Luis Prieto Ocampo
«Le compete al nuevo presidente volver por los fueros de la industria nacional. Su postración continuada le está haciendo un daño inmenso a la nación colombiana.»
El presidente de la Andi renunció. Se supo sorpresivamente por él mismo, al iniciar sesiones de apertura de la asamblea de su institución.
Para los industriales es noticia trascendente. Coincide con una gran crisis en la industria colombiana. Su participación en el producto interno del país se ha venido deteriorando y requiere cuidados intensivos urgentes. La competencia de productos industriales procedente de los tratados de libre comercio la tienen contra las cuerdas.
Nombrar un nuevo presidente es bien difícil. Tiene que ser un personaje que indiscutiblemente venga de las entrañas industriales y adornado de virtudes personales sobresalientes. Primero, aceptar que su labor está comprometida exclusivamente para bien y auge de la industria.
Naturalmente, debe ser una persona culta, de talante destacado, de convincente oratoria. Resistente a los cantos de sirena, que lo invitan a distraerse en otros campos por atractivos que parezcan, a fuer de perder el rumbo, algo indeseable.
Debe sentir que ser presidente de este gremio empresarial es tener la máxima posición del sector privado colombiano y así debe obrar como tal. La Andi ha de ser su único entorno profesional y, en consecuencia, oídos sordos a los halagos que lo rodean por doquier. Nunca aceptar posiciones alternas y menos dentro de la misma institución. La independencia tiene que ser absoluta.
Le compete al nuevo presidente volver por los fueros de la industria nacional. Su postración continuada le está haciendo un daño inmenso. Ha perdido ánimo y coraje que otrora la caracterizaron. También, su capacidad de competir.
Las negociaciones imperfectas en los tratados de libre comercio le han sido fatales. No fueron consecuentes con el desarrollo de la industria colombiana. No se concibió colaboración estatal alguna para afrontar la competencia que hoy la abruma.
La competitividad es sinónimo de un equipo industrial de punta. Adquirirlo es costoso, requiere plazos e intereses adecuados. Plazos de quince a veinte años como los que se obtuvieron en el pasado, en los años sesenta, cuando el gobierno de entonces, en estrecha colaboración con la Andi, consiguió empréstitos de esta naturaleza con el Banco Mundial, trasladados a la industria por medio de las corporaciones financieras y que permitieron una saludable renovación del parque industrial de la época.
El deterioro progresivo de la industria en el tablado nacional le ha menguado competitividad. No ha estado al tanto del mundo tecnológico, lo que representa un gran atraso. La tecnología se esparce por todos los confines, refina precios y calidades en guerra cruenta por los mercados internacionales.
En Colombia esto apenas se insinúa en forma dispareja. Una mano de la Andi en este campo es más que esencial para conquistar cuanto antes un puesto de vanguardia.
El presidente que hoy dice adiós consolidó económicamente la institución y la transformó en una agremiación cúpula que anida asociaciones de diversa índole. En concepto de quien esto escribe, hubo un gran costo para la actividad propiamente industrial, génesis de la fundación de la Andi, porque la desdibuja en el mar de variedades empresariales que se acogen bajo su manto.
Llegó a la presidencia de la institución sin ningún pasado industrial. Su fuerza mediática, sus condiciones diplomáticas y su simpatía le conquistaron solidaridades y afectos que le dieron créditos importantes para su gestión.
Con su retiro, pierde el Gobierno su más fiel aliado, pero gana la diplomacia con la llegada a su puerta, donde será un buen embajador.
Luis Prieto Ocampo
Expresidente de la Andi
Opinión El Tiempo