Por Laura Ortiz, Estudiante de la ESAP
Desarrollo productivo para avanzar hacia una inclusión financiera
El país enfrenta el desafío crucial de impulsar el crecimiento económico, especialmente en el sector productivo. La disminución de la producción agrícola e industrial representa un obstáculo considerable para este propósito. Esta caída no solo limita la generación de riqueza y empleo, sino que también pone en riesgo la estabilidad económica nacional.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el “club de países ricos” del cuál Colombia es miembro, para el 2024 el país tenía la tercera peor tasa de desempleo para las mujeres, con una tasa del 12,9%, en comparación de los hombres que fue de 8,3%.
A pesar de contar con programas como “Empleos para la Vida” reglamentando el Incentivo a la Creación y Permanencia de Nuevos Empleos Formales dirigido a empleadores en el Decreto 533 de 2024 y la Resolución 2200 de 2024 del Ministerio del Trabajo, no se evidencia un avance sustancial en esta brecha, puesto que se le otorgan incentivos a las empresas para contratar mujeres mas no se crean nuevas fuentes de empleo.
Lo anterior, es reflejo de la falta de voluntad política en asuntos de género, la sobrecarga de labores del cuidado no remunerado y del bajo desarrollo productivo. Sin resolver estos problemas estructurales, no podremos desarrollar el empoderamiento económico de las mujeres.
Según Oxfam, afirma que el empoderamiento económico de las mujeres se da de manera real y efectiva cuando estas pueden ejercer su derecho a controlar y beneficiarse de los recursos, bienes e ingresos, así como a disponer de su propio tiempo; y cuando tienen la capacidad de gestionar los riesgos y de mejorar su situación económica y su bienestar.
Cabe aclarar, que el empoderamiento de las mujeres va más allá de su autonomía económica y la deformación del concepto en relación a la hipersexualiación ligada a su apariencia física o atractivo sexual. Se trata de un concepto que define la totalidad del proceso hacia la realización de un conjunto de derechos políticos, económicos y sociales.
Las mujeres lideran la creación de empresa en Colombia
Según cifras del Registro Único Empresarial y Social (RUES), que consolida información de las 57 Cámaras de Comercio del país, el 62,5% de las empresas de personas naturales creadas durante 2022, que ascienden a 143.466 unidades productivas, son iniciativas lideradas por mujeres.
Los sectores donde las mujeres crean empresas son comercio al por mayor y al por menor, alojamiento y servicios de comida e industria manufacturera. Estas empresas generaron en 2022 más de 92 mil puestos de trabajo.
Pero para ello los programas de apoyo de las Cámaras de Comercio deben estar dirigidos a fortalecer la actividad empresarial de las mujeres, que deben potenciarse aún más en los municipios menos “desarrollados” en nuestro país.
Gráfico 1. Subsectores económicos con mayor creación de empresas empleadoras

Fuente: RUES – Registro Único Empresarial y Social.
Mientras tanto, el presupuesto asignado en 2024 para el Ministerio de Ciencias atraviesa la peor crisis de desfinanciamiento en ciencia de los últimos 15 años con un presupuesto de apenas 400.000 millones de pesos.
Esta falta de inversión agrava las brechas de género en el sector de las ciencias y retrasa aún más el crecimiento económico y desarrollo nacional. Es decir, debe primar la voluntad del gobierno nacional para invertir en sectores como ciencia, tecnología e investigación permitiendo potenciar la participación de las mujeres en la fuerza laboral y en el desarrollo económico por medio del fortalecimiento de la industria.
Tabla 1. Creación de empresas por tamaño

