Por Diego Otero Prada
Por supuesto que la mermelada siempre ha sido utilizada por todos los gobiernos. Es parte de la estrategia de dominación de las clases dirigentes colombianas. Comprar a los parlamentarios y estos a su vez compran a los líderes locales que a su vez engatusan a los votantes. Es parte consustancial del clientelismo vitalicio y hereditario que caracteriza al sistema político colombiano. Es la monarquía del siglo XXI en Colombia. El rey es el presidente y los políticos son los nobles.
Es un sistema vitalicio porque los políticos reinan hasta muy avanzada edad y hereditario porque sus puestos se trasladan a los cónyuges, hijos, hermanos, tíos, sobrinos, nietos y biznietos. Así, los Santos se transmiten, los Pastrana, los Samper, los Gaviria, los Galán, los Serpa, los Name, los Irragori, los López en Córdoba, los García en la costa, los López, los Mateus, los Gil, … Es un sistema corrupto, en que la contratación pública está para beneficio de esta nueva nobleza bastarda. Igualmente, los puestos del Estado son repartidos entre ellos y la élite económica y financiera. Es una seudo democracia, donde reinan el dinero y los favores del Estado para llegar a los cargos de elección popular.
El sistema está clientelizado y corrupto hasta los tuétanos. Las informaciones provistas por CARACOL sobre la mermelada son una prueba fehaciente, la prueba reina de lo que sabía desde hace tiempo pero que quedó destapado. Lo sabido se hizo realidad pública.
Más de dos billones de pesos y miles de puestos repartidos por el gobierno nacional a la clase política del sistema: liberales, conservadores, de Cambio Radical, de la U y del PIN. Pero esto es sola una punta del ICEBERG. Hay que agregar la mermelada repartida por la Procuraduría, la Fiscalía, La Contraloría, la Auditoría General, la Defensoría del Pueblo, los departamentos y las alcaldías. Las cifras, si se consideran todos los entes nacionales, departamentales y municipales son impresionantes, fácilmente más de cinco billones de pesos y de miles de miles de puestos, el equivalente a dos reformas tributarias. La corrupción total. El Estado cooptado del profesor Edgar Revéiz. Una clase política depredadora de los recursos.
Veamos como un ejemplo, la mermelada para los parlamentarios de Santander, que suma 145 mil millones de pesos y 115 puestos.
El campeón de la mermelada es el senador Honorio Gálvis, que recibió 26.000 millones de pesos y 23 cargos nacionales, seguido por Edgar Gómez con 22.5000 millones de pesos y 4 puestos, Bernabé Célis con 18.924 millones de pesos y 16 puestos. En total, 14 parlamentarios de Santander gozaron de las delicias de la mermelada del señor Presidente Juan Manuel Santos. Así es muy fácil hacer política. Pero esto es muestra de un sistema que hay que destruir, volverlo cenizas, porque, de lo contrario, seguiremos en un régimen podrido, que solo beneficia a unos pocos cuantos.
Da rabia ver lo que está pasando. Por eso, invitamos a los colombianos a votar en contra de esta nueva monarquía, haciéndolo por los candidatos a las corporaciones que estamos proponiendo un nuevo modelo político, económico y social.