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La “mano sucia” de Chevron-Texaco en Ecuador

Oct 2, 2013

POR LUIS PADILLA La compañía norteamericana Chevron está empeñada en evitar la ejecución de la sentencia de la corte de justicia de Lago Agrio (ciudad ubicada en el Oriente ecuatoriano), que le ordena pagar cerca de 19 mil millones de dólares para limpiar la zona afectada y prestar servicios de salud y agua potable a […]

POR LUIS PADILLA

La compañía norteamericana Chevron está empeñada en evitar la ejecución de la sentencia de la corte de justicia de Lago Agrio (ciudad ubicada en el Oriente ecuatoriano), que le ordena pagar cerca de 19 mil millones de dólares para limpiar la zona afectada y prestar servicios de salud y agua potable a sus habitantes. Con este propósito, esta compañía petrolera ya ha gastado más de 400 millones de dólares en una campaña jurídica y económica contra Ecuador.

En una visita a una piscina tóxica cerca del pozo petrolero Aguarico 4, operado décadas atrás por Texaco, en plena amazonía ecuatoriana, el presidente Rafael Correa denunció que como ésta hay unas mil piscinas que esta empresa (que se fusionó con Chevron en 2001) dejó abiertas, en cerca de tres décadas de explotación petrolera en la selva amazónica, entre 1964 y 1992. Se estima que vertió en las piscinas unos 18 mil millones de galones de agua contaminada con petróleo, que sigue filtrándose en la tierra o se derrama durante los aguaceros, además de otros 17 millones de galones de petróleo que se derramó en accidentes; estas cantidades hacen que el daño total sea mucho mayor que el derrame de Exxon Valdez en Alaska, o por el provocado por British Petroleum en el Golfo de México.

“Es uno de los desastres ambientales más graves de la humanidad “, señaló Correa.

Por ello, Ecuador prepara información para presentarla a fin de año ante la Corte de La Haya sobre el daño a las comunidades amazónicas y al medioambiente, provocado por negligencia durante 26 años de operación de Chevron-Texaco, que entre 1964 y 1990 explotó el 88% del total de la producción petrolera del Ecuador.

Se ha establecido la afectación al delicado ecosistema amazónico a partir del vertido de 680.000 barriles de crudo a los ríos, flora y fauna de las provincias amazónicas de Orellana y Sucumbíos. El propio representante legal de Texaco, Rodrigo Pérez Pallares, admitió que su compañía vertió 15.834 millones de galones de agua tóxica, altamente cancerígena.

Además, en ese lapso se quemaron 235.000 millones de pies cúbicos de gas al aire libre. El presidente Rafael Correa difundió que ese desastre supera 85 veces al derrame de British Petroleum en el Golfo de México y 18 veces al desastre de Exxon Valdez, en las costas de Alaska.

La Agencia Andes recabó información pública sobre las consecuencias de esa operación sobre la vida de unos 30.000 ciudadanos amazónicos afectados -muchos son miembros de comunidades ancestrales minoritarias- pero también sobre el daño a la tierra y al agua de esas zonas del norte amazónico del Ecuador.

Resulta difícil conocer el número de pozos que Texaco construyó en la zona desde 1972, cuando comenzó la producción petrolera a gran escala de Lago Agrio (Sucumbíos) porque muchos de ellos fueron recubiertos y disimulados por la multinacional.

En la actualidad, los pobladores siguen encontrando pozos de los cuales aún sale petróleo. Sin embargo, la cifra oficial que se maneja es la que determinó la Corte de Sucumbíos, de 356 pozos, con sus respectivas piscinas, lo que alcanza unas 820 fosas.

CHEVRON-TEXACO Y LA NEGLIGENCIA; SÍ TENÍAN LA TECNOLOGÍA PARA EVITAR EL DESASTRE

La explotación de estos pozos se dio sin ninguna protección hacia el medio ambiente. Lo que resulta más escandaloso es que Texaco sí poseía tecnología capaz de proteger los suelos que se encontraban bajo las piscinas de crudo. No utilizarla fue un acto de negligencia y puso al interés económico sobre la seguridad humana y la sensible biodiversidad de la selva.

Esta tecnología la usaba Texaco al explotar petróleo en Estados Unidos, sin embargo, en Ecuador no utilizó ninguna de estas.


Aspecto de una de las múltiples piscinas tóxicas llenas de residuos de petróleo
que dejó en la amazonía ecuatoriana la empresa norteamericana Chevrón.

En Estados Unidos, desde la época que comenzó Texaco a explotar el crudo ecuatoriano, reinyectaba el agua de formación residual al subsuelo. La práctica en su país era colocar una gruesa membrana (patentada por la multinacional) capaz de resistir grandes pesos, humedad, calor y evitar filtraciones debajo de las piscinas. Cuando finalizaba la explotación, se retiraba el pozo y se devolvía el agua tóxica al subsuelo en el mismo sitio donde había originalmente petróleo.

