La semana pasada estuvo en Colombia, en la costa pacífica, el poderoso portaaviones de Estados Unidos George Washington. Este es un portaaviones pesa más de 100,000 toneladas, tiene capacidad para llevar a bordo 5000 tripulantes y le cabe un centenar de aviones, de los cuales 50 son F-18, de los más modernos del mundo. El portaaviones viajó escoltado por dos destructores, el USS Porter y el USS Sampson a los que se sumaron varias embarcaciones colombianas entre ellas el buque de combate ARC Victoria.
Esta visita al Pacífico forma parte de la operación militar, ejercicios navales denominada “Southern Seas” que realizó Estados Unidos, encabezado por el Comando Sur, junto con Brasil, Argentina, Chile y Perú. El pretexto para esta “visita” fue la ayuda humanitaria, la realización de operaciones conjuntas, el combate al cambio climático y el combate al delito transnacional.
Es inexplicable cómo una base militar flotante, que es lo que realmente es este portaaviones, va en dos días a resolver algún problema humanitario o ambiental, o a ayudar de alguna manera a una población local desvalida e indefensa. Esta historia es poco convincente, si se tiene en cuenta el daño ambiental que produce este tipo de embarcaciones.
Impacto ambiental de la operación militar
A pesar de que el USS George Washington es propulsado por reactores nucleares, lo que elimina la emisión directa de dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero en comparación con buques de guerra convencionales, las actividades relacionadas con su operación generan un considerable impacto ambiental. Los aviones de combate F/A-18 Super Hornet, que operan desde el portaaviones, queman grandes cantidades de combustible. Un F/A-18 puede consumir alrededor de 4,500 kg de combustible en una misión de una hora, lo que se traduce en aproximadamente 14.1 toneladas de CO₂ por hora de vuelo.
Además, los destructores USS Porter y USS Sampson utilizan turbinas de gas y motores diésel que emiten CO₂ y otros gases contaminantes. Estos buques también son susceptibles a derrames de combustible y generan residuos sólidos y aguas residuales que deben ser gestionados para evitar la contaminación marina. El ruido submarino generado por sus sistemas de navegación puede afectar negativamente a la vida marina, especialmente a especies que dependen del sonido para la comunicación y la navegación.
Por su parte, el buque de combate ARC Victoria de la Armada de Colombia, aunque más pequeño, también contribuye a la emisión de CO₂ y otros gases contaminantes debido a la combustión de combustibles fósiles. Además, existe el riesgo de introducción de especies no autóctonas a través del agua de lastre e incrustaciones en el casco, lo que puede afectar gravemente a los ecosistemas locales. Su funcionamiento genera ruido submarino que impacta la vida marina.
Demostración de poderío y control regional
En realidad, el viaje de este portaaviones y su visita ostentosa a Colombia y a otros países de América Latina revela el poderío de Estados Unidos y la forma en que muestra su arrogancia, supeditado a las fuerzas armadas locales a su control. Estados Unidos busca garantizar su influencia, control y lo que llaman interoperabilidad de su ejército, en este caso de sus fuerzas armadas con el ejército colombiano, palabras más, palabras menos, marcar territorio a los ojos de China.
Más allá de sus manifestaciones altruistas, la visita del USS George Washington y la operación «Southern Seas» revelan las verdaderas ambiciones de Estados Unidos en la región. La jefa del Comando Sur, Laura Richardson, ha destacado en diversas ocasiones los recursos estratégicos de América Latina, como el Triángulo del Litio, el petróleo, el cobre, y el oro. Estos recursos son de gran interés para Estados Unidos, que busca mantener su influencia y control en la región frente a la creciente presencia de China.
Es un viaje corto, cuyo efecto sobre el nivel de vida y el medio ambiente puede ser incluso más negativo que positivo.
Colaboración militar y lazos estratégicos
Esto ocurre después de que en diciembre del 2023 Colombia firmó un pacto militar con Estados Unidos y unos días después de la visita de la general Laura Richardson y de la realización de una cumbre de alto nivel entre Colombia y Estados Unidos. Este acercamiento revela una estrecha coordinación entre el gobierno colombiano y la armada colombiana con las fuerzas militares de Estados Unidos y el control que estas fuerzas armadas tienen sobre la política militar de Estados Unidos y la supeditación del gobierno colombiano a los designios de esta potencia.
No todos los países de América Latina aceptan este tipo de misiones. Sin embargo, el presidente Milei de Argentina recibió alborozados la visita de esta misión militar. En Colombia no fue la excepción, ya que cuando se preparó la visita, altos funcionarios del gobierno estuvieron muy contentos de la visita de la general Laura Richardson. Este conjunto de reuniones y visitas revela lo que llamó el canciller Trujillo una «refundación» de la relación con Estados Unidos, en cierta medida.
Esta refundación incluye muchos temas; el narcotráfico, la ayuda social, la lucha contra la pobreza, protección ambiental, etc. Sin embargo no aparecen los dos temas cruciales de la relación de Colombia y Estados Unidos, como son el tema económico concentrado en los tratados de libre comercio, que Petro prometió renegociar, y el tema militar, donde el ejército colombiano y el gobierno colombiano se supedita a la estrategia, técnica, armas y dominación general de Estados Unidos en nuestra región. Esta visita tiene un carácter simbólico en la medida en que es una especie de muestra pública de la relación cercana del gobierno de Estados Unidos con Colombia y una muestra de la subyugación o supeditación de nuestras políticas en estos aspectos cruciales.
Un verdadero replanteamiento de las relaciones
Un cambio en la relación con Estados Unidos significaría, un replanteamiento de los tratados de libre comercio (TLC), que el presidente Gustavo Petro, tanto en campaña como ya gobernando, prometió renegociar con Estados Unidos. No se puede olvidar que dentro de esta visita un aspecto importante que no fue negado por nadie fue la preocupación de Estados Unidos por la seguridad regional. Esta seguridad regional no se refiere solo a las lanchas que surcan el mar llevando droga, sino a toda la concepción geopolítica de Estados Unidos, que tiene que ver con el despliegue global de sus fuerzas armadas, no únicamente en el Pacífico colombiano, sino en el Mar de China Meridional, el Caribe, el Mar Negro, etc.
Esta visita, es más un esfuerzo desesperado por parte de Estados Unidos de mostrar los dientes al resto del mundo, queriendo mantener su hegemonía a través de operaciones militares combinadas en todo el mundo.