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La importancia científica de la Reserva Thomas van der Hammen

Mar 15, 2016

Por: Rodrigo Mutis, miembro de Herencia Ambiental Thomas van der Hammen nació en Schiedam (Holanda) el 27 de septiembre de 1924, en 1945 comenzó sus estudios universitarios en biología y geología. En 1949 obtuvo el grado de Máster en paleontología y botánica de la Universidad de Leiden, en Holanda, y en julio de 1951 obtuvo […]
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Por: Rodrigo Mutis, miembro de Herencia Ambiental

Thomas van der Hammen nació en Schiedam (Holanda) el 27 de septiembre de 1924, en 1945 comenzó sus estudios universitarios en biología y geología. En 1949 obtuvo el grado de Máster en paleontología y botánica de la Universidad de Leiden, en Holanda, y en julio de 1951 obtuvo el grado de PhD.

Durante los años 50, decide radicarse en Colombia, dando inicio a toda una época de inmensos aportes biológicos y geológicos a la ciencia colombiana. Entre estos, el estudio de la era tardiglaciar de la Sabana Bogotana, la peleoecología colombiana y la historia de la vegetación suramericana. Sobre todo, se destacan sus estudios sobre la importancia de nuestros ecosistemas  y la introducción de una teoría ecológica holandesa a nuestro país, el concepto de Estructura Ecológica Principal. Por casi 50 años, Thomas van der Hammen desarrollaría está teoría para entender la Sabana de Bogotá. Así, llegó a la fascinante conclusión de que ecosistemas bien identificados tendrían que estar conectados biológicamente, entre ellos los cerros orientales, los humedales y el río Bogotá, ubicando un área estratégica para esto al norte de la ciudad.

La comunidad científica colombiana rápidamente le dio la razón y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, soportó la creación de una reserva al norte de la ciudad, con un documento base, necesario para la declaración de áreas protegidas en Colombia, recalcando la importancia de conservación de la diversidad de especies vegetales y animales. En particular, especies endémicas, algunas en peligro de extinción de la Sabana de Bogotá, como  el Senecio carbonelli (Senecio de pantano), Calceolaria bogotensis (Tote o silvato), Cistothorus apolinari (Chirriador), Rallus semiplumbeus (Tingua bogotana), Ixobrichus exilis (Garza dorada), Synallaxis subpudica (Chamicero), Gallinula melanops bogotensis (Tingua moteada), Troglodytes aedon (Cucarachero, especie endémica de la franja de bosque altoandino colombiano), Assio flameus (Búho orejicorto bogotano), entre otros. Además los ecosistemas en que pueden vivir, son los últimos bosques de la planicie de la Sabana de Bogotá y  humedales conservados (1).

Durante diciembre del 2010 y enero del 2011, científicos de la Universidad Nacional de Colombia, realizaron diferentes estudios de campo en la reserva. Por ejemplo, los realizados por los doctores Gary Stiles y Loretta Rosselli, sobre la importancia de las aves como medidor de la conectividad entre los ecosistemas, dándole la razón a van der Hammen ya que la conectividad entre diferentes poblaciones de aves en la Reserva es una cuestión fundamental para evitar la extinción.

También, el profesor Gonzalo Andrade, experto en mariposas, encontró 23 especies, 3 familias, 6 subfamilias y se descubrieron dos especies nuevas de mariposas para la ciencia (2). Francisco Sánchez y Karin Osbhal, en un estudio sobre pequeños mamíferos encontraron 6 especies en la zona oriental de la Reserva que no están en ninguna otra parte de la zona norte de Bogotá. En un estudio botánico, realizado por Sandra Cortés se identificó que las coberturas vegetales divididas en bosques, pastizales y humedales, muestran una enorme diversidad, con un total de 486 especies (que con líquenes, musgos y hepáticas aumenta a 514 especies), de las cuales el 80% son nativas.

Diferentes estudios realizados por Sergio Gaviria y Alexis Jaramillo, profesores de la Universidad  Nacional, corroboran cómo fluye agua subterránea entre humedales, cerros y río Bogotá, gracias a la Reserva Thomas van der Hammen, demostrando, que su importancia científica no se limita a la biología.

Durante los últimos 20 años se han realizado cerca de 50 estudios científicos, que se han convertido en garantía de la importancia de la existencia de un área protegida en el norte de la ciudad. Su defensa y preservación, son indispensables no solo para mantener un ecosistema sano de la ciudad de Bogotá, sino también porque podría convertirse en un santuario para la ciencia, en el que realmente podamos conocer la enorme biodiversidad con la que contamos los capitalinos.

Referencias

1) Soporte de la declaración sobre la reserva forestal Regional del Norte «RFRN» de Bogotá, Academia Colombiana de ciencias exactas físicas y naturales

http://www.eltiempo.com/contenido/bogota/ARCHIVO/ARCHIVO-16508881-0.pdf

2) Nuevas especies de mariposas en borde norte de Bogotá, unperiodico, 2011.

http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/nuevas-especies-de-mariposas-en-borde-norte-de-bogota.html

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