Por: María Fernanda Arteaga

Durante el primer cuatrimestre del año 2024, el DANE reportó la caída más grande de la natalidad que ha experimentado el país en toda su historia. Se trata de una caída del 14.6% en los nacimientos con respecto al mismo cuatrimestre del 2023, en el que la caída se reportó en un 9%. Así, se observa que, para el periodo mencionado de 2023, existieron 170.205 nacimientos, mientras que, en 2024 se reportaron 145.416.

La directora del DANE, Piedad Urdinola, explicó en una entrevista del pasado 26 de junio, que este fenómeno obedece a que el país se enfrenta ante el fenómeno descrito en la teoría de la transición demográfica, en la que se explica cómo la tasa de natalidad de los países tiende a caer, conforme sus condiciones de vida mejoran.

La transición demográfica, explica que la modernidad nos presenta un panorama en el que existen menos decesos a causa de una mejor calidad de vida principalmente por la mejor atención en salud y en general de las necesidades básicas de la población, lo que ocasiona que las preferencias de fecundidad disminuyan, debido a que no hay una necesidad prominente de cubrir la tasa de reemplazo. Sin embargo, el apoyo de esta teoría se basa en datos generales del país, obviando la situación particular de las regiones.

Es así como, dentro de las estadísticas del DANE, se observa una mayor transición demográfica en Bogotá y el Eje Cafetero, cuya densidad demográfica y desarrollo económico y social es más grande que en las regiones donde se registra una mayor natalidad, como es el caso de Chocó, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, la Guajira, la Amazonía y la Orinoquía colombiana. Todas ellas regiones con más necesidades básicas insatisfechas, en donde abunda la pobreza y la precariedad.

Por otro lado, existen factores sociales, económicos y culturales que permiten una mayor eficacia de la planificación en ciertas poblaciones. Es así, como se evidencia una fuerte caída de la natalidad en sectores con acceso a educación y mejores condiciones económicas, lo que garantiza el acceso y uso de métodos de planificación controlados, seguros y efectivos, además de una mayor educación sexual y reproductiva.

Resulta indispensable mencionar lo feminizado que se encuentra el control de natalidad, pues se ha puesto la carga de la planificación, casi exclusivamente sobre las mujeres, siendo que la decisión de tener hijos debería tomarse por parte de ambos sexos.

Si bien es cierto, es urgente fortalecer y apoyar las campañas que devuelven a las mujeres el poder de decisión sobre nuestros cuerpos, siendo un argumento principal para defender el derecho al aborto como opción digna para que las mujeres no perdamos nuestra vida, esto no exime la responsabilidad paternal, sexual y reproductiva de los hombres, como actores directamente relacionados con la natalidad.

La directora del DANE, señala en su entrevista, la importancia que tuvo la educación femenina para lograr descender en la natalidad a través de las décadas. Menciona: en los 70´s, las colombianas tenían de a 7 hijos por mujer, para los 80´s, 3.5 hijos, en los 90, 3 hijos, y en 2015, un promedio de 2.5 hijos por mujer. También, resalta que el incremento del ingreso de las mujeres al mercado laboral impacta directamente en la disminución de la natalidad, pues las mujeres ya no se dedican exclusivamente al hogar. 

Lo anterior, quiere decir que las mujeres mejor informadas, deciden no maternar, o maternar a menos crías. Una mujer informada, sabe que el dinero no alcanza para darle una mejor calidad de vida a sus crías, por lo que decide con base en ello. La cifra consolidada más reciente de la fiscalía general de la Nación, indica que entre 2020 y 2022 sumaron más de 100.000 demandas por cuotas alimentarias, de las cuales, la mayoría se interponen frente a hombres que no asumen su paternidad.

Todos estos datos, demuestran que, si bien el fenómeno de transición demográfica está ocurriendo, como es normal después de eventos sociales traumáticos como la pandemia en 2020, y en general porque es un ciclo que se presenta en todos los países, en la actualidad colombiana, el fenómeno no se debe precisamente a la presencia de unas mejores condiciones de desarrollo económico y social, sino a factores diversos que la teoría no tiene en cuenta.

Existen posturas críticas frente a este fenómeno en otros países, como lo menciona el artículo de las universidades Rey Juan Carlos y Complutense de Madrid: Evolución de los principales indicadores sociodemográficos italianos: una crítica sutil a la teoría de la transición demográfica, en el que se llega a la conclusión de que una transición demográfica no describe necesariamente a todo un país, invitando a una lectura crítica de los datos.

El gobierno nacional, a través del DANE, debe ser cuidadoso al analizar los datos que se obtengan, pues de una lectura correcta de los mismos depende la implementación de planes, programas y proyectos que se encaminen a construir un mejor país, partiendo de la base de la realidad y no de lo que se quisiera mostrar como avances. Más aún por su compromiso de campaña, de ayudar a las zonas periféricas del país a salir del estado de pobreza en el que se encuentran.