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Los retoños verdes

Jul 11, 2013

Por: Amylkar Acosta Medina. Miembro de la Red por la Justicia Tributaria en Colombia. [accordion] [acc_item title=» La Ralentización del Crecimiento «]El reporte del DANE respecto al crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año confirma la tendencia de la economía colombiana, cuyo crecimiento viene ralentizándose desde el cuarto trimestre de 2011. Después […]


Por: Amylkar Acosta Medina. Miembro de la Red por la Justicia Tributaria en Colombia.

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La Ralentización del Crecimiento

«]El reporte del DANE respecto al crecimiento del PIB en el primer trimestre de este año confirma la tendencia de la economía colombiana, cuyo crecimiento viene ralentizándose desde el cuarto trimestre de 2011. Después de haber alcanzado un destacado crecimiento del 7.9% en el tercer trimestre de 2011, la economía empezó a deslizarse en una especie de tobogán registrando un crecimiento del 6.6% en el cuarto trimestre de 2011, 5.4% en el primer trimestre de 2012, 4.7% en el segundo, 2.8% en el tercero y tuvo un ligero repunto del 3.1% en el último trimestre del año pasado. El año completo cerró con un crecimiento del 4%, calificado en su momento por el Ministro de Hacienda Mauricio Cárdenas como “un excelente ritmo[1], que “superó incluso las expectativas del Gobierno”[2]no obstante que significó un bajonazo con respecto al crecimiento del 6.6% del 2011[3]. En este último trecho, hasta el propio Gobierno, muy dado a pensar con el deseo, había revisado a la baja sus propias expectativas y ya el Ministro Cárdenas se había resignado a esperar un magro crecimiento de la economía del 3% para este primer trimestre del 2013[4].

Pero, para desconcierto del Gobierno, el crecimiento del PIB en este primer trimestre, según el DANE, a duras penas llegó al 2.8%, inferior al 3.1% del trimestre anterior y muy por debajo del 5.4% del primer trimestre del año anterior. Pese a ello el Gobierno insiste en su nueva meta para este año del 4.5%, después que por fuerza de las circunstancias tuvo que bajarla del 4.8% prevista inicialmente en el Marco Fiscal de Mediano Plazo (MFMP) del año anterior. Huelga decir que para alcanzar la meta del 4.5% de crecimiento del PIB en el año completo se requiriría  duplicar el rítmo actual y crecer más del 5% en cada uno de los restantes tres trimestres, lo cual no es dable esperar. Este mediocre comportamiento de la economía pone de manifiesto su estancamiento y falta de dinamismo, alejándose cada vez más de la meta fijada en el Plan de Desarrollo Prosperidad para todos de un crecimiento sostenido del PIB por encima del 6%. Al tiempo que Fedesarrollo pronostica un crecimiento del PIB para este año del 3.8%, por su parte el Banco Mundial tiene una previsión del 3.9% e incluso habló de un posible recalentamiento de la economía colombiana[5].

Ahora bien, al escarmenar la cifra de crecimiento del PIB de 2.8% se puede constatar que ahora el sector de la construcción, que venía lastrando el crecimiento en los trimestres anteriores, es el que jalona el crecimiento de este trimestre con el 16.9%. Es de anotar que aunque el componente de las obras civiles del PIB de la construcción  tuvo un crecimiento notable del 17.5%, en cambio el relativo a la infraestructura de transporte,que es precisamente en donde Colombia tiene su mayor rezago, creció un lánguido 1.4% (¡!). Ello pone de presente la parálisis que acusa la ejecución de las tan anunciadas megaobras que permitirían desembotellar al país. Con toda razón conceptúa el Presidente de la Cámara Colombiana de la Construcción (CCC) Juan martín Caicedo Ferrer, que “es prematuro afirmar que la locomotora de la infraestructura arrancó y está marchando a todo vapor”[6], como lo han sostenido funcionarios del Gobierno. Le siguen en su orden los servicios sociales con el 4.5%, financieros con el 3.4%, el comercio con el 2.8%, el agro con el 2.4%, el transporte con el 2% y sorprendentemente el sector de minas y canteras sólo creció un anémico 1.4%. Mención aparte merece el sector industrial, que no sólo no creció sino que experimentó una recaída del -4.1%.


