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El comercio de armas entre Colombia e Israel: una alianza estratégica bajo tensión

Nov 21, 2025

Aviones, drones, software y rifles Galil marcaron el comercio de armas entre Colombia e Israel, hoy afectado por una crisis bilateral sin precedentes.

El comercio de armas y material militar entre Colombia e Israel ha constituido históricamente uno de los pilares más sensibles y estratégicos de la relación bilateral. Durante décadas, la cooperación militar se tradujo en una transferencia constante de tecnología, entrenamiento y equipamiento, que fortaleció las capacidades de defensa e inteligencia de las Fuerzas Armadas colombianas. Sin embargo, esta relación, profundamente anclada en la estructura del Estado colombiano, entró en crisis con la ruptura diplomática de 2024.

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I. Naturaleza del comercio y dependencia tecnológica

Desde la década de 1980, Israel se consolidó como uno de los principales proveedores de armamento y sistemas de defensa de Colombia. Bajo el argumento de combatir el terrorismo y fortalecer la seguridad interna, los gobiernos colombianos adquirieron sistemas de armas, aeronaves, vehículos y equipos de vigilancia de alta tecnología por un valor aproximado de US$325 millones.

Entre los principales productos destacan:

  • Fusiles de asalto Galil: producidos bajo licencia israelí desde 1994 por la Industria Militar Colombiana (Indumil), con dependencia técnica para componentes clave como los cañones.
  • Aeronaves Kfir: 24 aviones de combate de fabricación israelí adquiridos en los años noventa, considerados la columna vertebral de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, cuyo mantenimiento y repuestos siguen dependiendo de Israel.
  • Misiles y artillería: sistemas Nimrod, Spike y Atmos, suministrados por la empresa Rafael Advanced Defense Systems.
  • Vehículos blindados Sandcat: fabricados por Plasan, utilizados por la fuerza pública en operaciones urbanas y rurales.
  • Tecnología de vigilancia y drones: Israel ha sido proveedor clave de drones Hermes 450 y 900 (Elbit Systems) y sistemas de interceptación de comunicaciones Target 360 (Elbit Systems C4I), empleados por la Policía Nacional y las fuerzas armadas.
Vehículo blindado Sandcat con policías colombianos en operativo

II. Implicaciones políticas y controversias del TLC

La cooperación militar se ha desarrollado bajo una lógica de seguridad hemisférica alineada con los intereses estratégicos de Estados Unidos e Israel en América Latina. El Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, vigente desde 2020, fue cuestionado por incluir disposiciones que facilitan la entrada de equipos militares y municiones sin gravámenes, lo que podría contravenir normas internacionales sobre comercio de armas en contextos de conflicto.

Asimismo, la opacidad en los registros aduaneros y presupuestales ha dificultado la fiscalización pública de estas operaciones. Informes especializados señalan que las partidas correspondientes a armas, municiones y sus componentes (códigos 93.01 a 93.06) experimentaron un crecimiento notable tras la firma del TLC, y estudios como SMART (2021) proyectaban un aumento del 28,7 % en las importaciones de este tipo de material.

Diversas organizaciones de derechos humanos han denunciado que las tecnologías militares israelíes —especialmente drones, software de espionaje y vehículos blindados— han sido utilizadas en Colombia para vigilar y reprimir movilizaciones sociales, así como para operaciones de control territorial en zonas campesinas y rurales.

Panorámica de Jerusalén con la Cúpula Dorada visible desde la ciudad vieja

III. Estado actual: suspensión, continuidad parcial y búsqueda de autonomía

La relación militar bilateral se fracturó oficialmente en marzo de 2024, cuando el presidente Gustavo Petro anunció la suspensión de toda compra de armas a Israel, calificando sus acciones en Gaza como “genocidio”. La decisión fue el preludio de la ruptura diplomática de mayo de ese mismo año, que interrumpió la cooperación directa entre las industrias de defensa de ambos países.

Sin embargo, la suspensión no implicó el fin total de los vínculos. Algunos contratos estratégicos continuaron ejecutándose:

  • En 2024, la DIJIN de la Policía Nacional firmó un nuevo contrato de 9 mil millones de pesos con Elbit Systems C4I para el mantenimiento del sistema de interceptaciones Target 360, sin competencia de otros oferentes.
  • También se mantuvieron acuerdos de soporte técnico en sistemas de drones Hermes y radares de vigilancia aérea, ante la imposibilidad de reemplazarlos de inmediato por tecnología de otro origen.

De manera paralela, el Gobierno colombiano impulsó la búsqueda de “autonomía estratégica”, con el desarrollo de un nuevo fusil nacional que reemplazaría al Galil en un periodo estimado de cinco años. Esta transición busca sustituir gradualmente cerca de 400.000 armas en uso en las fuerzas militares y reducir la dependencia tecnológica israelí.

No obstante, la revisión de contratos y licencias podría derivar en litigios internacionales bajo los mecanismos de protección de inversiones del TLC, con potenciales demandas por parte de empresas israelíes como Elbit Systems o Rafael, generando costos millonarios para el Estado colombiano.

IV. Exportaciones de armas colombianas hacia Israel

La relación militar no ha sido unidireccional. Entre 2003 y 2010, Israel fue cliente de la Industria Militar Colombiana (Indumil), adquiriendo más de 3.300 kits subensamblados del fusil Galil. Gracias a la licencia israelí, Colombia se convirtió en el único país autorizado para producir y exportar este modelo, consolidando temporalmente una línea de exportación de defensa hacia su propio proveedor tecnológico.

V. Perspectiva actual

El comercio de armas entre Colombia e Israel ha pasado de ser un eje estratégico de cooperación militar y tecnológica a convertirse en un punto crítico de divergencia política y ética. La suspensión de contratos y la búsqueda de autonomía industrial marcan un giro en la política de defensa nacional, pero también revelan las vulnerabilidades de un modelo de seguridad dependiente de proveedores externos.

En el nuevo contexto geopolítico, Colombia enfrenta el reto de redefinir su estrategia militar y tecnológica sin comprometer su soberanía ni su política exterior. La ruptura con Israel deja un vacío complejo: la necesidad de sustituir equipamiento crítico mientras se preserva la capacidad operativa y se evita un conflicto jurídico internacional.

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