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Petro en Múnich y cerca de la OTAN

Mar 6, 2024

Petro reitera en Múnich sus tesis habituales sobre injusticia social y cambio climático, sin mayor impacto o atención internacional. Su presencia, al igual que otros líderes de países en desarrollo, fue casi simbólica.

Las dos brevísimas intervenciones de Petro en la Conferencia de Seguridad de Múnich, de no más de siete minutos en total, no hicieron referencia a ninguno de los temas que fueron objeto de la cita. Ningún medio internacional reseñó el discurso y la presencia del mandatario colombiano, así como la de la presidenta de Barbados, Mia Amor Mottley, y la del presidente de Ghana, Nana Addo Dankwa, se redujo a un papel decorativo, que atendió a la solicitud hecha por los asistentes a la conferencia de 2023 para que se diera mayor espacio a los países en desarrollo.

La 60ª Conferencia de Seguridad de Múnich, que se realiza anualmente desde 1963 y cuya columna vertebral son los países otanistas, fue dedicada a Ucrania. Durante tres dias intervinieron los principales dirigentes de la OTAN y la estrella fue Volodímir Zelenzki. Todas las intervenciones de los dirigentes occidentales estuvieron dirigidas a apoyar a Ucrania y a condenar a Rusia. Marginalmente se tocaron temas como la situación de Gaza y el papel de Europa.

Como se acostumbra en estas reuniones, se expusieron los problemas más relevantes que afectan la seguridad global del bloque otanista. Los protagonistas fueron personajes como Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, Olaf Scholz, canciller alemán, Kamala Harris, vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Borrell, alto representante de la Unión Europea para relaciones exteriores, Úrsula Von der Leyden, presidenta de la Comisión Europea, y Jens Stoltemberg, secretario general de la OTAN.

Kamala Harris ratificó la voluntad de Estados Unidos de asegurar su liderazgo en el mundo y afirmó que seguirá aplicando su Estrategia de Seguridad Nacional con la intervención en el Indo-Pacífico, el apoyo a Ucrania contra Rusia, las garantías para la seguridad de Israel y la colaboración con América Latina para “aumentar la inversión privada, hacer frente a la crisis climática y atender las causas profundas de la inmigración”.

El tema del panel en el que participó Petro tenía como centro impulsar “un orden mundial que les sirva a todos”. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, se refirió a la guerra en Gaza criticando a Israel por la aplicación de un castigo colectivo contra la población civil. Pidió la liberación de los rehenes, criticó la invasión de Rusia a Ucrania, abogó por el multilateralismo y la condena a la discriminación, propuso un cambio en la arquitectura financiera mundial y llamó a hacer contribuciones efectivas a las energías renovables.

Petro, en una primera intervención de cuatro minutos, atribuyó la violencia de 75 años en Colombia a la injusticia social y anotó que en los últimos 30 años Colombia ha podido irse pacificando gracias a un pacto por la justicia social.

¿Así de ese tamaño? Colombia no es un ejemplo de pacificación exitosa. La violencia se escala a niveles más altos y entre sus causas inmediatas se señalan las economías ilegales, que están muy lejos de controlarse, como lo muestran las declaraciones del propio mandatario y las estadísticas de su gobierno.

Posteriormente, en una intervención de un minuto sobre la extinción inminente de la humanidad, Petro expuso la insólita tesis, hoy en boca de muchos humoristas: la población del Sur se ve obligada a inmigrar porque el agua se seca y marcha al Norte, donde la encuentra en abundancia producida por los deshielos. La causa principal de la inmigración sería el cambio climático, afirmación que no explica las corrientes migratorias del norte de África, Venezuela y Siria, entre muchas otras.

Petro tiene unas ideas fijas que repite en todas las conferencias internacionales a las que asiste. Una, el apocalipsis. Otra, atribuir la violencia a la injusticia social, idea que se convierte en una legitimación de la lucha armada, no solo en Colombia, sino en todos los países en desarrollo, donde la injusticia es norma. La idea pasa por alto la complejidad de las guerras en el mundo, cuya causa más importante radica en la intervención de los países de la OTAN, encabezados por Estados Unidos, en los asuntos internos de muchos países, violando su soberanía. Washington, en particular, desata conflictos por todas partes en el afán de mantener el control sobre los recursos naturales del planeta y de preservar a toda costa su hegemonía.

La tercera idea expuesta, la de que África y América Latina poseen los recursos para la producción de energías limpias mientras que los países del Norte contaminan y conducen a la guerra y al fascismo, choca con la evidencia de que países que son considerados por Petro como parte del Norte por su gran emisión de gases efecto invernadero tales como China, Rusia e India, son al mismo tiempo los que están desarrollando una capacidad tecnológica crucial para la producción de energías renovables, en tanto que otros del Sur Global, como los árabes, figuran dentro de los mayores emisores de CO2.

Según Petro, el potencial de energías limpias de América Latina y África permite un acuerdo entre esos dos actores, mientras que la chimenea del Norte lleva a la barbarie. Se necesita entonces, concluye, un poder público global democrático basado no en la fuerza sino en los votos.

Petro tiene unas ideas fijas que repite en todas las conferencias internacionales a las que asiste. Una, el apocalipsis. Otra, atribuir la violencia a la injusticia social.

Los convocantes a la Conferencia elaboraron un documento preparatorio, el Munich Security Report, en el que señalan que el incumplimiento de las metas para hacer frente al cambio climático se debe a las tensiones geopolíticas, entre ellas, la disputa entre China y Estados Unidos, a los desacuerdos sobre las reglas para el otorgamiento de subsidios, a la división entre países de bajos y altos ingresos y a la falta de acuerdos sobre la financiación del cambio.

Múnich puso en entredicho la idea de que Colombia esté en el centro del debate mundial y de que las propuestas del primer mandatario estén siendo tenidas en cuenta por el resto de los seres humanos, admirados ante tanta sapiencia. Nadie toma como referencia de éxito a nuestro país y ni siquiera los mandatarios de América Latina, cuya vocería llevó Petro, se hacen eco de sus planteamientos. No los refutan. Simplemente, se limitan a ignorarlos.

 

*Nota original publicada en Las 2 Orillas.
*Imagen Cancillería de Colombia.
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