[1] El Heraldo. Marzo, 23 de 2013

[2] Idem

[3] Amylkar D. Acosta M. Análisis de las tendencias de la economía colombiana. Abril, 11 de 2013

[4] La República. Junio, 13 de 2013

[5] La República. Junio, 15 de 2013

[6] El Tiempo. Junio, 21 de 2013

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La Recesión Industrial

«]El sector industrial completa ya cuatro trimestres consecutivos de variaciones interanuales en terreno negativo (2º trimestre de 2012 -0.1%, 3er  trimestre -0.8%, 4º trimestre -3.1% y -4.1% en el 1er trimestre de 2013, el de peor desempeño). El año 2012 fue pésimo para la industria y empeoró en el primer trimestre de este año, mostrando un creciente desánimo, si tenemos en cuenta que mes a mes se ahonda su crisis. En efecto, en el mes de enero su caída fue del -1.7%, en el mes de febrero de -4.5% y en marzo de -11.5%, la peor desde abril de 2009 (-13.9%). Es decir, que la industria acumula a marzo de este año una caída del orden de 8.1 puntos porcentuales, lo cual es una calamidad.

 

DECRECIMIENTO TRIMESTRAL DEL PIB INDUSTRIAL

2012: II Trimestre -0.1%/ III Trimestre -0.8%/ IV trimestre -3.1%

                                                                                                                     2013: I Trimestre -4.1%

CAÍDA DE LA INDUSTRIA MES A MES

2013: Enero -1.7%/ Febrero -4.5%/ Marzo -11.5%

Es evidente, entonces, que la industria ha entrado en recesión y entre las causas de la misma se destacan el menor consumo de los hogares, el freno de sus exportaciones y la pérdida de mercado doméstico por cuenta de la avalancha de las importaciones. Comolo advierte el ex ministro de Hacienda Rudolf Hommes, “la caída del sector industrial es un problema estructural, no de coyuntura, y requiere medidas que deben basarse en un análisis que todavía no se tiene”[1]. Para el Ministro Cárdenas “la revaluación es la madre de todos los problemas”[2], pero no hay tal, la situación es mucho más compleja. De allí que medidas como las contempladas en el Plan de Impulso a la Productividad y el Empleo (PIPE), aunque bien intencionadas, resultan insuficientes para sacarlo a flote[3]. Por lo demás, el hecho que la contribución de la industria fabril al crecimiento del PIB es cada vez menor se constituye en la prueba reina del proceso de desindustrialización que acusa el país, pero que el Gobierno se niega a aceptar.

En cuanto al consumo de los hogares, que representa el 66% del PIB, se esperaba que su crecimiento en el primer trimestre de este año fuera por lo menos del 3.4%, sin embargo sólo registró un incremento de 3.2%, muy bajo si se compara con el aumento del consumo del trimestre anterior que fue del 4.6% y este es el peor registro en los últimos 8 años. El crecimiento del consumo fue negativo en -1.4% y -5.82% en enero y febrero, tuvo un ligero repunte en de 0.58% en marzo, para caer nuevamente -1.14% en abril. Por fortuna el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) de Fedesarrollo está mostrando una reacción positiva, ya que después de bajar repetidamente en los meses de enero (23.1%), febrero (14.9%) y marzo (14.8%), esta tendencia se revirtió al subir al 23.7% en abril. No obstante, en el mes de mayo cayó nuevamente al 20.1%, 6.4 puntos porcentuales por debajo del mismo mes de 2012. Las ventas de la industria entre enero y abril de este año cayeron 3.2% y ello lógicamente resiente al sector manufacturero. De no haber sido por el empuje del gasto del Gobierno, que creció 4.6% y la inversión, que después de dos malos trimestres registró un crecimiento del 7.2%, el panorama habría sido mucho más sombrío.


