Todas mis simpatías están con los judíos. Los he conocido íntimamente en Sudáfrica. Algunos de ellos han sido compañeros de toda la vida. A través de estos amigos fue como llegué a enterarme de muchas cosas acerca de la persecución de la que han sido víctima por muchísimo tiempo. Han sido los intocables del Cristianismo. La comparación entre su tratamiento por parte de los cristianos y el de los intocables por parte de los hindúes es muy parecida. En ambos casos se han invocado autorizaciones religiosas para justificar el trato inhumano que se les ha inferido. Por lo tanto, además de mis amistades, existe una razón universal más común para la compasión que siento por los judíos.
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