Trump y su estrategia de dominio: amenazas, sanciones y presión
Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca con una política exterior más agresiva que nunca. Bajo la consigna de «América Primero», el mandatario ha intensificado una política exterior caracterizada por el unilateralismo, la imposición de sanciones y la desarticulación de tratados multilaterales. Con desprecio por la legalidad internacional y sin considerar tratados ni acuerdos previos, se ha lanzado a imponer condiciones a nivel global. La diplomacia ha sido desplazada por la intimidación, el chantaje y las sanciones, sin importar el impacto que esto tenga en la estabilidad internacional.
Su discurso populista, plagado de contradicciones, responde a una estrategia que prioriza la apariencia de fortaleza sobre la coherencia diplomática. Mientras proclama el regreso de Estados Unidos a la grandeza, su administración debilita alianzas, desmantela acuerdos internacionales y multiplica conflictos en distintas regiones.
En menos de un mes, ha amenazado con sanciones y aranceles a China, México, Canadá, Rusia, Irán, Colombia y otros países. Ha dejado claro que cualquier nación que no se someta a sus exigencias enfrentará consecuencias económicas o políticas. Ha abandonado organizaciones multilaterales y debilitados acuerdos que por décadas regularon las relaciones internacionales. Además, ha endurecido el tono contra líderes internacionales que se resisten a sus políticas, tildándolos de enemigos de los intereses estadounidenses.
Intervención de EE. UU. en América Latina: control político y económico
La región no ha quedado fuera de su estrategia. Las visitas de altos funcionarios estadounidenses han estado marcadas por presiones económicas y políticas. En su primera gira internacional, Marco Rubio, Secretario de Estado de los Estados Unidos de América se enfocó en debilitar la presencia de China en la región y garantizar el alineamiento de los gobiernos con Washington. Ha condicionado acuerdos comerciales y asistencias financieras a decisiones alineadas con los intereses de EE. UU.
Sanciones de Trump a América Latina: presión política y económica
Trump ha impuesto nuevas sanciones a gobiernos latinoamericanos, condicionando cualquier tipo de relación a la obediencia a Washington.
- Cuba ha sido reincorporada a la lista de países patrocinadores del terrorismo, luego de que Biden la hubiera excluido.
- A Venezuela le autorizó que Chevron siga operando y mantener las importaciones, pero le exigió la liberación de seis presos y aceptar la repatriación de miles de venezolanos, tras eliminar su estatus de protección temporal en EE. UU. desde abril.
- Colombia luego de que el gobierno de Petro tuviera que cambiar su postura frente deportación de migrantes, para evitar la imposición de fuertes medidas arancelarias, fue presentada como un ejemplo mundial de lo que le puede pasar al país que desafíe el poder de EE. UU.
- Panamá ha sido forzado a cesar su participación en el programa chino de la Franja y la Ruta, a revisar contratos con empresas chinas que funcionan en el canal y a reforzar los controles en el Darién, aumentando las restricciones para el paso de migrantes.
- Guatemala que había otorgado la Orden del Quetzal a Luis Almagro, secretario general de la OEA y aliado de Washington. Solo Belice y Paraguay han hecho lo mismo. Mauricio Claver-Carone, enviado especial de EE.UU. para América Latina, expresó su gratitud y lo interpretó como una muestra de que Guatemala reconoce la influencia china como una amenaza.
- En Costa Rica, el presidente Chaves recibió presiones para no permitir redes 5G de China, mientras que los jueces fueron advertidos con sanciones si autorizaban su implementación.
- En República Dominicana, Claver-Carone respaldó las estrictas políticas de Luis Abinader contra los refugiados haitianos y aseguró el apoyo de su gobierno en la exploración de tierras raras y la lucha contra el narcotráfico.
La estrategia de EE. UU. es clara: presionar, castigar y dividir a los gobiernos de la región, buscando mayor control sin necesidad de compromisos multilaterales. También ha aumentado la presencia militar en la región, con maniobras de presión en el Caribe y acuerdos de cooperación con gobiernos afines.
Relación de Trump con China: entre amenazas y pragmatismo
A pesar de su discurso incendiario contra China, las acciones de Trump han sido más calculadas. Ha impuesto aranceles del 10 %, esperando una reacción que no tardó en llegar. China respondió con medidas equivalentes, lo que ha generado nuevas tensiones comerciales y ha afectado mercados clave, como el tecnológico y el de materias primas.
Taiwán también ha sido amenazado con restricciones si no traslada parte de su producción a Estados Unidos. Sin embargo, pese a la retórica agresiva, Trump ha mantenido abierto un canal de comunicación con Xi Jinping, insinuando la posibilidad de futuras negociaciones si se cumplen ciertas condiciones favorables a EE. UU.
OTAN y Estados Unidos 2025: el chantaje económico
Trump ha convertido a la OTAN en un campo de presión económica. Ha exigido que cada miembro aumente su gasto militar al 5 % del PIB, con la condición de que estos recursos se destinen a comprar armamento estadounidense. Ha señalado a los países que no cumplan como «beneficiarios injustos de la protección estadounidense», generando fricciones con aliados europeos.
