“Nos dolió profundamente, en el alma”, dijo monseñor Luis Augusto Castro. “Todos quedaron traumatizados”, agregó.
Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, arzobispo de Tunja, es altamente respetado en el país cuando se trata de defender a las comunidades y tramitar temas de paz. Por eso su influencia en la solución del paro agrario en Boyacá, pero también su queja:
-Todo lo vamos a superar, pero nunca las agresiones recibidas por parte de las fuerzas policiales del Esmad. Nos dolió profundamente, en el alma, la agresión contra los campesinos, porque Boyacá ha sido un departamento de paz, de gente sencilla, buena, trabajadora, llena de fe, un departamento donde las relaciones humanas son muy espontáneas, muy sencillas, todos se conocen. Con la llegada del Esmad todos quedaron traumatizados. Hubo exageraciones, sin duda.
Monseñor Castro considera que la población ha sido muy solidaria con los campesinos porque “la situación de ellos es de las peores que uno se pueda imaginar, en términos de vida, de reconocimiento del valor de su trabajo, de sus productos, y la aplicación de unas medidas internacionales que los han perjudicado enormemente”
¿Tenían razones válidas los campesinos de Boyacá para la movilización que hicieron?
Resumo los problemas de los campesinos en cuatro palabras muy sencillas:
La primera… costos. Los costos de producción son enormes. Una unidad de producción de papa termina costándoles 50 mil pesos y en el comercio no les dan más de 20 mil pesos por esa papa. Están perdiendo más de la mitad de su trabajo. Por eso han insistido mucho en la reducción del precio de los insumos.
La segunda, el combustible, que en Colombia cada vez sube más. Es un golpe para los campesinos, sin que se entienda una política tan extraña, que lleva al país a que tengamos la gasolina más cara de América. Eso es realmente increíble. Entonces los campesinos sufren tremendamente. Si sube un poquito la gasolina, los descuadra.
En tercer lugar está el contrabando, por los cuatro costados. Por el sur es el peor: contrabando de papa, de leche en polvo. Y no tiene control. De manera que todo lo que llega de Ecuador, de Perú, en términos de papa es otro golpe para ellos. Evidentemente hacen perder el mercado de su producción.
El cuarto es el comercio. Los TLC, que se sabía desde un comienzo que perjudicarían a los productores de papa, de leche, a los campesinos, a la agricultura en general. Una agricultura en otros países supersubsidiada.
¿Cómo analiza el tratamiento que los políticos le dan al problema?
El problema del campo de Boyacá y posiblemente de Nariño no es de hace dos ni diez años. Las políticas relacionadas con el campo han sido un desastre. Al campo no se le ha mirado debidamente. Por eso la guerra colombiana surgió en el campo y tendrá que encontrar soluciones relacionadas con el campo.
Las decisiones que se han tomado en el Congreso y los gobiernos descuidan el campo. Cuando se comenzaron a definir los TLC siempre postergaron soluciones prácticas para el campo.
La Constitución impone a la gente como principal objetivo. Y son los campesinos los más necesitados, no los campesinos agroindustrializados, sino los campesinos que trabajan su tierrita, a veces en áreas muy reducidas, que no tienen más, que luchan contra todas estas políticas que ciertamente los han deprimido y empobrecido cada vez más.
Por: Edgar Artunduaga
Todelar