Fuente: RUES – Registro Único Empresarial y Social.
También, podemos observar que no cuentan con las garantías financieras para fortalecer sus empresas, sin acceso a financiación y del mismo modo sin garantías de crédito para invertir en maquinaria o tecnología. Según el Banco de la República, en materia del costo del crédito, la tasa de interés que le da el mercado a las mujeres es mayor que para los hombres. En efecto, la brecha de las tasas de interés entre hombres y mujeres es de 0,07 pp. para créditos de vivienda, 0,4 pp. en consumo y la brecha más amplia se presenta en microcrédito la cual alcanza 3,9 pp, a pesar de que los indicadores de riesgo de crédito por sexo, calidad por riesgo y calidad por mora de las mujeres muestran mejores resultados.
Las mujeres tienen menos oportunidades de acceder a los créditos y otros servicios financieros
Según el informe de Banca de Oportunidades, asegura que a cierre de junio de 2023, 89,8% de las mujeres adultas tenía al menos un producto financiero, en comparación con el 96,6% de los hombres, lo que refleja una brecha de 6,8 puntos porcentuales (pp.)
Asimismo, las entidades financieras suelen dar un mayor monto de crédito a los hombres que a las mujeres. A mitad de 2023 el monto promedio desembolsado para hombres fue de $936.120 frente a $786.939 para mujeres. También, en materia del costo del crédito, la tasa de interés que le da el mercado a las mujeres es mayor que para los hombres.
Esto consecuencia de que están sobrerrepresentadas en el sector informal, en el que suelen carecer de derechos y privilegios como contratos laborales seguros, salarios mínimos y protección social. Es decir, las mujeres ganan menos que los hombres y tienen una menor tasa de participación en el mercado laboral.
Tabla 2. Porcentaje de adultos con al menos un producto de depósito o crédito, junio de 2023

Fuente: Banca de las Oportunidades y CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe con datos de TransUnion y el DANE.
También, los roles socialmente establecidos de las mujeres en la economía pueden influir en las políticas, mecanismos y prácticas de las instituciones financieras. Los encargados de la originación de crédito, como parte del capital humano de los proveedores de servicios financieros, pueden introducir de manera implícita sesgos cognitivos que obstaculizan el acceso al crédito de las mujeres.
Estos resultados se asocian con el fenómeno de autoexclusión al sistema financiero formal, a pesar de tener indicadores de morosidad más bajos, tienen menor seguridad que los hombres de que pueden cumplir los compromisos que asumen. Particularmente, de rechazos por incumplimiento de los requisitos iniciales de la solicitud del crédito asociados con la certificación de ingresos, la antigüedad o el tipo de contrato laboral, reflejo de las dificultades que experimentan las mujeres en la inserción al mercado laboral
El país debe avanzar hacia una real inclusión financiera
Es necesario implementar medidas que alivien la carga sobre las empresas nacionales, que son principalmente las PyMEs. Entre ellas, revisar los Tratados de Libre Comercio, que perjudican principalmente a los pequeños productores y renegociar aquellos donde haya un déficit elevado.
El tiempo ha demostrado que existe un balance inequitativo en los arbitramentos internacionales entre el Estado colombiano y las multinacionales, principalmente con la arremetida de Estados Unidos quedó demostrado que los TLC son una medida la cuál solo aplica para los países menos desarrollados económicamente mientras ellos continúan imponiendo las reglas.
También es fundamental mejorar el acceso al crédito y financiamiento para las empresas, evitando cualquier aumento en la carga tributaria, que sólo empeoraría la competitividad del país. El futuro del agro y de las pequeñas empresas en Colombia depende de decisiones que favorezcan el crecimiento económico sin asfixiar a los sectores productivos.
Por ello, es necesario destacar la importancia de invertir en servicios públicos de calidad, crear nuevas fuentes de empleo desde el sector público y privado, fortalecer el estado de bienestar en un país enormemente desigual, la protección social y garantizar la participación de las mujeres en la toma de decisiones. Solo a través de un enfoque integral, centrado en las necesidades y derechos de las mujeres, se podrá lograr un desarrollo económico sostenible e inclusivo en Colombia.
La inclusión financiera más que incrementar el acceso de las mujeres a servicios financieros asequibles, debe crear servicios de desarrollo empresarial, mercado e información financiera adaptándose a las necesidades de las mujeres del sector formal e informal, con apoyo del Estado a las PyMEs para que puedan perdurar en el tiempo siendo el motor del desarrollo productivo e industrial.