La economía de América Latina cerró el 2024 con avances en sectores como infraestructura y exportaciones, pero aún persisten dificultades derivadas de la inflación y la volatilidad internacional.
Países como Brasil y México lideraron el crecimiento con cifras destacadas, mientras que Colombia y Perú apostaron por la digitalización y la minería. A pesar de los logros, el factor climático y la inversión limitada en ciertos sectores exigen mayor integración regional para 2025.
Brasil: un año de crecimiento impulsado por el consumo interno
Brasil cerró 2024 con un incremento del 4% en su Producto Interno Bruto (PIB), consolidándose como una de las economías de mayor dinamismo en América Latina. Este resultado estuvo liderado por el sector de servicios, que creció un 0,9%, y la industria manufacturera, que registró un aumento del 0,6%. Sin embargo, el sector agrícola retrocedió un 0,9% debido a la sequía prolongada que afectó la producción.
El consumo de los hogares creció un 4,5%, impulsado por el aumento en los ingresos disponibles y políticas fiscales expansivas. Por su parte, la inversión avanzó un 9,7%, destacándose proyectos relacionados con infraestructura vial y energética. A pesar de estos avances, la inflación del 4,77% generó presiones en sectores esenciales como alimentos y energía.
De cara al 2025, se espera un crecimiento más moderado del 2,4%, enfocado en consolidar la estabilidad macroeconómica y en la reactivación del sector agrícola.
México: diversificación y enfoque en energías limpias
Datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México, la economía finalizó el año con un crecimiento trimestral del 1%, fomentada por la inversión y el consumo de los hogares esto destaca su estabilidad y capacidad de adaptación. Entre tanto, la inflación siguió disminuyendo, alcanzando un 5% anual. Los ingresos fiscales registraron un incremento del 5.3%, con un crecimiento destacado en el IVA (4%) y el IEPS (30.8%). La tasa de desocupación se situó en un histórico 2,7%, mientras que la inversión en infraestructura aumentó un 16,6%, marcando el mayor incremento en más de una década.
El comercio exterior fue clave para el dinamismo económico, con exportaciones que alcanzaron cifras récord e inversiones extranjeras que superaron los 31.000 millones de dólares. Además, se priorizaron sectores sociales como salud y educación, con aumentos del 13,3% y 6,3%, respectivamente, en el gasto público destinado a estas áreas.
Chile: crecimiento liderado por exportaciones y turismo
Chile registró un crecimiento del 2,3% en su economía, respaldado por un aumento del 6,4% en exportaciones, principalmente de cobre. La industria manufacturera también tuvo un buen desempeño, avanzando un 3,2% gracias a la producción de alimentos y productos químicos.
El consumo interno mostró un avance del 1%, mientras que el gasto estatal aumentó un 5,3%. Sin embargo, la inversión total cayó un 0,2%, debido a la reducción en proyectos de construcción residencial. Las importaciones aumentaron un 1,5%, a pesar de registrarse descensos en maquinaria y servicios relacionados con empresas. A pesar de estos retos, el ingreso nacional bruto disponible creció un 3,3%, impulsado por condiciones favorables en los términos de intercambio.
El turismo también destacó en 2024, con un aumento del 5% en la llegada de visitantes internacionales. Esto se logró gracias a una estrategia de promoción de destinos emergentes y mejoras en infraestructura turística, que diversificaron las ofertas del sector.
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Colombia: tecnología y digitalización impulsan el crecimiento
En Colombia, la economía avanzó un 2% en 2024, con las exportaciones de servicios registrando un incremento importante del 22,7%. Sectores como tecnología y comercio electrónico lideraron el crecimiento, con un aumento del 15% en las transacciones digitales.
La inversión en infraestructura también tuvo un papel destacado, con proyectos destinados a mejorar la conectividad vial y digital en regiones clave. Sin embargo, sectores tradicionales como la minería y la manufactura enfrentaron retrocesos del 7,1% y 1,3%, respectivamente, lo que limitó un crecimiento más acelerado.
Perú: minería y agroindustria en auge
Datos del Banco Central de Reserva del Perú indican que el país cerró el 2024 con un crecimiento del 3,8% en su Producto Bruto Interno (PBI), consolidándose como una de las economías más resilientes de América Latina. Las exportaciones aumentaron un 10,9%, con el cobre y el oro como principales productos.
El incremento en las importaciones estuvo motivado por la demanda de insumos industriales y bienes de capital, en sintonía con la recuperación del sector manufacturero y la inversión privada en infraestructura no residencial. Los términos de intercambio mejoraron un 13,5%, resultado de un alza en los precios de exportaciones como el oro, el cobre y productos agrícolas, junto con una reducción en los costos de importaciones, especialmente de petróleo y alimentos.
A nivel interno, la inversión estatal creció a tasas de dos dígitos, priorizando proyectos de infraestructura sanitaria y educativa. Sin embargo, el déficit fiscal del 4% reflejó un aumento en los costos asociados a pagos de deuda y ejecución de obras públicas.
El superávit en cuenta corriente alcanzó un 2,5% del PIB, apoyado por condiciones internacionales favorables y una mayor demanda de los productos de exportación del país.
A nivel global los mercados emergentes marcan la pauta
A nivel global, el Fondo Monetario Internacional estimó un crecimiento del 3,2% para 2024, con los mercados emergentes liderando el dinamismo económico. Economías como India y China registraron tasas de crecimiento del 7% y 4,8%, respectivamente, gracias a sus avances en tecnologías sostenibles y producción de bienes de alto valor agregado.
En contraste, Los datos de la OCDE indican que las economías desarrolladas enfrentaron mayores retos. Francia y Alemania lograron crecimientos marginales del 0,4% y 0,2%, mientras que el Reino Unido y Japón sufrieron retrocesos debido a tensiones comerciales y ajustes en sus cadenas de suministro.
América Latina concluye 2024 con avances importantes en varios sectores, aunque persisten algunos retos. La economía de América Latina, al igual que el contexto global, dependerá en 2025 de la integración regional, el impulso a la sostenibilidad y la promoción de la innovación para consolidar un crecimiento equilibrado y sostenible. Aprovechar las oportunidades en comercio exterior y garantizar la estabilidad podría posicionar a la región como un actor estratégico en el escenario global.