Donald Trump fue elegido nuevamente como presidente de Estados Unidos, superando a Kamala Harris por una amplia mayoría. Su elección ha dejado en evidencia el nivel de deterioro de la democracia estadounidense y plantea inquietudes sobre su postura hacia América Latina y otros temas internacionales. La figura de Trump, rústica y grotesca, se impuso nuevamente en las Elecciones en EE. UU. 2024, en un contexto de división y polarización.
Un presidente que refleja la decadencia democrática en Estados Unidos
Trump fue elegido como presidente por una amplia mayoría sobre su rival Kamala Harris. Trump ha ganado 29 de los 50 Estados, mientras que Harris ha alcanzado 20. La elección de Trump muestra varias cosas.
La primera, el nivel de decadencia y descomposición de la democracia de Estados Unidos. Donald Trump en las elecciones pasadas y durante la campaña se ha enorgullecido de ser una persona que no lee libros, que se la pasa viendo televisión, y su vocabulario no excede las 500 palabras. Por su parte Kamala Harris también expresó ser la continuidad sin ninguna objeción de las políticas de Biden que han tenido mucho rechazo a nivel mundial y en la opinión pública de Estados Unidos.
Expectativas sobre el nuevo gobierno de Trump
La elección de Donald Trump tiene algunos signos importantes aun cuando falta ver cómo comienza su gobierno, el gabinete que va nombrar, las políticas que va adoptar, finalmente es muy distinto hacer campaña que el ejercer como presidente.
Es importante resaltar que Trump no fue elegido para resolver los problemas de América Latina ni del mundo, sino para “hacer grande a Estados Unidos”. Y hacer grande a Estados Unidos consiste en mantener en esencia las políticas que se han ejecutado en forma bipartidista durante muchas décadas y consisten en garantizar la hegemonía de Estados Unidos en el mundo.
Hay diferencias de forma en cuanto a lo que pretende hacer Donald Trump de lo que ha hecho Biden. Sobre la paz Trump dice que no va a iniciar nuevas guerras, pero no dice que se va a salir de las que ya están. Durante su mandato anterior, Trump permaneció en la guerra de Afganistán, en la de Siria y mantuvo la hostilidad con China en el mar de China Meridional. Lo que es probable es que si bien no inicie ninguna guerra, sí siga en las guerras en que está, que ya son bastantes.
Continuidad en los conflictos internacionales
Difícilmente se puede pensar que Estados Unidos puede estar en más guerras de las que se encuentra en este momento. Estados Unidos está metido en Siria, en Irak, en el Medio Oriente, en Ucrania, en países de África. Entonces, el solo hecho de que no haya dicho que se va a retirar de esas guerras implica que aunque no comience nuevas guerras, va a seguir con las que ya existen.
Seguramente va a tener algunas diferencias en el enfoque hacia China, pero no porque vaya a beneficiar a China, sino porque va a radicalizar su proteccionismo en relación con el gigante asiático, cosa que ya había hecho en el pasado y que ha sido infructuosa e inútil desde el punto de vista de la relación comercial.
Sobresale mucho el tema de los inmigrantes. Donald Trump maneja una fraseología contra la inmigración, diciendo que, todos los inmigrantes son delincuentes y bandidos y drogadictos (…), pero la realidad de Estados Unidos es que no puede vivir sin los inmigrantes.
Inmigración: realidad y retórica en el discurso de Trump
En Estados Unidos, aproximadamente entre 40 y 50 millones de inmigrantes realizan los trabajos peor pagados y menos valorados, siendo este uno de los secretos para que Estados Unidos pueda tener mano de obra barata. Sin la mano de obra barata es imposible que Los Estados Unidos compita. Entonces, pensar que va a competir en el campo internacional con mano de obra bien paga de ciudadanos blancos es una utopía imposible de cumplir.
