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Mimetas

Ago 16, 2011

Guillermo Guevara Pardo, Leído en Tribuna Magisterial, agosto 14 de 2011 Los seres vivos han logrado, en el curso de la evolución, sacar provecho de ciertas estrategias para evadir depredadores, parásitos, competir con otros individuos y cumplir con el imperativo biológico de la reproducción y así prolongar la permanencia de la especie en el espacio […]

Guillermo Guevara Pardo, Leído en Tribuna Magisterial, agosto 14 de 2011

Los seres vivos han logrado, en el curso de la evolución, sacar provecho de ciertas estrategias para evadir depredadores, parásitos, competir con otros individuos y cumplir con el imperativo biológico de la reproducción y así prolongar la permanencia de la especie en el espacio y el tiempo. Una de las formas más elaboradas de esas estrategias es el mimetismo. Algunos animales mimetas han alcanzado tal nivel de sofisticación que se han convertido en verdaderos maestros del disfraz, y de paso se constituyen en una prueba más de la validez de la teoría de la evolución a través de la selección natural como lo postulara Charles Darwin en su obra de 1859, “El origen de las especies”.

La clase de mimetismo más conocida es la visual: algunas especies de mariposas poseen colores brillantes que advierten a sus potenciales depredadores de la presencia de sustancias desagradables en la intimidad de sus tejidos; otros tipos de estos alados insectos, que carecen de esas toxinas y por lo tanto son inocuas, han copiado esos mismos colores como estrategia para liberarse de la depredación. Esta táctica también la han implementado algunas especies de ranas y serpientes no venenosas. Pero existen otras formas de mimetismo como el químico, el acústico y el conductual.

La supervivencia de una mariposa que habita en el norte de Europa y de Asia depende de una especie de hormiga a la que imita. Las orugas del lepidóptero emiten una señal química que atrae a ciertas hormigas y las engaña, haciéndoles creer que se trata de un individuo de su misma clase. Las activas hormigas llevan las orugas hasta sus madrigueras donde durante diez meses se dedican a comer las larvas de sus burladas anfitrionas. Pero la situación es mucho más trágica: las hormigas llegan a matar a sus propias larvas para alimentar a la burladora si el alimento escasea. En 2009 se explicó tan peculiar comportamiento: la oruga, además de imitar la señal química de la hormiga, emite un sonido que semeja al producido por la hormiga reina; esta estrategia le asegura un acopio constante de alimento. Las engañosas señales química y acústica hacen que la mariposa aparezca ante las desafortunadas hormigas como el miembro más importante de la colonia.

Otro ejemplo de mimetismo acústico se da entre murciélagos y las polillas que cazan para alimentarse. Para capturar sus presas el alado depredador emite chasquidos ultrasónicos detectando el eco que rebota de los objetos del entorno. El murciélago forma en su cerebro una imagen auditiva de las inmediaciones donde está el apetitoso alimento. Como estrategias de defensa, algunas polillas emiten sonidos que desorganizan el mecanismo de ecolocación del murciélago y otras producen chasquidos que los murciélagos aprenden a asociar con mariposas de sabor desagradable. Hay mimetas que engañan a sus enemigos adoptando el aspecto de otra especie. En 1998 se descubrió en los mares de Indonesia un pequeño pulpo que recurre a este proteico truco: el ingenioso cefalópodo es capaz de imitar la forma de los animales marinos que medran en su entorno; no solamente copia la coloración de un pez o de una serpiente marina, sino que también modifica su comportamiento para parecerse lo más exactamente posible a la forma del animal suplantado.

El estudio de la genética de estos animales ha contribuido a comprender las bases moleculares del mimetismo, así como también a aportar una explicación de los mecanismos que subyacen en el origen de nuevas especies. Tal es el trabajo al que está dedicado el grupo que dirige Mauricio Linares en la Universidad de Los Andes con el estudio de una mariposa del pie de monte llanero.

COLETILLA: Políticos como Gustavo Petro han desarrollado otro tipo de mimetismo: el ideológico. Posan de “progresistas” para poder defender los más oscuros intereses de la derecha en el poder.

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