En Ecuador fue todo lo contrario: no se reinyectaron las aguas tóxicas en la tierra. Lo que sí hicieron fue poner tubos de evacuación para que las piscinas llenas de agua tóxica no se llenen. Así, incluso cuando la lluvia aumentaba el volumen de líquido en las piscinas, se drenaban con el tóxico hacia los ríos y esteros aledaños.

Además, en Ecuador no se instalaron membranas de protección en las piscinas. De esta manera se filtraron las aguas tóxicas hasta los niveles subterráneos donde contaminó el agua de consumo humano.

Moradores de Lago Agrio recuerdan que Texaco arrojaba crudo en los caminos de tierra que llegaban a sus pozos para evitar el polvo cuando circulaban los camiones.

LOS DRAMÁTICOS EFECTOS DE LA CONTAMINACIÓN CONTINÚAN

Los últimos datos del Censo de Población y Vivienda, realizado en Ecuador en 2010, revelaron que en Orellana y Sucumbíos el 47% de la población accede a agua de ríos, acequias, vertientes (16%) y pozos (31%). Se estima que 30.000 personas vieron afectadas su salud por la contaminación dejada por Chevron-Texaco.

La población de las provincias de Orellana y Sucumbíos tienen tres veces más cáncer que los habitantes del resto del país.

En la zona afectada, la cifra es aún mayor; la proporción es 6 a 1, según un estudio efectuado en 2008 por Carlos Martín Beristain, Itziar Fernández y Darío Paéz.

Según el Registro Nacional de Tumores, existe un incremento progresivo de casos de cáncer de los residentes de las provincias de Orellana y Sucumbíos.

Los casos de leucemia en niños de 0 a 4 años son tres veces más numerosos en esta zona que en el resto del país, publicó La Fundación Regional de Asesoría en Derechos Humanos.

Chevron dijo que limpiaría las piscinas, que sacaría el petróleo y que dejaría el ambiente sano, lo que nunca hizo. Solo intervino en 157 fosas, con una empresa que se encargó de rellenarlas con palos, tierra y hasta con cemento. El petróleo sigue brotando de estas piscinas e infiltrándose en las fuentes de agua subterráneas que son usadas para el consumo humano.

Hay más de 80.000 análisis que reflejan la existencia de productos tóxicos en el suelo y en el agua resultante de la contaminación por el agua tóxica que salía de la extracción del petróleo.

Un informe del 2008, del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Católica de Guayaquil afirma que las mujeres que beben agua a menos de 200 metros de las instalaciones petroleras tienen 147% más abortos que las que viven donde no hay contaminación.

En la zona de afectación, el 30% de los niños tienen anemia. En adultos esta cifra es 50% y es más frecuente en hombres mayores de 30 años que trabajaban en actividades de limpieza de crudo.

El 70% de la población que limpiaba el crudo reporta problemas de piel, problemas neurológicos, intoxicaciones respiratorias, molestias digestivas, articulares y malestar general.

El 49% de las familias que viven cerca de las instalaciones petroleras registraron haber sufrido algún tipo de afección por efecto de baños en aguas contaminadas, intoxicaciones por gas, caídas a piscinas con crudo, quema de productos de petróleo, contacto con químicos, explosiones de pozos, ruptura de oleoductos, consumo de alimentos intoxicados.

Los males más comunes son: piodermitis (50,5%), micosis (46,6%), cefaleas (17,8%), problemas respiratorios (16,4%), reacciones alérgicas (5,5%), dermatitis y problemas renales (2,7%).

LA POBREZA ASOCIADA A LA NEGLIGENCIA DE CHEVRON-TEXACO

El 94% de los campesinos encuestados en 2008 por la Universidad Católica de Guayaquil, ha sufrido pérdidas de animales, asociados a la contaminación dejada por Chevron-Texaco.

Cada familia reportó en ese año una pérdida media de 8 vacas, 5 cerdos, 2 caballos, 43 gallinas. Los animales mueren tras beber agua con crudo, caer a las piscinas o asfixiados por el gas. Sin embargo, un porcentaje de la población consume estos animales muertos, los venden o los regalan para ser consumidos.

La principal causa de muerte es el cáncer. Una farmacia de Lago Agrio confirmó que en un mes se venden 2.000 dólares en medicina para paliar este mal.

El 32% del total de muertes en las zonas afectadas es por cáncer, 3 veces más que la media nacional de muertes por cáncer (12%) de Ecuador y 4 a 5 veces superior a Orellana (7.9%) y Sucumbíos (5.6%). La tasa de mortalidad por cáncer de la población estudiada asciende a 13.6/10.000 habitantes, el doble que en la sierra, el triple que en la costa y 6 veces superior al de las provincias amazónicas.

La mayor incidencia es el cáncer de estómago, leucemia, hígado, intestino, útero y huesos. La población, empobrecida, mantiene un nivel del 19% de diagnósticos tardíos o no adecuados.

Para mayor información sobre este crimen ecológico perpetrado por la transnacional petrolera norteamericana ingrese a:


www.justiciaparaecuador.com

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