Fabian Garcia G. / Dinero 28-04-1014
Hoy en Colombia, el acto de comprar o adquirir estos alimentos no nos gasta más del 3% de nuestro tiempo y no más del 7% en comerlos o beberlos. Aun así le dedicamos casi un tercio del gasto por estos alimentos con una notable tendencia a ser menos representativos en nuestra canasta de consumo.
Este tercio de nuestro gasto, más las importaciones de otros países, generan un 6% de nuestro Producto Interno Bruto sectorial pero un 18% del empleo en Colombia, con la misma cantidad de empleados de hace 10 años, teniendo un campesino por cada 20 habitantes y con la producción per cápita más baja de todos los sector económicos colombianos. Dado esto, es notable que la importancia que le damos al sector cada vez es menor y que la tendencia mundial y la poca claridad de nuestras políticas agrarias y de seguridad alimentaria nos han obligado a esto.
Comer cada vez es menos costoso. Los ciclos de precios a comienzo del año cada vez son menos fuertes, pese a nuestros casi impredecibles comportamientos climáticos y pese al costo de los insumos y nuestros costos logísticos que siempre han sido difíciles dada nuestra geografía y nuestra cultura.
La imagen que tenemos de nuestro campesino no es precisamente la imagen de un empresario, un experto, un visionario o un inversionista. Pese a que lo es, pese a que es un inversionista arriesgado y de largo plazo, su inversión siempre está expuesta a innumerables riesgos que en su matemática saben sortear estas y otras vicisitudes. Nos hemos vendido una imagen incorrecta del campesino y por eso le hemos restado importancia.
Más de seis millones de hectáreas en Colombia son altamente productivas y cultivables en innumerables productos y más del 20% del comercio mundial, estás sentado en el negocio de los alimentos. Es notable que algo no está funcionando bien y más notable es que ninguno de los actores claves como el gobierno, los ciudadanos, nosotros los consumidores y el empresario del agro no estamos mirando hacia el mismo lado. Más allá de un paro, se requiere más crítica y más responsabilidad como consumidores, más allá de un paro se requiere más centros de investigación en las universidades y más universidades inmersas en el campo no en las ciudades.
Más empresarios del agro asociados para tener herramientas y poder de negociación y de integración de cadenas, más impuestos con destinación específica y más inversión en tecnología y desarrollo de productos. Más allá de un paro…