[1] Portafolio. Julio, 2 de 2013

[2] El Colombiano. Junio, 24 de 2013

[3] Amylkar D. Acosta M. El parto de los montes. Abril, 27 de 2013

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Reactivación o Rebote

«]Tan pronto como el DANE reveló las cifras correspondientes al primer trimestre, que no invitaban al optimismo, en un acto inusual, se apresuraron a dar cuenta del supuesto repunte que, según el mismo DANE, había tenido la industria en abril, primer mes del siguiente trimestre. Según el DANE la caída de la producción fabril tocó fondo y rebotó, alcanzando un crecimiento sorprendente y sorpresivo del 8.4%, un salto de garrocha de 12.5 puntos porcentuales (¡!), que aún sigue sin alguna explicación satisfactoria. Analistas tan serios como el ex ministro de Hacienda Roberto Junguito han puesto en duda dicha cifra, “en tanto que la Encuesta de la ANDI estima un estancamiento”[1] para el mismo mes de abril. Para el Ministro Cárdenas la noticia no fue el reporte el día jueves 20 de junio por parte del DANE con respecto al primer trimestre, sino la reconfortante noticia del viernes 21 (víspera de un largo fin de semana, con puente festivo de San Pedro y San Pablo incluido) que daba cuenta del “repunte” de la industria.

El Ministro Cárdenas fue el encargado por parte del Gobierno de dar el parte de victoria: “el crecimiento de la industria (8.4%) es el dato de abril más alto de los últimos cinco años. Es el crecimiento más alto de la industria desde agosto de 2011”[2] y remató, “sin duda, es el fin de la desaceleración económica”[3]; por su parte el ex ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri también celebra el hecho que “ya pasamos la fase descendente del ciclo y ahora comienza de nuevo la ascendente”[4]. Ambos pasan por alto el hecho que la base de comparación se vió afectada, dado que el mes de abril de este año tuvo un mayor número de días que el mismo mes del año pasado, debido a que la Semana Santa el año pasado cayó en abril y este año cayó en marzo. Lo cierto es que, según el mismo DANE, en los primeros cuatro meses del año, inluido el mes de abril, la industria acumula un retroceso de 2.7%. De hecho 33 de 48 subsectores analizados siguen con saldo rojo. De modo que aún es demasiado pronto para concluir que la industria salió de su estancamiento, los retoños están todavía demasiado verdes. Ello es tanto más cierto, si tenemos en cuenta la caída de la formación de capital con respecto al último trimestre del año anterior y el entorno internacional, que es tan adverso.

Como lo señala el ex ministro Hommes, “para que lleguemos al 4% de crecimiento en el 2013, se necesita adicionalmente que el consumo privado aumente más del 4% en el año, que la inversión extranjera continúe llegando con el ritmo que trae, que el Gobierno sea capaz de ejecutar sus proyectos, cuyo presupuesto es de $42 billones y que la minería y los sectores de servicios crezcan por encima del 5%”[5]. Es decir, que para lograr la meta de crecimiento del Gobierno, de 4.5% del PIB, se requiere que estos indicadores líderes de la economía se desperecen, pero todos ellos siguen aletargados.


