25 de enero de 2016
Para 2016 es preciso que el país reflexione a fondo sobre la importancia de la industria para el desarrollo económico y social. Hasta ahora, lamentablemente para Colombia, las predicciones de quienes cuestionan la orientación de la política fiscal, monetaria, productiva y comercial del país se han cumplido.
La minería no fue el motor de crecimiento prometido y, por el contrario, se desaprovecharon al menos dos lustros de producción y precios altos, cuyos recursos pudieron haber sido invertidos en sectores como la agricultura, la industria y los servicios de alto valor. Estas actividades hubieran generado más encadenamientos productivos, empleos estables y bien remunerados, conocimiento científico y tecnológico, contribución social vía creación de empresas, sustitución de importaciones, fortalecimiento del mercado interno, en general, más riqueza nacional.
La coyuntura mundial, sin lugar a dudas, ha sido un factor determinante para explicar la crisis económica de Colombia en la actualidad. Sin embargo, de haber tomado las precauciones necesarias, la Nación podría estar mejor preparada para afrontar la turbulencia. En lugar de eso, no se ha podido aprovechar un escenario de precios del dólar alto, que según la teoría genera un aumento de las exportaciones y de la competitividad. Aunque la tasa de crecimiento del producto interno bruto siga siendo positiva, es insuficiente para mejorar las condiciones de vida de la población, sobre todo si se analiza a fondo qué es lo que sostiene ese crecimiento.
Lo más grave es que la reacción de los coordinadores de la economía va en el camino de profundizar la recesión, a través de un aumento de impuestos y de la tasa de interés, que disminuirán el ingreso disponible de los hogares. Además, los impactos de los tratados de libre comercio se sienten con fuerza en la profundización de un déficit comercial sin antecedentes y la imposibilidad de aplicar medidas gubernamentales de fondo para frenar la pérdida de producción nacional.
En este escenario, el debate sobre la necesidad de industrializar a Colombia cobra fuerza. El encarecimiento de las importaciones, que se refleja en la inflación desbordada, la agobiante crisis fiscal y el fin del auge petrolero y minero, deben motivar un análisis a fondo sobre las acciones que debe tomar el Gobierno Nacional para promover la producción de bienes en Colombia.
En este informe se muestra la situación actual de la industria en cuanto a su producción, ventas y comercio, que evidencia enormes dificultades. Pero también se comienza a esbozar ideas sobre la forma de reactivar este importante renglón de la economía.
2015, un año para no repetir
Lo que sostuvo a la economía el año pasado fue el café, lo que prueba dos verdades de la economía: 1. Que la debacle hubiera sido peor de no haber contado con una actividad productiva que sacara la cara por la economía. Y 2. Que Colombia lleva un siglo y medio dependiendo de productos básicos, sin lograr dar un salto significativo en la industria.
Entre enero y noviembre de 2015, con relación al mismo periodo de 2014, la producción real de la industria tuvo un aumento 1,4%, en las ventas creció 2,3% y en el empleo 1%. De este crecimiento, la trilla de café tuvo un aumento de 15%, mayor a cualquier otro subsector. Las otras actividades que contribuyeron positivamente al crecimiento industrial fueron la elaboración de alimentos para animales (13,8%), la fabricación de artículos de viaje (11,3%), madera (8%) y procesamiento de carne, pescado, crustáceos y moluscos (6,5%).
Las que tuvieron un desempeño negativo fueron actividades que por su naturaleza tienen mayor valor agregado en su fabricación, por lo que su deterioro tiene más impacto negativo sobre la industria. La fabricación de carrocerías para automotores cayó 16,5%, la de autopartes y accesorios bajó 9,3%, productos de cuero 7,8%.
En el resto de la economía, la construcción, específicamente las obras civiles, continúa siendo la jalonadora del crecimiento (4,7%). El comercio, una actividad cuyo futuro depende necesariamente de la producción real, creció 4,6%; y la intermediación financiera creció 9,8%.
En materia de comercio exterior la situación es francamente lamentable. El déficit comercial a noviembre de 2015 sumó US$ 14.508 millones, 200% más alto que el del mismo periodo de 2014. Este no solo es el más grande en la historia, sino que sobrepasa cualquier predicción. Este comportamiento representa el 6,6% del PIB, muy superior al déficit fiscal que por sí solo ya es un problema para las finanzas nacionales.
El 46% del déficit comercial se tiene con los tres tratados de libre comercio más grandes que ha firmado Colombia: Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea. Si se suman Japón y Corea, con quienes se está buscando un acuerdo, llega al 56% del déficit. Solo China representa la mitad del déficit de Colombia y si no fuera por la Comunidad Andina y España, la cuenta negativa llegaría a los US$ 16.000 millones.
Para noviembre de 2015 Colombia siguió ahondando su condición de país proveedor de materias primas y comprador de mercancías, lo que lesiona cada vez más sus relaciones comerciales con el mundo. Las exportaciones del sector minero aportaron US$ 16.278 millones en ingresos comerciales al país, lo que alcanzó apenas para pagar el 30% de las importaciones industriales, cuyo sector acumuló un déficit por US$ 31.030 millones.
Las constantes pruebas de la incapacidad de que la Nación se articule globalmente en beneficio propio, obliga a una rendición de cuentas seria por parte de los responsables de este detrimento, el más grande en la historia del país.
Propuesta
Desde el Grupo Proindustria y la Alianza por la Industria Colombiana, se avanza en una caracterización de tres subsectores que son fundamentales para el desarrollo manufacturero del país: el automotor, de alimentos y, textil y confecciones. Se analizará su aporte al desarrollo desde la óptica del empleo, el valor agregado y su aporte a la ciencia y tecnología.
El objetivo es llevar al Congreso de la República una propuesta para la promoción y defensa de la industria, en el actual escenario de crisis económica. La realidad abre una oportunidad para crear acuerdos en torno a la necesidad de estudiar, debatir e implementar una política industrial al servicio de los intereses nacionales. Están invitados todos aquellos que quieran aportar en esta dirección.
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