José Roberto Acosta, columnista de El Espectador.
Sábado, 30 de marzo de 2013
El Banco de la República no se creyó el maquillaje estadístico hecho por el DANE para hacer ver bonito el PIB y darle contentillo a su presidente Santos.
Con la bajada de 50 puntos básicos en su tasa de referencia, nuestro banco central espera estimular una actividad productiva en ruinas, que difícilmente levantará cabeza sólo con dinero barato, y espera que el Gobierno ponga de su parte despegando una vez por todas la famosa locomotora de la infraestuctura.
Nada que arrancan las necesitadas obras en vías, puertos y demás que compensen con su positivo efecto sobre la productividad la ya intolerable revaluación de nuestra moneda, que como cáncer desindustrializa la economía y la transforma en simple “centro comercializador” de productos importados.
Nuestro banco central teme la existencia de burbujas como la inmobiliaria, tal y como se desprende de varios de sus análisis entregados al público en serios documentos que anticipan claramente un encarecimiento de bienes no transables, anticipando la terrible “enfermedad holandesa”, pero le teme más a una desaceleración en la exigua generación de empleo formal y, por esta vía, a un recrudecimiento de la destrucción de empresa nacional por cuenta de importaciones baratas.
No basta con bajar los intereses, ya hasta los impuestos, como resultó de la última reforma tributaria, si el Gobierno no ejecuta obras y sigue con recursos paralizados en las cuentas del Banco de la República bajo la excusa de que su inoperancia se debe a las autorizaciones de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, o de las comunidades afectadas con dichos desarrollos. Disculpa mentirosa que poco maquilla su debilidad e improvisación, peor que la existente en la administración de la ciudad capital.
Ahora se anuncia con bombos y platillos que para impulsar dichas obras de infraestructura y apalancar al sector productivo el Banco Interamericano de Desarrollo, presidido por un colombiano, nos suministrará a chorros recursos de crédito externo, como si eso no generara más revaluación al monetizarse, y oculta que el problema del BID es que no encuentra “marrano” a quien prestarle para mantener sus “ventas” en un mundo financiero que abunda en liquidez y dinero barato.
Ojalá no sea tardía la agresiva pero certera decisión del Banco de la República. Ojalá el gobierno Santos despierte económicamente.
Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/columna-413048-ojala-no-sea-tarde