Alejandro Nadal, Francisco Aguayo y Marcos Chávez
Aunque hace algunos meses se presentaba a México como el modelo a seguir en materia de desarrollo, mostrando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte como un estímulo económico, hoy día crece la evidencia que el incremento en las exportaciones mexicanas y en la inversión extranjera en ese país no estimuló el crecimiento y muchos menos el desarrollo y –por el contrario– se perdió la soberanía alimentaria, se deformó la industria y se empobreció la población. Los que ayer defendían con vehemencia el ejemplo mexicano, hoy arguyen que el Tratado estuvo mal negociado, no tuvo los resultados esperados, se sobreestimaron sus efectos benéficos o que no basta el solo tratado para promover el desarrollo, pasando así del apoyo incondicional a una retirada vergonzante. Recientemente el ministro de Comercio Exterior colombiano, Jorge Humberto Botero, por ejemplo, exaltó los éxitos mexicanos en la exportación de aguacates, mientras reconocía los graves problemas de la producción de maíz, componente fundamental de la dieta del pueblo mexicano. Los autores denuncian los mitos que sobre el TLCAN ha edificado la ideología oficial.
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