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Lecciones de transformación productiva en Latinoamérica

Nov 15, 2022

Por: Editor Cedetrabajo
¿Existen experiencias exitosas de transformación productiva en la región?  Sí. La crisis del 29 y la Segunda Guerra Mundial generaron un ambiente internacional adverso para el comercio. Las economías latinoamericanas, cuyo crecimiento era liderado por las exportaciones, sufrieron un impacto negativo por cuenta del modelo de desarrollo primario-exportador imperante hasta el momento. Esto afianzó el […]

¿Existen experiencias exitosas de transformación productiva en la región? 

Sí. La crisis del 29 y la Segunda Guerra Mundial generaron un ambiente internacional adverso para el comercio. Las economías latinoamericanas, cuyo crecimiento era liderado por las exportaciones, sufrieron un impacto negativo por cuenta del modelo de desarrollo primario-exportador imperante hasta el momento. Esto afianzó el desarrollo industrial incipiente de finales del siglo XIX.

La respuesta pragmática a los choques macroeconómicos externos de los distintos países generó un cambio en el modelo económico, que se consolidó más tarde desde la posguerra hasta la década de los ochentas. Esto condujo al fomento y protección de la industria, lo que incluiría políticas proteccionistas y la nacionalización de sectores considerados estratégicos para la soberanía nacional.

Durante el periodo de industrialización dirigida por el Estado, la región no solo tuvo un buen desempeño económico, sino que ha sido el periodo más largo de tiempo durante el cual se han podido mantener niveles estables de crecimiento, incluso a pesar de las crisis mundiales que se afrontaron. Entre 1950 y 1980 el ritmo de crecimiento económico fue de 5,5%, aún mayor al ritmo medio mundial que fue de 4,5%. De hecho, para 1974 la industria manufacturera tenía una participación de 27,2% en el pib en la región. Se destacan en especial las experiencias de Brasil, México y Argentina

¿Qué se puede aprender de la experiencia brasileña?

En Brasil la sustitución de importaciones se profundizó entre 1930 y 1960 gracias a las medidas proteccionistas tomadas para suavizar el impacto de la crisis de la balanza de pagos sobre el gasto público y la oferta de dinero.

El buen desempeño del crecimiento económico entre 1932 y 1937 (en promedio de 7,5%) se explicó en gran medida por el aumento en el peso de la producción industrial favorecido por la devaluación y los controles a las importaciones. A pesar de que en este periodo la agricultura redujo su participación, para el periodo de 1947 a 1980 el país no dependía de las importaciones de alimentos.

En la década de los cincuenta se estableció el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, que ofreciera líneas de financiamiento para inversión, y se creó Petrobras, después de varios años de lucha de los distintos sectores de la sociedad brasileña que exigían “el petróleo es nuestro”. Estas medidas permitieron profundizar la estrategia de sustitución y desarrollar una industria nacional.

La sustitución se dio de las actividades industriales sencillas a las complejas. Mientras que la producción de bienes de consumo se redujo de 80,2% en 1919 a 46.6% en 1959, la proporción de bienes duraderos e intermedios pasó de 1,8% a 5% y la de bienes de capital aumentó de 1,5% a 11,1%, en el mismo periodo. Entre 1950 y 1980 la economía creció a un ritmo de 7% en total y 4,1% per cápita.

¿Qué se puede aprender de la experiencia mexicana?

En México los cambios en los precios relativos producto de las devaluaciones de 1930 y 1938 propiciaron un incremento promedio de la producción industrial real de 10% anual entre 1932 y 1940. La mayor liquidez permitió una estabilización de la demanda que entre 1929 y 1939 representó la fuente de crecimiento industrial más importante (56%), seguido de la sustitución de importaciones (37%).

En 1938 se da la nacionalización de la industria petrolera de México, que meses después llevó a la creación de las empresas de Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Distribuidora de Petróleos Mexicanos, que permitieron tener los medios internos para el funcionamiento de esta industria y le permitieron al país tener soberanía energética.

Después de la segunda guerra mundial una nueva devaluación de la moneda incentivó nuevamente la sustitución de importaciones y la adopción de medidas de protección a la industria. Entre 1950 y 1958 la demanda industrial estuvo explicada en el 92% por la demanda interna.

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El crecimiento económico alcanzó su punto más alto en el periodo de 1967 a 1974 con una tasa de 6,9%, para este último año la participación de la industria manufacturera en la producción era de 23.9%, gracias a un crecimiento del sector del 8% anual en promedio. 

¿Qué se puede aprender de la experiencia argentina?

La sustitución de importaciones en Argentina se inicia con el establecimiento de protecciones arancelarias a su industria a partir de 1932 y la devaluación de su moneda en 1933. 

Entre 1940 y 1950 aumentaron las empresas pequeñas y medianas gracias a la creación del Banco de Crédito Industrial, enfocado a satisfacer las necesidades de financiamiento de los diferentes sectores, lo que afianzó el proceso de sustitución.

También se dio la creación de empresas estatales que priorizaron sectores considerados de especial interés nacional. Dirección General de Fabricaciones Militares, que a su vez requería capacidad para producir acero, hierro, material ferroviario y productos petroquímicos.

Este ambiente permitió el desarrollo de centros de investigación y desarrollo tecnológico como las empresas Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Yacimientos Carboníferos Fiscales y la Fábrica Militar de Aviones.

Para 1948 en Argentina se dio la nacionalización de los ferrocarriles británicos. La necesidad de renovar el material rodante años más tarde posibilitó la creación de la Fábrica Argentina de Locomotoras (FADEL) y de la Sociedad de Material Ferroviario (MATERFER). Para la década de los setenta se exportaron coches a Chile y Cuba. 

Si bien el crecimiento económico no fue tan pronunciado como en los dos casos anteriores, entre 1945 y 1957 la economía creció a un ritmo de 4% y entre 1967 y 1974 del 4,7%. Es evidente que la economía tuvo diversificación productiva. 

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