Cada vez que luché por ti, te amé más. ¿Qué otro suelo hay, de almizcle y ámbar? ¿Y que otro horizonte, perfumado? Cada vez que tu tierra defendí, la rama de la existencia reverdecía y por encima de las cumbres, Palestina, mis alas se extendían.
- Publicación de la entrada:domingo, julio 19, 2009
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