Aumento inevitable del precio del diésel
El reciente anuncio del ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, ha generado gran inquietud en diversos sectores del país. Durante el lanzamiento de la revista de la Contraloría General de la República, Bonilla afirmó que el precio del diésel se incrementará en 6.000 pesos por galón, distribuidos en tres fases. Este aumento, que se aplicará en 2024 y 2025, será una medida impopular pero, según el ministro, necesaria para cerrar el déficit del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (Fepc).
Este anuncio ha caído como un balde de agua fría para los transportadores, quienes han sostenido reuniones con el gobierno para evitar un alza en el precio del diésel. Sin embargo, Bonilla fue tajante al asegurar que no habrá más negociaciones con este gremio, y que el aumento se aplicará sin excepciones. El incremento, que inicialmente afectó solo a grandes consumidores como empresas petroleras y mineras, ahora impactará a todos los sectores.
Los transportadores en pie de lucha
La respuesta del sector transportador no se hizo esperar. Arnulfo Cuervo Aguilera, presidente de la Confederación Nacional de Transportadores, manifestó su preocupación por las posibles consecuencias que esta medida podría tener para el país. Cuervo Aguilera instó al gobierno a reconsiderar su posición y mantener abiertos los canales de diálogo, para evitar lo que él califica como «consecuencias catastróficas» para el tejido social y económico de Colombia.
La importancia del diésel en la operación del transporte de carga es innegable. Este combustible representa el 40% del costo operativo de los camiones, y un aumento en su precio podría desencadenar una serie de alzas en los costos de producción y comercialización de bienes y servicios. De acuerdo con la Confederación Intergremial Colombiana (Confeincol), este incremento podría afectar negativamente a toda la cadena productiva, incrementando los precios en la economía y generando un impacto en la inflación.
Competitividad logística en riesgo
Colombia ya enfrenta una situación complicada en términos de competitividad logística, y el aumento en el precio del diésel podría agravar aún más esta situación. Según el Banco Mundial, el país cayó del puesto 58 al 66 en el Índice de Desempeño Logístico, lo que implica un incremento en los costos para los empresarios y una disminución de su capacidad para competir en el mercado global.
El Departamento Nacional de Planeación había establecido como objetivo reducir el costo logístico al 12.9% del total, pero actualmente este se sitúa en un preocupante 17.9%. El transporte de carga, que mueve más del 80% de las mercancías en el país, depende en gran medida del diésel. El aumento en el precio de este combustible no solo encarecerá el transporte de mercancías, sino que también afectará la competitividad de los productos colombianos en el exterior.
“Inflación imaginaria” y consumo
El ministro Bonilla ha señalado que existe una «inflación imaginaria» que solo puede resolverse con ajustes en el mundo real, como el aumento en el precio del diésel. No obstante, esta medida podría tener el efecto contrario. Según estimaciones de Confeincol, la inflación podría aumentar en un 1.04% como consecuencia del ajuste en el precio del diésel.
En los últimos meses, la inflación ha mostrado signos de moderación, en parte debido a una desaceleración en el consumo. Sin embargo, un incremento en los costos del diésel podría generar una nueva presión inflacionaria en un momento en que la economía colombiana muestra señales de fragilidad. La subida del precio de la gasolina en un 67% ya provocó una caída del consumo del 14%, y es probable que un aumento similar en el diésel tenga efectos igualmente adversos.
Recaudación y beneficios para el gobierno
Desde el punto de vista fiscal, el gobierno espera recaudar aproximadamente 653.000 millones de pesos adicionales en impuestos gracias al aumento en el precio del diésel. Además, se estima que las ganancias de Ecopetrol podrían incrementarse en 12.5 billones de pesos. No obstante, este enfoque fiscal ignora una realidad crítica: a pesar de que Colombia es autosuficiente en la refinación de diésel y cuenta con grandes yacimientos de petróleo, la exploración de nuevos yacimientos ha disminuido, lo que podría llevar al país a depender de importaciones a precios internacionales en el futuro.
Un contexto internacional desafiante
En el ámbito internacional, muchos países han optado por subsidiar los combustibles fósiles para mitigar el impacto de los altos costos energéticos. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2022 se destinaron 7 billones de dólares a nivel mundial para subsidiar estos combustibles. Sin embargo, la decisión del gobierno colombiano de aumentar el precio del diésel parece ir en contra de estas tendencias globales.
Mientras que otras naciones buscan reducir los costos energéticos para proteger sus economías, Colombia opta por incrementarlos, a pesar de que la economía creció solo un 0.6% el año pasado. Los indicadores económicos recientes refuerzan esta preocupación: la industria colombiana ha experimentado una caída significativa, con una disminución en el crecimiento industrial del 9.5% en 2022 al 3.6% en 2023. Además, la inversión ha seguido una tendencia negativa, con una reducción del 24.8% en 2023 y del 13.4% en el primer semestre de 2024.
¿Qué sigue para Colombia?
A pesar de los sólidos argumentos presentados por el gremio de transportadores, el gobierno colombiano parece decidido a seguir adelante con el aumento en el precio del diésel. El ministro Bonilla sostiene que este combustible, al igual que la gasolina, «tiene que llegar a precio internacional en algún momento», una posición que ha generado críticas y preocupación en diversos sectores.
La decisión de incrementar el precio del diésel podría tener repercusiones profundas en la economía colombiana, afectando tanto a consumidores como a empresarios. En un contexto económico ya de por sí complicado, este aumento podría exacerbar las tensiones sociales y económicas en el país, con consecuencias difíciles de prever.