El efecto electoral que tuvo esta política contra los inmigrantes fue consolidar la influencia de Donald Trump sobre los trabajadores blancos de Estados Unidos que han sido perjudicados por la deslocalización de las empresas norteamericanas a otras partes del mundo.
La política de expulsar a los inmigrantes es una medida demagógica que contradice los principios de competitividad de Estados Unidos. Este país, al igual que muchos otros, compite en el mercado global gracias, en parte, a la mano de obra barata que aportan los inmigrantes. De lo contrario, no se hubieran ido las empresas de Estados Unidos a China y otros países buscando justamente abaratar costos.
América Latina y el enfoque de Donald Trump
Hacia América Latina, Donald Trump no ha hecho mayores afirmaciones. En el pasado señaló que se arrepentía de no haber invadido a Venezuela mencionando que, en su opinión, ya tenía en sus manos el petróleo venezolano. Ha criticado a México, advirtiendo sobre la imposición de barreras proteccionistas.
Estas posturas pueden entenderse considerando que varios presidentes latinoamericanos mostraron cierto respaldo al Partido Demócrata. En particular, Luiz Inácio Lula da Silva apoyó públicamente a Kamala Harris, y desde el inicio, Gustavo Petro ha manifestado su afinidad con Biden. De hecho, en uno de sus primeros viajes a Estados Unidos como presidente, Petro afirmó que él y Biden liderarían globalmente la lucha contra el cambio climático y la defensa de la democracia.
Petro y su compleja relación con Trump
En una reciente visita a Estados Unidos, Petro habló duramente en contra de Donald Trump. Es una expresión del apoyo que le dio a la candidatura de Kamala Harris y es posible que toda esta posición de algunos gobiernos de América Latina, como el de Brasil, México y Petro, vayan a influir en que las relaciones con Estados Unidos sean complejas.
El mensaje de felicitaciones que Petro le mandó a Donald Trump tiene dos temas : el diálogo Norte-Sur en torno al cambio climático y el conflicto en Gaza. Petro enfatizó la urgencia de una conversación seria entre el Norte y el Sur, sabiendo que Trump es un negacionista radical en este aspecto y cualquier diálogo en este sentido sería inútil. Es un tema en el cual Trump tiene una posición negacionista radical y con él ese tema no se puede ni tocar.
En cuanto a Gaza, Petro señaló que no se puede construir una agenda progresista sobre las ruinas de este territorio. Este es un tema sensible para Trump que como sus antecesores va a apoyar en forma incondicional el genocidio de Israel sobre Gaza. Pensar que puede haber un diálogo con el gobierno de Estados Unidos sobre ese tema es una visión ilusa.
En cambio hay temas sobre los cuales sí debió hablar y que no fueron planteados, por ejemplo; los tratados de libre comercio, las relaciones comerciales, las bases militares, etcétera, son asuntos sobre los que Petro no ha dado ni una mínima señal de querer revisar o ajustar la relación con Estados Unidos.
La lucha antidrogas bajo el mando de Trump
En cuanto al narcotráfico y la política antidrogas, es posible que se vean cambios. Durante el gobierno de Duque, Donald Trump lanzó un comentario despectivo al afirmar que Duque era «buena persona, pero no hacía nada contra el narcotráfico.» Es probable que esta misma postura arrogante se repita con el gobierno de Petro, lo que generará cuestionamientos a la política antidrogas.
En resumen podríamos decir que, aunque hay que analizarlo y hacerle un seguimiento, Trump va a gobernar para Estados Unidos.
Un gobierno para una élite unificada
Donald Trump ha sido elegido por una élite que si bien está fracturada, cuando entra el gobierno se unifica y coincide en la defensa de los intereses globales de Estados Unidos y seguramente eso no va a cambiar. Lo que pasa es que Estados Unidos está en una fase de declive y la forma como se realizó el debate electoral y las características de los contrincantes reflejan el nivel de atraso, descomposición, desmoralización y debilidad que Estados Unidos tiene a nivel mundial.
