De los gremios del país que ha conseguido reivindicar derechos laborales equitativos entre hombres y mujeres en el sector público, ha sido el Magisterio en cabeza de Fecode, esto se ha visto a lo largo de su historia.
Es importante recalcar que la carrera docente en el país ha sido esencialmente femenina, según el informe análisis estadístico del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, 2021, que analiza la evolución de la planta docente en el sector oficial y no oficial en Colombia: “de 484.304 personas de las cuales 448.866 tienen asignación académica. De estos, el 66,3% son mujeres (equivalente a 297.493) y el 33,7% son hombres (esto es, 151.373)”, ver figura 1.

Históricamente el papel de las mujeres en el magisterio ha sido sobresaliente, un ejemplo de ello fue el 24 de septiembre de 1966, cuando partieron desde Santa Marta entre 400 a 800 maestros, en una caminata de aproximadamente 1600 kilómetros, hasta la plaza de Bolívar de Bogotá, de los cuales llegaron 86, 50 eran mujeres y 36 hombres.
El motivo de esta movilización denominada “La Marcha del Hambre” era porque el Gobierno Nacional adeudaba el pago de salarios desde hacía 9 meses. Esta marcha estuvo antecedida por un paro que empezó en marzo del mismo año en varias regiones del país, y se levantó posteriormente porque se les pagaron los salarios que adeudaban a maestros, menos a los de esta parte del Caribe Colombiano.
En estas épocas se vivían momentos de protestas del gremio, por las lamentables condiciones laborales, económicas y sociales en las que los maestros ejercían su labor pedagógica, era tan denigrante la situación laboral de los docentes que carecían de estabilidad lo que los hacía de libre nombramiento y remoción, al tiempo que el ente territorial les pagaba con cajas de Ron de caña.
Por lo anterior, se le denominó así a esta marcha para mostrarle, en las calles, al país y al Gobierno de turno (Carlos Lleras Restrepo) que los educadores y sus familias se morían literalmente de hambre; movilización que fue posible por la fortaleza de las maestras que fueron mayoría en esta lucha, y valientes, pues desafiaron las tareas cotidianas impuestas que una mujer desempeñaba en la época, y que aún se mantienen.
Este fue un punto de partida para que 13 años después, en septiembre de 1979, se expidiera el decreto 2277 o estatuto docente, un hecho histórico que lograron los maestros y maestras de país, en una larga y valiente lucha.
Por primera vez se logró una normativa para ejercer la profesión docente, concertada entre FECODE y el Gobierno Nacional, “un régimen especial que amparara el ejercicio de la profesión docente en el sector oficial; con estabilidad laboral, derecho a la profesionalización, actualización y capacitación permanente” para maestros y maestras, de manera igualitaria, sin distingo alguno, todo por mérito.
Los derechos que consiguieron las maestras y maestros constituyeron un gran avance, pues además de lograr la profesionalización de la carrera docente y avanzar en la organización sindical, lograron un bienestar y calidad de vida para sus familias.
Estructura del escalafón docente del decreto 2277 de 1979

Tanto logro de los maestros y maestras no podía dejar las aspiraciones de los gobiernos neoliberales, en nuestro país, ordenados por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que querían dividir al Magisterio.
En el año 2000 por medio de la “Misión Alesina”, denominada así porque estaba en cabeza de Alberto Alesina (economista de la Universidad de Harvard), financiada por el BID, se pretendía crear un segundo régimen laboral para el Magisterio.
Y se creó, en el año 2002, con la contrarreforma de Álvaro Uribe Vélez, el nuevo estatuto docente 1278/2002, que se supone establecía condiciones laborales justas y dignas para los docentes, pero que en la práctica no fue así, pues desde que empezó a regir, los maestros eran sometidos a una serie de evaluaciones que cambió radicalmente el ejercicio de la profesión docente.
Evaluación de ingreso, de periodo de prueba, de desempeño anual y para ascenso en el escalafón, con el cual se pierde parcialmente la estabilidad lograda con el 2277/79, dado que quien pierda dos veces consecutivas la evaluación anual de desempeño es destituido.
En el 2015 Fecode llamó a un gran paro que duró 15 días, donde se lograron unos acuerdos, entre esos mantener la evaluación docente como criterio de ascenso, pero con cambios en la forma, es decir evaluación diagnóstico formativa, que hoy también presenta fallas, porque aún se demora el ascenso de los docentes del país; por eso Fecode ha presentado propuestas a los diferentes gobiernos de un estatuto único de la profesión docente, pero aún está en veremos.
Se debe tener en cuenta que esto va de la mano con un punto esencial de los acuerdos entre FECODE y el Gobierno Nacional actual, que es la reforma Constitucional al Sistema General de Participaciones (SGP), paso vital para garantizar este propósito y que aún sigue sin cumplirse.
Actualmente los maestros y maestras siguen en la lucha por mejorar sus condiciones laborales y las de la educación pública, por medio de su pliego de peticiones presentado a principios del año 2023, donde se evidencia un cumplimiento mínimo a estos acuerdos, muestra de ello fue la reciente pelea contra la ley estatutaria de educación, que, en últimas, borraba de un plumazo ese pliego acordado, afortunadamente los maestros y maestras lograron hundir en las calles esta lesiva ley.
Ahora viene un periodo duro para los docentes, pero si Fecode defiende fehacientemente el principio de la autonomía e independencia sindical frente a este Gobierno y cualquier Gobierno de turno, seguramente seguirá logrando victorias por sus derechos laborales, la educación de calidad, financiada y administrada por el Estado y que le sirva al desarrollo nacional.