El Mundo, España, mayo 11 de 2016
Por: María Valero
No existía aún una demostración de laboratorio con un modelo animal para observar y demostrar los efectos del virus. Este modelo en ratones muestra cómo el patógeno daña el desarrollo cerebral de los fetos cuando la madre se infecta.
Las pruebas que la ciencia necesita para ir confirmando fehacientemente la relación entre el virus Zika y la aparición de graves malformaciones en el feto van llegando poco a poco. Esta semana, dos estudios con ratones publicados en las revistas Nature y Cell demuestran y explican cómo el virus que está asolando Latinoamérica es capaz de atravesar la placenta materna para causar serios daños en el sistema nervioso de fetos en desarrollo.
Miles de mujeres en Brasil (y en otros países del continente en menor medida) han dado a luz a niños con microcefalia y otras malformaciones a consecuencia de la infección por Zika sufrida por sus madres en el embarazo. Sin embargo, pese a la contundencia de las pruebas epidemiológicas (que llevaron a la Organización Mundial de la Salud a declarar la situación de emergencia internacional), no existía aún una demostración de laboratorio con un modelo animal para observar y demostrar que la infección por Zika en el embarazo es la causa de las malformaciones y no otros factores.
En este caso, científicos de las universidades de Washington (EEUU) y Sao Paulo (Brasil), con la colaboración de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU, NIH, han trabajado con dos modelos de ratones de laboratorio infectados con el virus Zika para comprender mejor (y en un tiempo más corto que en un embarazo humano) la acción del patógeno en el interior del útero.
Uno de los equipos, dirigidos por Michael Diamond, diseñó un modelo de hembra genéticamente modificada para que careciese del sistema inmune capaz de poner en marcha una respuesta defensiva, de manera que fuesen completamente vulnerables al virus Zika (un patógeno que habitualmente no infecta a los roedores).
Cuando los investigadores infectaron a estas estas madres gestantes con el virus Zika, la mayoría de sus fetos falleció en menos de una semana y los que lograron sobrevivir lo hicieron con graves malformaciones. Al analizar la presencia del virus en la placenta de estas ratonas, los investigadores observaron niveles de viremia 1.000 veces superiores a los de su torrente sanguíneo, lo que significa que el Zika no sólo es capaz de atravesar la placenta sino que una vez allí se multiplica significativamente.
Los animales mostraron además otras de las características que se han observado también en madres afectadas, como son placenta insuficiente, abortos y bajo peso al nacer precisamente porque la afectación de la placenta por el virus impide que el feto reciba los nutrientes adecuados para su normal desarrollo.
En el segundo de los trabajos (liderado por Patricia Beltrao Braga y Alysson Muotri), las roedoras preñadas recibieron una inyección de un anticuerpo antes de ser infectadas por el Zika uno o dos días más tarde. En este caso, aunque los fetos no murieron sí sufrieron graves consecuencias en su desarrollo.
En este modelo, el material genético del Zika persistió en el sistema nervioso de las crías hasta el día 16 de su desarrollo embrionario, un periodo clave en el desarrollo del cerebro de los roedores.
Como explica Diamond en una nota de prensa difundida por su universidad, estos modelos animales son claves para los investigadores que trabajan en este campo. No sólo porque demuestran in vivo la relación causal del Zika con la microcefalia y otras malformaciones, sino porque el modelo animal puede servir a partir de ahora para desarrollar posibles vacunas preventivas que permitan frenar la transmisión materno-fetal de la infección.
Teniendo en cuenta que el Zika es casi benigno para la mayoría de adultos (que apenas desarrollan unos síntomas parecidos a la gripe), los investigadores están convencidos de que frenar sus secuelas intrauterinas supondría todo un alivio para la actual situación de emergencia internacional.
De hecho, los modelos murinos también se van a utilizar para tratar de identificar las proteínas de la placenta que permiten al patógeno atravesarla, y estudiar por qué en algunos casos esto ocurre y en otros no. Aunque no existe una cifra clara al respecto, los especialistas recuerdan que no todas las embarazadas que se infectan de Zika en el embarazo dan a luz a bebés con microcefalia. Algunos estudios hablan de apenas un 1-2% de los casos (otro trabajo brasileño eleva el porcentaje hasta el 29%), pero como muchas mujeres pueden pasar la infección por Zika sin síntomas, resulta difícil extraer conclusiones contundentes.
En España, donde 105 personas han contraído el Zika durante viajes a Latinoamérica (no existen por ahora casos autóctonos), la Generalitat de Cataluña confirmó la semana pasada la detección de un feto con microcefalia en una de las mujeres embarazadas que está siendo sometida a seguimiento.
En el caso de los bebés que nacen sanos y sin microcefalia pese a haber convivido con la infección en el útero materno, los especialistas no descartan que puedan sufrir otro tipo de secuelas neurológicas a medio o largo plazo.
En los estudios con ratones que ahora se dan a conocer, ninguno de los animales sufrió microcefalia, aunque los investigadores lo atribuyen a las diferencias en el desarrollo embrionario entre humanos y ratones, en los que gran parte del desarrollo cerebral culmina después del nacimiento.