[1] Portafolio. Junio, 26 de 2013

[2] El Nuevo Siglo. Junio, 26 de 2013

[3] El Tiempo. Junio, 21 de 2013

[4] El Tiempo. Junio, 29 de 2013

[5] Portafolio. Julio 2 de 2013

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La Crisis del Sector Externo

«]El arranque este año para el sector externo no fue el mejor, las exportaciones cayeron1.2% en el primer trimestre, al tiempo que las importaciones subieron el 1%. Cabe destacar dos hechos que cobran particular relievancia: que la importación de manufacturas creció este mismo 1%  y que las importaciones procedentes de EEUU crecieron el 26%, gracias al TLC. Según un dato más reciente, suministrado por el Director del DANE Jorge Bustamante, las importaciones colombianas crecieron el 16.5% en abril y “durante los cuatro primeros meses del año las compras externas del país crecieron 4.7% con relación al mismo período de 2012”[1]. Es de resaltar que el 76.8% de tales importaciones corresponden a manufacturas, de tal suerte que la importación de insumos, maquinaria y equipo resulta ser residual.

El auge del sector minero – energético durante la década pasada le imprimió un gran dinamismo al sector exportador, habida cuenta que dicho renglón llegó a representar más del 70% del total de las exportaciones. Entre los años 2007 y 2012 particularmente se expandió el mercado de productos básicos y sus precios se dispararon, al punto que los términos de intercambio mejoraron ostensiblemente, el 55% aproximadamente, durante dicho período. Pero, todo indica que este ciclo ha llegado a su fin y que ahora nos enfrentamos a la contracción de tales mercados y a la destorcida de los precios; es lo que hemos llamado el cuarto menguante del boom minero – energético[2]. Los países emergentes, encabezados por China y la India, habían logrado desacoplarse de la economía global y crecían a su propio rítmo, que oscilaba en el caso de estos dos países entre el 9% y el 10%, se habían convertido en las aspiradoras de materias primas, pero ahora han bajado su rítmo de crecimiento y en consecuencia han reducido su demanda por ellas.

Las economías emergentes, después de crecer en promedio el 7% en la última década, crecieron alrededor del 4% en el segundo trimestre de este año, la menor tasa de crecimiento desde 2009. Y no hay que perder de vista que durante la década aludida, tales países generaron algo así como el 75% del crecimiento de la economía global. Ello afecta tremendamente a Colombia, uno de los países más golpeados por el deterioro de los términos de intercambio reciente, amén de las restricciones de los mercados para sus exportaciones de crudo, carbón y ferroníquel, especialmente. Los vientos están soplando en otra dirección, que no le es favorable a la economía colombiana.

Durante la década 2003 – 2012, Colombia navegó en la cresta de la ola de este boom y gracias a ello logró lo impensable, quintuplicar sus exportaciones, las cuales bordearon el año anterior los US $60.000 millones y el saldo a favor de su Balanza comercial fue del orden de los US $4.181 millones. Pero este boom ya es cosa del pasado, con un agravante y es que Colombia desaprovechó tal coyuntura para equiparse mejor, para promover la industria y el agro, para diversificar su oferta exportadora. Por el contrario, tanto la industria como el sector agropecuario se han visto afectados por la enfermedad holandesa que trajo consigo la “maldición” de los recursos naturales. Por ello nos parece muy alejado de la realidad el anuncio reciente del Ministro de Comercio, Industria y Turismo (MCIT) Sergio Diaz-Granados, en el sentido que “la meta de este Gobierno es triplicar las exportaciones no mineras”[3], pues, como él mismo lo reconoce, “eso se hace de la mano de la industria”[4] y esta sigue de capa caída.

Pero, cabe preguntarle al Ministro de qué industria habla, si lo que viene ocurriendo es lo que delata el ex ministro de Hacienda y ex director de la CEPAL José Antonio Ocampo, que “muchas empresas industriales prefieren utilizar la red de comercialización que ya tienen y destinarlas a importar”[5]. Es el caso de Arturo Calle, que pasó de ser reputado confeccionista a exitoso importador y el más reciente Icollantas (fundada con apoyo del IFI en 1942), cuya casa matriz (Michelin) optó por importar las llantas que venía produciendo en Colombia desde sus plantas en el exterior y su plantilla pasó de 400empleados a sólo 60 agentes comerciales. Como lo señaló el ex ministro Ocampo, “la indigestión de Tratados de Libre Comercio (TLC) que tiene el país y que va a terminar de destruir el aparato productivo colombiano[6]. Y él va más lejos al considerar que “No puede ser que el ministro encargado de la liberación del comercio sea el mismo encargado de la industria, la industria es una agenda secundaria en esa cartera”[7]. Mientras no se supere esta disfuncionalidad va a ser muy dificil que la industria salga del atolladero en el que está.

