Por Helen Alexa Montenegro Rojas – asistente de Investigaciones y asuntos de Género de Cedetrabajo.
Aunque las mujeres en Colombia cada vez adquieren más productos financieros, persisten barreras económicas, culturales y sociales que las excluyen de los mismos.
El acceso de las mujeres a la banca es un indicador del desarrollo social, de autonomía económica, y muestra la evolución de las barreras estructurales del sistema bancario. Dada la agudización de la crisis causada por la pandemia COVID-19, hubo avances en el acceso al sistema financiero por parte de los grupos poblacionales tradicionalmente excluidos -mujeres y jóvenes-. A finales del 2020, el indicador de acceso de las mujeres llegó a un 87,8%, alcanzando dos años antes la meta para el 2022. Sin embargo, ese indicador para los hombres es del 94,3%.
La inclusión financiera no se reduce al acceso. Se necesitan “productos útiles y asequibles que satisfagan las necesidades – transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguros – prestados de manera responsable y sostenible” (Banco Mundial). En el caso de las tasas de interés, las diferencias de género se refuerzan con las de clase. Las tasas de interés de las tarjetas de crédito para personas con ingresos de menos de dos salarios mínimos son mayores que la tasa para quienes cuentan con ingresos superiores, en los dos casos es mayor la tasa que pagan las mujeres. En el grupo de ingresos menores a los 2 salarios mínimos, los hombres tienen una tasa promedio de 33,96%, mientras que la de las mujeres es de 34,51%. En el grupo de más ingresos, los hombres tienen una tasa promedio del 26,42% y las mujeres de 27,94%.
Las mujeres también son las más susceptibles al sobreendeudamiento. Según un informe de Resuelve tu Deuda, con la información de las personas que buscaron la ayuda de ese establecimiento para reparar sus deudas en 2022, el 52% fueron mujeres, mientras que el 48% corresponde a los hombres. Un año antes las mujeres fueron el 46% de los clientes y en el 2018 eran el 42%. La mayor inflación hace suponer que más madres cabeza de familia se han visto en la obligación de endeudarse y que otras no puedan pagar las deudas que ya tienen.
Las mujeres también se ven limitadas por su situación conyugal, se les restringe el acceso al crédito por no ser propietarias de bienes inmuebles. Sumado a esto, el tipo de actividades económicas en las que se vinculan mayoritariamente son de baja productividad. En términos culturales, se ha identificado lo masculino con el mundo de lo productivo, asociado a la imagen del hombre proveedor.
Queda un largo camino por recorrer en términos de la inclusión financiera y la capacidad de endeudamiento de las mujeres en el país. A pesar de la reducción de la brecha por ingresos, se sigue evidenciando una feminización de la pobreza. Su reconocimiento y solución debe involucrar las barreras de orden geográfico, las fuentes de ingreso para los hogares, el desarrollo del aparato productivo del país, entre otras.