Rafael Colmenares
Cuando las fuerzas de la naturaleza se manifiestan con toda su intensidad pueden causar grandes desastres a la sociedad: la violenta erupción del Vesubio sepultó bajo toneladas de lava a las ciudades de Pompeya y Herculano, mientras que este año la descomunal fuerza del mar arrasó con varias ciudades en Japón. Pero en países como Colombia, golpeados además por las condiciones de extrema pobreza en que está sumida una gran proporción de su población, los desastres son principalmente desastres sociales, como acabamos de ver en la reciente ola invernal. El gobierno del presidente Santos pretende culpar únicamente al crudo invierno. Pero la realidad es otra, como claramente lo señala el autor de este artículo, quien es un reconocido especialista en temas medioambientales.
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