Y no estamos hablando de casos aislados, más de 500 microempresas de calzado han sido clausuradas en Bucaramanga, dejando cesantes más de 10.000 trabajadores. Según la Encuesta de Opinión Empresarial (EOE)de la ANDI, el 53% de las empresas fabriles se han visto seriamente afectadas por la competencia desleal; el 28.1% considera que el dumping es la práctica comercial que más perjudica a los empresarios nacionales. Coincido con el analista Andrés Espinosa en que “percibimos una relación de causalidad directa entre la reducción unilateral de aranceles y el desplome industrial de los últimos tres trimestres[8]. Ello, sumado a la carencia de una política industrial mantiene postrado este sector. Dice el Ministro Cárdenas que “hay que perderle el miedo a la política industrial y eso quiere decir apartarse un poco del neoliberalismo extremo”[9], pero tal planteamiento se queda en la retórica y le siguen rindiendo culto al neoliberalismo extremo sin apartarse un ápice del mismo.

Pero, no ha sido la industria la única afectada, también el sector agropecuario ha sido afectado por esta fiebre aperturista, que hace recordar los estragos de la apertura atolondrada de 1991[10]. Según la SAC las importaciones del sector agropecuario para el año 2012 crecieron con respecto al 2011 en 909.000 toneladas, al pasar de 8.6 a 9.5 millones de toneladas; en tanto que en valor ascendieron a US $6.108 millones, con un crecimiento del 13%. Y la conclusión no puede ser más desconsoladora para el agro y para los agricultores colombianos: “las cosechas se reemplazan por importaciones[11]. Es decir, que se repite con el agro lo que ocurre con la industria. Por ello, no es de extrañar que con la crisis de crecimiento que acusan tanto el sector industrial como el sector agropecuario, se esté destruyendo empleo formal así en el campo como en la ciudad. Según cifras del DANE en el trimestre marzo – mayo de este año, mientras el comercio, los restaurantes y la hotelería generaron 60 mil nuevos puestos de trabajo, se perdían 158 mil en agricultura, pesca, ganadería y silvicultura. A estos se vienen a sumar otros 38 mil que quedaron cesantes en el mismo período en la actividad manufacturera.

Esta asimetría entre el crecimiento de las importaciones y el decrecimiento de las exportaciones se ha traducido en una fuerte baja en el superávit de la balanza comercial de Colombia. El déficit en Cuenta corriente de la Balanza de pagos, según el B de la R,  pasó de US $1.680 millones en el primer trimestre de 2012 (1.9% del PIB acumulado) a US $3.038 millones en el primer trimestre de este año (3.3% del PIB acumulado). El déficit sería mayor de no ser porque los precios internacionales de los commodities a pesar de la baja de los mismos todavía están altos. Como lo acotara el ex ministro Ocampo, de no ser por estos precios, dicho déficit  sería del 10% del PIB[12], lo cual sería una barbaridad. Esta perspectiva fue la que llevó a ANIF a manifestar su preocupación porque “nuestras exportaciones pudieran descender a US $58.000 millones en 2013 (en vez de los esperados US $64.000 millones) y a US $65.000 millones en 2014 (frente a los esperados US $71.000 millones) con deterioro hasta del 3% del PIB en la cuenta externa, llegando casi al 6% del PIB”[13]. Y por ello plantea la “urgencia de buscar una mayor competitividad para nuestro frente exportador, donde el tema de la infraestructura es vital, y una mayor diversificación”. Será mucho pedir?

