Al presidente Biden se la ha juntado un conjunto de problemas: la recesión, el empantanamiento en la guerra de Ucrania, el aumento de la inflación, la avalancha de inmigrantes, las dificultades en la cadena de suministros, la pérdida de popularidad y el fracaso de su agenda climática.
Los analistas económicos difieren sobre los detalles de la recesión, algunos la relativizan, otros dicen que todavía no llega, pero lo cierto es que el producto interno bruto cayó en el segundo trimestre en 0,2 % cuando ya había caído 0,4 % en el primero del presente año. Esto se presentó después de que se inyectaron fuertes sumas a la economía en los últimos años y aunque se habla de un crecimiento del empleo, también es cierto que ha caído el salario real. Al parecer después de una rápida y breve recuperación, el horizonte económico no está despejado y el mejor indicador es el aumento desmesurado en el precio de la gasolina.
Biden es también el mandatario más rechazado en la historia de EE. UU. en los últimos 50 años. En su breve periodo en la presidencia ningún mandatario anterior había caído a niveles tan bajos, pasando en un año, de una aprobación del 56 % al 38 % actual. Según la encuesta de Rasmussen del 1 de agosto solo el 40 % de los probables votantes lo harían por Biden mientras el 46 lo harían por Trump. La percepción es que Biden tiene suficiente dinero para enviar armas y dineros a Ucrania, pero no para asegurar la seguridad en las calles estadounidenses.
Las tasas de interés al alza y creciente déficit fiscal están afectando el comportamiento de la economía y quitan margen de acción al gobierno. Biden ha fracasado en promover una reforma migratoria que según sus palabras asegure un camino para ciudadanía a los “soñadores” que llegaron a Estados Unidos siendo niños y a los beneficiarios del estatus de protección temporal. Aunque tiene la posibilidad de presionar al Congreso sobre este tema, las divisiones en el partido demócrata han impedido que la reforma prospere.
Para la guerra de Ucrania ha destinado millonarios recursos, sin que esto la incline a su favor y por el contrario el ejército ruso ha destruido o incautado una gran parte del material de guerra o está siendo revendido para alimentar varias guerras que se libran en todo el orbe. Solo se beneficia el complejo militar industrial. Un número importante de los principales países del mundo o apoyan a Rusia o mantienen la neutralidad. Su anuncio de que destruiría la economía rusa, la cual, si bien ha sufrido daños, está muy lejos del colapso dada su enorme importancia en la producción de energía, alimentos y minerales. La economía de occidente está recibiendo el impacto de la guerra en proporciones no previstas por quienes la están alimentando.
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El ambicioso proyecto Build Back Better (reconstruir mejor) presentado al comienzos de su gobierno para competir con el proyecto chino de las nuevas rutas de la seda, no ha sido aprobado por el Senado
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El ambicioso proyecto Build Back Better (reconstruir mejor) presentado al comienzos de su gobierno y que intentó ser convertido en una iniciativa occidental para competir con el proyecto chino de La Franja y la Ruta o las nuevas rutas de la seda y, al mismo tiempo, hacer grandes obras de infraestructura en Estados Unidos no ha sido aprobado en el Senado por la oposición de un senador demócrata, Joe Manchin de Virginia, tal vez el mayor receptor de fondos de la industria petrolera y accionista en minas de carbón.
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En julio Manchin anunció un proyecto de 369.000 millones de dólares para clima y energía, pero en él se encuentran nuevas facilidades para la construcción del oleoducto Mountain Valley un proyecto de extracción de gas con fracking en Virginia el cual arrojaría a la atmosfera millones de toneladas métricas de gases con efecto invernadero. También aseguraría el arriendo de nuevas zonas para la explotación petrolera en la costa de Alaska y en el Golfo de México y destina 3.000 millones para aumentar la tala en bosques federales y crece las exenciones tributarias para las compañías de combustibles fósiles. Un proyecto apoyado por Biden y que lo deja muy lejos de presentarse como el héroe de la lucha contra el cambio climático. Este acuerdo está en trámite y es previsible que cualquier destinación de fondos para proyectos de envergadura se empantane hasta las elecciones al parlamento que se realizaran en noviembre. Mientras tanto la industria de energía fósil sigue invirtiendo millonarias sumas en cabildeo en el Congreso y en lo que va del año ha destinado USD 63,5 millones.
La sociedad estadounidense tiene graves fracturas y cada día se habla más inclusive de una posible guerra civil. Existe un consenso universal sobre las deficiencias del actual mandatario y su política internacional es un fracaso en el sentido de que el espectro de sus alianzas se limita a las naciones que tradicionalmente apoyan su política exterior. Europa, la Unión Europea, Australia, Corea del Sur y Japón, pero muchos de ellos vacilan, tienen contradicciones entre ellos y el resto del mundo ve fortalecer un bloque económico y geopolítico en Asia y que tiene como eje la alianza entre Rusia y China.
Todo indica que lo que sucede es que un mal presidente está administrando torpemente una decadencia que cada día es más evidente.
Nota original publicada en Las 2 Orillas.