El hecho de que EE.UU. comercialice por debajo de su costo de producción grandes cantidades de alimentos y productos agropecuarios a todo el mundo, ha llevado a la quiebra a miles de productores agrarios de los países dependientes y atrasados, que no pueden competir en estas condiciones. Los subsidios otorgados por el gobierno al campo estadounidense favorecen a los grandes monopolios productores, en detrimento incluso de los pequeños agricultores norteamericanos. La superproducción de alimentos en EE.UU. ha llevado a que el 25% de los ingresos de los agricultores estadounidenses dependa de las exportaciones y el 40% de las ayudas gubernamentales. Esta situación ha puesto de relieve la hipocresía norteamericana que, al tiempo que exige a países como Colombia eliminar todos los obstáculos a la importación de alimentos, subsidia fuertemente sus propias exportaciones, ocasionando la ruina por doquier.
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