El Homo Sapiens probablemente es la única especie animal que incorporó al acto de alimentarse otros conceptos más allá de la simple proveeduría de nutrientes para funcionar como organismos vivos. Conceptos sociales, culturales y emocionales, entre otros, hacen parte del diario vivir humano alrededor de la alimentación. Posiblemente, una vez la especie dejó de ser nómada, la comida como acto de un grupo de humanos se convirtió en una oportunidad para desarrollar variados tipos de relacionamiento entre nosotros y con lo que nos comemos.
Todo este preámbulo evolutivo para puntualizar que, la alimentación como ningún otro accionar en la vida del ser humano es crucial desde los inicios de esta hasta la muerte.
Hace tres décadas conocemos la teoría de los primeros mil días de vida, en la que se explica, como desde el momento de la concepción hasta los dos años la alimentación es crucial para el futuro de la salud del individuo, en ella se describe como enfermedades del adulto de tipo no transmisibles como la diabetes o la hipertensión arterial en gran medida pueden ser consecuencia de una malnutrición en estos periodos iniciales y también como una intervención apropiada en la alimentación podría modificar predisposiciones heredadas por el individuo, cambiando sustancialmente su pronóstico de vida.
Los avances científicos nos han permitido entender mejor todo el funcionamiento de nuestro complejo organismo y existe un crecimiento exponencial durante las dos últimas décadas en cuanto a lo que sabemos respecto a la relación que tenemos en nuestro organismo con múltiples microrganismos.
Particularmente en cuanto a la alimentación, cada vez tenemos un mayor conocimiento del microbioma intestinal, ese nicho ecológico que convive con nosotros y con quien dependiendo del tipo de microorganismos que lo compongan podría verse beneficiada o afectada nuestra salud.
Al nacer adquirimos a través del canal vaginal en el parto microorganismos que van a ser la base de lo que se conoce como flora intestinal. La cual, al igual que cualquier jardín requiere de adecuados fertilizantes, que para el caso de nuestro organismo están dados por la alimentación con leche materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, o sea que solo debe alimentarse a base de esta, con lo cual se observa una protección contra enfermedades de tipo infeccioso y alérgico.
En Colombia según la última encuesta nacional de salud solo 36.1 % de los nacidos recibieron lactancia materna exclusiva durante sus primeros seis meses de vida; a pesar de existir en el país leyes que favorecen la lactancia materna e incluso con actualizaciones de la misma ley que ampliaron los permisos hasta los dos años del hijo para las madres trabajadoras formales que lactan. También, es importante tener en cuenta que, el número de mujeres cobijadas bajo esta ley no sería muy alto, pues según una publicación de Confecámaras en el año 2023 se reportó que las empresas solo contratan mujeres en un 37% del total de los trabajadores.
La introducción temprana de otros alimentos diferentes a la leche materna o a la fórmula láctea, antes de los 6 meses, puede afectar la salud del individuo de manera deletérea, predisponiéndole por ejemplo a padecer enfermedades como la obesidad. Tampoco está recomendado retrasar la introducción de la alimentación complementaria ,después de los 8 meses, pues no se ha observado beneficio protector contra las alergias con estas dilaciones.
Con todos los beneficios ampliamente documentados de la lactancia materna y el reconocimiento por parte del Estado de su importancia, debería motivarnos más como sociedad a procurar una mejor adherencia a su práctica por parte de las generaciones actuales de madres.