Por Enrique Daza, director de Cedetrabajo.
El tema de la renegociación del TLC con Estados Unidos se ha ido esfumando aceleradamente de la agenda del nuevo gobierno hasta desaparecer del todo en los últimos días.
Es muy posible que ningún gobierno en la historia de Colombia haya tenido una agenda tan intensa en la relación con Estados Unidos. Días antes de la posesión, visitó a Colombia una delegación de alto nivel encabezada por Jonathan Finer, principal asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, el Secretario Adjunto para el Hemisferio Occidental y el director principal del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental, el colombiano Juan González, para revisar los temas de la agenda común tales como la crisis climática, las nuevas estrategias en la lucha antidrogas, las estrategias para la seguridad de los dos países, la inmigración y el fortalecimiento de la democracia, en la acepción que la da la Casa Blanca a esta palabra. La reunión fue preparada, días antes, durante una entrevista entre Gustavo Petro y el embajador encargado de Estados Unidos. A la posesión de Petro asistieron la Administradora de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, Samantha Power, y el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Gregory Meeks, entre otros.
Del 21 al 25 de agosto se realizó una segunda visita oficial de la administración de Joe Biden. La encabezó el secretario de Estado de la Oficina de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley (INL) de Estados Unidos, Todd D. Robinson. La visita fue considerada clave en la agenda que ha trazado Estados Unidos para Colombia, su principal aliado en la región, para fortalecer los vínculos diplomáticos y la estrategia contra las drogas. A Robinson lo acompañaron el director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP) de la Casa Blanca, Dr. Rahul Gupta, y el Administrador Adjunto Sénior de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), Peter Natiello.
Según confirmó la Casa Blanca, la delegación de Estados Unidos atendió reuniones con altos funcionarios del gobierno para discutir la cooperación entre Estados Unidos y Colombia en diversos temas de apoyo a la implementación de la paz, incluyendo la protección del medio ambiente, la seguridad, el desarrollo rural, los derechos humanos, la lucha contra las drogas y la delincuencia trasnacional.
En la segunda visita, el subsecretario Robinson puso en marcha dos acuerdos respaldados por la Oficina de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley de Estados Unidos, tendientes ambos a reforzar las políticas institucionales de derechos humanos de la Policía Nacional de Colombia y establecer un centro de normas policiales. Los acuerdos significaron una inversión de 3,85 millones de dólares.
Petro, quien antes de asumir la Presidencia ya había sostenido una reunión con la primera delegación enviada por Biden, explicó que ambos países trabajaron sobre una agenda “contemporánea a los actuales problemas y con una construcción común tratando de ser eficaces en la salida de los problemas que tenemos”.
—Recomendamos |El empleo no mejoró en los últimos cuatro años—
En ninguna de estas reuniones apareció el tema del TLC, salvo por una referencia ocasional que hizo Luis Fernando Velasco después de la primera reunión, antes de la posesión de Petro, en el sentido de que Colombia debe tener como prioridad la revisión del TLC con Estados Unidos. Velasco afirmó: “Yo no acompañé la aprobación del Tratado de Libre Comercio cuando fui senador, no porque crea que no se deban hacer tratados de libre comercio, sino porque creo que venía mal negociado; un ejemplo es en el sector de las confecciones”. Después hizo mutis por el foro y no volvió a referirse a tema.
El programa de gobierno del entonces candidato Gustavo Petro en torno a los tratados de libre comercio (TLC) con otros países había afirmado: “Los TLC deben ser revisados y renegociados en clave de que sean justos y se conviertan en herramientas para estimular la productividad, combatir el cambio climático, desarrollar transferencias de conocimiento y crear nuevos puestos de trabajo”.
No se volvió a hablar más del tema, salvo por una breve referencia que hizo el nuevo ministro de Industria y Comercio, Germán Umaña, quien señaló tajantemente: “Nadie está hablando de renegociar en primera instancia. Estamos hablando de analizar los resultados, llamar a las comisiones de evaluación de los tratados y buscar nuevos equilibrios”. Hubo otra posterior de Luis Gilberto Murillo, nuevo embajador en Estados Unidos, para la revista Semana, quien en forma enfática cerró el capítulo señalando que “se plantea una revisión, no renegociación, para aprovechar los mecanismos existentes y poder avanzar para que haya mayor apoyo y capacidad institucional entre los dos países”.
Evidentemente, no habrá renegociación, sino una nebulosa “revisión” la cual, dentro del texto del TLC, permite solo unas modificaciones cosméticas y no abordar temas de fondo como los capítulos de inversión o propiedad intelectual. Solo autoriza variar los aranceles para bajarlos, pero no posibilita extender los plazos de desgravación.
En suma, en la agenda de las relaciones entre EEUU y Colombia no aparece la renegociación del TLC, eje de las relaciones económicas. Esta promesa de campaña ha sido enviada al cuarto de San Alejo.
Promover la industrialización, la búsqueda de la soberanía alimentaria o el incremento del papel regulador del Estado, es prácticamente imposible dentro del marco del TLC.
Nota original publicada en Más Colombia.