La crisis del sector externo de la economía no es mayor porque la gran afluencia de capitales en los últimos años, tanto por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED) como inversiones de portafolio los créditos externos, ha compensado en gran medida el déficit en Cuenta corriente. Durante el año 2012 la IED llegó a su clímax, con US $15.823 millones, con un incremento del 17% frente al 2011. Pero, ya en el primer trimestre de 2013 se contuvo la llegada de tales inversiones; según el Informe de Balanza cambiaria del B de la R, al corte del 7 de junio de este año el monto de capitales foráneos que vino a recalar en el país ascendió a US $7.648 millones, 18% por debajo de los US $9.330 millones registrado en igual período del año anterior.

En relación a la IED, vale la pena resaltar que al final de cuentas no es mucho lo que aporta para contrarrestar el desequilibrio de la balanza externa, porque ella tiene su contrapartida en el giro de la remesa de utilidades al exterior por parte de las empresas. En la última década la entrada de capitales por concepto de IED al país ascendió a la suma de US $84.000 millones, de los cuales más de la mitad se invirtió en el sector de minas e hidrocarburos, al tiempo que se remesaron al exterior por concepto de utilidades y dividendos US $76.000 millones. Para el primer trimestre de este año, mientras la IED fue de US $3.700 millones, por el otro lado salieron US $3.500 millones a través de remesa de utilidades y dividendos. Es decir, que lo comido sale por lo servido, pues el monto de la repatriación anual de utilidades y dividendos es casi el mismo de la IED (3% del PIB). De no haber sido por las inversiones de portafolio, que han crecido enormemente gracias al incentivo que se les dio en la pasada reforma tributaria[14] y el mayor endeudamiento externo por parte del sector privado, que el Gobierno se ha negado a ponerle cortapisas, el desbalance sería mucho mayor. En efecto, en el primer trimestre de este año entraron US $3.061 millones en capitales de portafolio, 140% más que en el primer trimestre de 2012 y por créditos del sector privado US $2.400 millones. Pero, lo que por agua viene por agua se va, en la medida que las condiciones externas varíen estos capitales, que por algo los llaman golondrinas, levantan vuelo y se van, dejando al país sumido en su más profunda crisis.

La OCDE, el club de los países ricos, a cuya membresía aspira el Gobierno Santos, así sea de arrimado, en su más reciente informe, advierte que “la relativa holgura de tiempos recientes se encuentra en riesgo si la bonanza de los bienes primarios desaparece”[15] y no cabe duda que esta es cosa del pasado. De allí la conclusión del diario económico Portafolio: “si no hay excedentes en el comercio externo, la inversión extranjera que llega a Colombia disminuye y los capitales buscan otros destinos más atractivos, están dadas las condiciones para que la devaluación se haga presente con más fuerza que las semanas pasadas y tal escenario no depende tanto de la voluntad del Gobierno, sino de sumas y restas que dejan en evidencia que hay un nuevo ciclo en materia externa, del cual hay que tomar nota”[16]. Más claro no canta un gallo!



[1] El Espectador. Junio, 18 de 2013

[2] Amylkar D. Acosta M. Los malos augurios. Febrero, 9 de 2013

[3] La República. Julio, 3 de 2013

[4] Idem

[5] La República. Julio, 2 de 2013

[6] Idem

[7] Idem

[8] Portafolio. Junio, 26 de 2013

[9] El Colombiano. Junio, 24 de 2013

[10] Amylkar D. Acosta M. Ajuste fiscal o desajuste estructural. 1991

[11] El Tiempo. SAC. Junio, 28 de 2013

[12] Mauricio Cabrera. 10 años de revaluación. Prólogo. 2013

[13] ANIF. Carta financiera. Junio de 2013

[14] Ley 1607, artículo 125 de 2012

[15] Portafolio. Junio, 19 de 2013

[16] Idem

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