Algunos aliados han mostrado resistencia, pero Washington ha dejado claro que quienes no cumplan enfrentarán restricciones en cooperación militar y comercial. Su postura ha fracturado a la alianza, debilitando la confianza de los socios europeos y poniendo en duda el futuro del pacto defensivo.
Política migratoria de Trump: deportaciones masivas sin negociación
Trump ha endurecido sus políticas migratorias. Ha eliminado el estatus de protección temporal para miles de migrantes, ha aumentado las deportaciones y ha presionado a países latinoamericanos para que reciban expulsados sin condiciones.
- México enfrenta amenazas de nuevos aranceles si no intensifica el control fronterizo y construye mayores barreras de seguridad.
- El Salvador, Bukele, aceptó recibir deportados sin importar su nacionalidad y propuso que las cárceles salvadoreñas albergaran incluso reclusos procedentes de EE.UU.
- Guatemala, el presidente Arévalo, que también aceptó recibir deportados sin importar su nacionalidad, planteó la posibilidad de trasladar a Guatemala la base de Palmerola, actualmente en Honduras.
- Colombia ha tenido que aceptar la deportación de migrantes bajo presión de Washington, lo que ha generado tensiones políticas internas.
La medida ha provocado crisis humanitarias en varios países, pero la administración Trump mantiene su postura inflexible. Se han reportado casos de violaciones a los derechos humanos en los centros de detención y deportación.
Guerra comercial de Trump: presión sobre aliados y enemigos
Estados Unidos ha intensificado su ofensiva comercial, imponiendo restricciones a cualquier país con superávit comercial frente a Washington. China, Japón, la Unión Europea y Canadá han recibido amenazas de nuevos aranceles si no equilibran su comercio con EE. UU.
Durante una reunión con el primer ministro japonés, Trump advirtió que, si no se reduce el déficit comercial, se impondrán gravámenes a productos clave. Tokio ha reaccionado con cautela, pero también con preocupación por la relación bilateral. Se han visto interrupciones en la exportación de productos electrónicos y vehículos, lo que ha generado tensión en la industria.
Suspendió por 90 días los programas de cooperación con otros países y avanza en el cierre de Usaid, agencia vinculada a intervenciones en el extranjero y señalada como brazo político de la CIA. Con el respaldo de su asesor Elon Musk, también está metiendo la mano en las elecciones de Alemania y Gran Bretaña.
Trump y el multilateralismo: una ruptura total
Trump ha profundizado el quiebre con organismos internacionales:
- ONU: Ha retirado a EE. UU. del Consejo de Derechos Humanos, argumentando parcialidad en sus decisiones.
- OMS: Anunció su salida para diciembre, cuestiona su manejo de la pandemia de COVID-19 y la señala por actuar bajo la influencia de ciertos países. También argumenta que EE.UU. aporta más dinero del que debería en comparación con otras naciones, como China.
- UNESCO: Evalúa su salida definitiva, bajo el argumento de sesgos ideológicos.
- OMC: Amenaza con retirarse si no se reforman las reglas de comercio global, argumentando que perjudican a EE. UU.
- Acuerdo de París sobre cambio climático: Consideraba el acuerdo como un trato desigual que perjudicaba a EE.UU. mientras beneficiaba a China e India. También dudaba de su efectividad y llegó a decir que el cambio climático era un «engaño».
Además, ordenó el fin del financiamiento a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos – UNRWA, acusándola de sesgo contra Israel y de permitir abusos de derechos humanos. También les exigió a los palestinos retomar negociaciones de paz.
El gobierno de Trump se ha desmarcado de cualquier instancia de cooperación internacional, apostando por la imposición unilateral de normas, lo que ha generado rechazo en la comunidad internacional.
Excepcionalismo estadounidense: el derecho a dominar
La creencia de que Estados Unidos tiene un destino manifiesto como líder del mundo sigue marcando la política exterior de Trump. Su gobierno se considera autorizado a intervenir en otros países, imponer su modelo y explotar recursos ajenos sin rendir cuentas.
La Convención de Viena establece en su Artículo 27 que ningún país puede alegar su legislación interna para incumplir un tratado. Aun así, el llamado excepcionalismo estadounidense ha guiado las estrategias de seguridad de sus últimos gobiernos, justificando invasiones, injerencias políticas y el saqueo de recursos con el argumento de su tamaño, ubicación privilegiada, sistema republicano y valores morales. Bajo esta visión, se presenta como un modelo universal mientras aplasta los nacionalismos ajenos en nombre del propio.
Sin embargo, la realidad ha cambiado. La hegemonía estadounidense ya no es incuestionable, y la política exterior de Trump está chocando con un mundo multipolar donde China, Rusia y otras potencias han consolidado su influencia. En su afán por restaurar el dominio estadounidense, el presidente exhibe su arrogancia sin filtros. Pero lejos de lograr un reposicionamiento de Estados Unidos como líder indiscutible, está dejando en evidencia las fracturas internas del sistema y la resistencia creciente de otros países a someterse a su dictado.
Mientras busca imponer su voluntad a base de amenazas y presión económica, el mundo observa con escepticismo a un líder que insiste en jugar con reglas que ya no tienen el mismo efecto. Su prepotencia, lejos de restaurar la hegemonía, podría acelerar el debilitamiento del dominio estadounidense en el escenario internacional.