.
Las posibles aplicaciones prácticas de este logro científico son inimaginables: por ahora se piensa en su utilización para producir combustibles y nuevos tipos de medicamentos, absorción de los dañinos gases atmosféricos que contribuyen al efecto invernadero. Pero será el desarrollo tecnológico que a partir de aquí se produzca el que irá señalando nuevos usos para estas tecnocélulas.
Como toda novedad científica ésta ha despertado algunas dudas e inquietudes, especialmente entre aquellos que se preguntan sobre los efectos que tendrían en el medio ambiente esos microorganismos semisintéticos, pues podrían convertirse en otra forma de contaminación. El frankenstein bacteriano también ha representado otro golpe directo a la esencia de la concepción del diseño inteligente y ha demostrado, una vez más, que la vida no está controlada por la acción de ningún agente sobrenatural y que por el contrario ella está sometida al cumplimiento de estrictas leyes naturales, cognoscibles y manipulables.
J. Craig Venter, además de destacado científico, es un acaudalado empresario que siguiendo la lógica capitalista pretende patentar su novedoso microbio, lo cual ha sido rechazado, entre otros, por John Sulston, premio Nobel de Medicina de 2002, quien ha sostenido que si Venter logra la patente tendría el monopolio en la ingeniería genética. Una muestra más de cómo el capital corrompe los nobles ideales de la ciencia.