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Producir conocimiento de calidad o desaparecer como especie

Dic 2, 2019

Por: Diego Torres* U.N. Periódico, Bogotá D.C., 14 de noviembre de 2019 Es tiempo de hacer algo por la producción científica de calidad en el mundo, y como docentes debemos comenzar por nuestro país. Existe una mala forma de ver a la ciencia, en la cual se privilegia producir y publicar enormes cantidades de conocimiento, […]

Por: Diego Torres*

U.N. Periódico, Bogotá D.C., 14 de noviembre de 2019

Es tiempo de hacer algo por la producción científica de calidad en el mundo, y como docentes debemos comenzar por nuestro país. Existe una mala forma de ver a la ciencia, en la cual se privilegia producir y publicar enormes cantidades de conocimiento, en particular artículos, en desmedro de la calidad del saber mismo. Dentro de este perverso sistema hay grandes compañías –como Elsevier– que se encuentran en el ojo del huracán por publicar resultados científicos financiados por países con recursos públicos, los mismos que después no pueden ser consultados por la comunidad de científicos, pues se debe pagar por acceder a la información que ellos mismos han producido.

Pero la enorme cantidad de publicaciones es solo el pico de un iceberg. Muchos sistemas, el colombiano incluido, favorecen la publicación rápida y permanente de artículos, lo cual va en contra de su calidad e impacto. Para hacer las cosas peores se considera que los artículos con pocos autores son mejores, lo que desconoce la realidad mundial en ciertas ciencias de tener colaboraciones internacionales que favorezcan la producción de conocimiento de alta calidad con una alta difusión.

Los resultados no mienten: cada día en el mundo se producen hoy más publicaciones científicas que las que se produjeron durante todo el siglo XIX. Sin embargo, tenemos muy pocas oportunidades de leerlas, y es peor aún cuando se evalúa su impacto en cuanto a la producción de conocimiento innovador y de frontera.

Algunos dirán: “no se sabe qué conocimiento será necesario en el futuro”, pero el verdadero problema es que gran parte de ese conocimiento es simplemente la repetición de pequeños resultados que de forma conjunta no logran tener un impacto considerable en la producción del conocimiento.

Hemos llegado a un nivel de sofisticación científica sin precedentes en la historia de la humanidad, pero al mismo tiempo las grandes preguntas están sin resolver, y hemos llegado a un valle de la tranquilidad intelectual en la cual nos encontramos coleccionando estampillas de conocimiento sin importar hacia dónde vamos como humanidad.

Es tiempo de detener esto por el bien de la misma humanidad y empezar a responder las grandes preguntas que agobian al hombre desde el inicio de los tiempos: ¿cuál es el origen de la vida?, ¿por qué aparentemente tenemos más plomo que oro en el universo que nos rodea?, ¿el universo tiene un fin?, responder a estas preguntas nos hace humanos.

También la lucha por llegar a la cima del conocimiento crea bienestar y tecnología para el hombre; la internet nació en un laboratorio de física nuclear cuando tratábamos de descubrir cuáles son las partículas elementales que conforman el universo.

Pero para llegar siquiera a empezar a escalar esa cima de conocimiento debemos reconocer que el mundo ha cambiado. Tenemos que asociarnos internacionalmente y crear un sistema de incentivos a la investigación que privilegie la calidad sobre la cantidad.

Debemos participar en grandes colaboraciones y definir cuáles son las preguntas que quisiéramos contestar; debemos incentivar la curiosidad científica en la sociedad y crear la cultura de la difusión científica hacia la sociedad por parte de los científicos mismos, pues no es suficiente con crear conocimiento financiado por los países, sino que debemos hacer que este conocimiento llegue a la sociedad por medio de programas permanentes de difusión científica y transferencia de conocimiento.

El gran reto de la humanidad, y de Colombia en particular, es crear una verdadera sociedad basada en el conocimiento, y para ello debemos incentivar la excelencia en la investigación científica; finalmente la curiosidad y el afán por tener respuestas fue lo que impulsó al homo sapiens de la estepa africana a conquistar el universo.

*Ph. D. en Física Nuclear con experiencia como investigador posdoctoral de la University of the West of Scotland (Escocia) y Rutgers University (Nueva Jersey, EUA). Jefe de extensión y transferencia de conocimiento de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) sede Bogotá.

Email: datorresg@unal.edu.co

 

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