Tribuna Magisterial, noviembre 25 de 2012
La leishmaniasis es una grave enfermedad producida por un organismo unicelular (un protozoario) que pertenece al género denominado Leishmania, el cual es transmitido por la picadura de un insecto conocido en algunas regiones del país con el nombre de “palomilla”. Esta patología es propia de las zonas selváticas, donde diferentes clases de mamíferos silvestres son los reservorios asintomáticos del protozoario causante de la enfermedad.
En el sitio donde pica el insecto vector, el protozoario infectante da origen a una úlcera cutánea (Colombia, después de Brasil, es el país que en Latinoamérica presenta más casos de esta forma de la enfermedad) que puede cicatrizar espontáneamente o permanecer durante años. El parásito también tiene capacidad para producir inflamación severa del hígado y del bazo con consecuencias fatales para la persona infectada. El desagradable aspecto de la úlcera cutánea de la leishmaniasis estigmatiza al paciente, pues además la enfermedad se asocia con individuos relacionados con el conflicto armado o con el cultivo de coca. Hasta ahora el tratamiento de esta patología, costoso, de difícil acceso y muy tóxico, se basa en el empleo de medicamentos con antimonio. Este químico puede afectar gravemente al corazón (produciendo arritmias) y llevar a la muerte al paciente: el tratamiento, y no la enfermedad, terminan matándolo.
Por eso resulta de gran importancia el avance que han logrado en este asunto investigadores de la Universidad de Caldas y de la de Antioquia, quienes desarrollaron una droga hecha de sales de amonio para el tratamiento de la forma cutánea de la leishmaniasis. El medicamento es de más fácil aplicación, parece ser menos tóxico y es más económico para el paciente. Las novedosas sustancias fueron sintetizadas por Luz Amalia Ríos, química de la Universidad de Caldas. La doctora Ríos trabaja asociada con el Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (Pecet) de la Universidad de Antioquia. Dos universidades públicas que, aún en medio de la asfixia económica a la que las somete el gobierno de Juan Manuel Santos, son capaces de aportar estas soluciones no solo para Colombia sino para los millones de pobres de los 98 países afectados por la leishmaniasis cutánea.
Hasta ahora los exitosos ensayos de laboratorio se han realizado en hámsteres donde se observó un retroceso muy rápido de la enfermedad y sin efectos tóxicos significativos, lo que abre amplias esperanzas de que el medicamento se comporte de manera semejante en humanos. Falta pasar a la fase de ensayos clínicos para los cuales la financiación no es suficiente. Es increíble que un estudio de esta importancia no cuente de principio a fin con financiación estatal adecuada. Es el Estado el llamado a hacer los aportes necesarios para apoyar la poca ciencia de calidad que se lleva a cabo en el país. Pero claro, las ilusiones no son muchas, si se tiene en cuenta que el gobierno de la mal llamada Unidad Nacional trabaja afanosamente, bajo imperiales órdenes, en el diseño de un país minero que enriquece escandalosamente a unos pocos y empobrece a la gran mayoría, y que es cicatero con los recursos que necesitan la ciencia y la tecnología. Pero nuestros científicos siguen investigando a pesar de todas las adversidades; su admirable labor es la talanquera que impide que al país se le cierre definitivamente el acceso a la maravillosa empresa de la ciencia.